Entre los objetivos del III Plan Integral de Salud Mental de Andalucía 2016-2020, actualmente en revisión, está favorecer la detección precoz de problemas de salud mental en la población infantil y adolescente, así como prestar una atención de calidad que facilite su desarrollo evolutivo y la construcción de su proyecto vital. Introducir la perspectiva de la infancia y de la adolescencia en todas las estrategias relacionadas con la salud mental, que viene arrastrando un déficit de recursos, es una vieja reivndicación de organizaciones que defienden los derechos de la infancia y que, según el trabajo que está anunciando la Consejería de Salud y Familias, va a tener su reflejo en el desarrollo de una red específica para la Salud Mental Infanto-Juvenil, basada en el enfoque de los derechos de la infancia y promoción de la salud mental dirigida específicamente a menores.
Entre noviembre 2019 y enero 2020, la Dirección General de Cuidados Sociosanitarios de la Consejería convocó a un grupo de expertos para elaborar una propuesta de reforma de la atención a la salud mental en Andalucía. Se hicieron varios grupos, incluido uno sobre atención a la salud mental de la infancia y adolescencia. El Informe final se entregó en febrero, pero el Covid dejó parado avanzar según las recomendaciones de los diferentes grupos (trastornos mentales graves, adicciones, ansiedad y somatización...). En el de infancia se incluyeron, entre otras cuestiones, también aquellas que, desgraciadamente, habían estado más alejadas históricamente de la atención a la salud mental (maltrato, abusos, parentalidad positiva, enfoque de derechos, voz de la infancia...).
Según indican a este peródico fuentes de la propia Consejería, se está estudiando la creación de equipos de intervención en crisis de adolescentes, y buscando una mejora en la coordinación con Atención Temprana y con los casos TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), para lo que se está trabajando en un protocolo conjunto entre educación y atención sanitaria. También se pretende mejorar la coordinación intersectorial (educación, social, sanitario, comunitario, asociacionismo, etc.) y la accesibilidad, tanto desde la atención primaria como desde otros dispositivos sanitarios.
Psicólogo clínico de enlace
Actualmente, la prevalencia del trastorno mental en Andalucía en la infancia y adolescencia se sitúa entre el 15-20%, siendo el suicidio la tercera causa de muerte en menores. Por otro lado, hay que tener en cuenta que el 80% de los trastornos mentales en adultos empiezan antes de los 18 años. Con estas circunstancias, y tras haber establecido un grupo de mejora para detectar las principales carencias y cómo mejorarlas, desde la Consejería de Salud y Familias se van a llevar cabo una serie de intervenciones en un nuevo horizonte estratégico que palie una situación de déficit que reformule el actual Programa de Atención a la Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia.
Fuentes de la Consejería también anuncian una mayor sensibilidad de los servicios especializados hacia la violencia a menores de edad (maltrato infantil, abusos sexuales), históricamente más ligada a los servicios sociales, así como potenciar la prevención, la parentalidad positiva, el apoyo psicoeducativo y la necesidad de despatologizar la atención mental a la infancia y reforzar la relación con la atención primaria.
Desde la Consejería aseguran que, además de buscar una mejor ratio de los profesionales de la salud mental y ofrecer una mayor calidad en la atención a las personas que padecen estas enfermedades, se está trabajando en la incorporación de un psicólogo clínico que, auguran, tendrá una importante incidencia de actuación sobre niños y adolescentes al mejorar la coordinación con la atención primaria y aumentar la detección precoz, sirviendo de enlace entre los servicios de salud (pediatra hasta los 14 años o médico de cabecera), los servicios comunitarios de salud mental y las unidades especiales de salud mental infanto-juveniles.
La infancia y la COVID-19
Según el último informe del Defensor del Menor de Andalucía, en Andalucía, en 2018, en dichas unidades especializadas se atendieron a 15.767 personas de menos de 18 años. Respecto a aquellos diagnósticos que se tratan con más frecuencia en estas unidades, el trastorno más frecuentemente fue el denominado como “Trastorno de aparición habitual en la infancia y adolescencia” (21,82%), seguido de los “trastornos de desarrollo” (18,43%), aquellos con “varios diagnósticos” (11,51%) y “trastornos de ansiedad” (5,25%).
Y es que desde hace tiempo organizaciones que defienden los derechos de la infancia como Unicef Comité Andalucía habían pedido garantizar el derecho a la salud mental de los niños y adolescentes. Para ello, han entendido que habría que solventar una serie de problemas que se habían detectado en esta materia tan específica, habitualmente más asociada al ámbito lo social o familiar, pero de gran relevancia más si cabe teniendo en cuenta un aumento de la demanda sanitaria y de la lista de espera, tanto en primeras consultas como entre los seguimientos. Falta de recursos humanos y escasez de personas con formación específica, modelo obsoleto no ajustado a la realidad actual, dispersión geográfica y desigualdades en la atención y en el acceso a los servicios de atención especializada, o atención de demandas inadecuadas mal derivadas de atención primaria hacia salud mental debido a problemas en la valoración y diagnóstico inicial han sido algunas de las demandas que la organización había hecho llegar a la Junta. Unicef, en ese sentido y a nivel nacional, presentó antes del verano 'Salud mental e infancia en el escenario de la COVID-19'.
El informe decía que el impacto que la pandemia y el confinamiento podrían tener en el bienestar psicológico de la infancia, ha evidenciado la necesidad -ya patente- de ofrecer a este colectivo la atención específica que precisa en materia de salud mental. El Comité de Derechos del Niño, en sus Observaciones Finales a España, ya consideró prioritario en 2018 que España adoptara una política nacional de salud mental infantil, además de asegurar la disponibilidad de personal especializado y el aumento de servicios.
Según uno de los primeros estudios disponibles realizado por la Universidad Miguel Hernández y la Università degli Studi di Perugia sobre el impacto emocional de la cuarentena en niños y adolescentes de España e Italia, el 88,9% de los padres en España constató cambios en el estado emocional y comportamiento de sus hijos, siendo los síntomas más habituales la dificultad de concentración, desinterés, irritabilidad, agitación, nerviosismo, sentimientos de soledad, inquietud y preocupación. En este sentido cabe destacar que cada vez más expertos alertan del aumento de los casos y las consultas de salud mental de los niños, niñas y adolescentes en España.