Asfalto en el espacio natural. El presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, prometió en la campaña de las pasadas elecciones autonómicas que Cádiz y Huelva quedarían unidas por una autovía. Tan sólo había un obstáculo: el espacio natural de Doñana, hábitat de decenas de especies protegidas y punto clave de la migración de aves entre dos continentes.
La Consejería de Fomento asegura que, aunque se encuentra “en estado embrionario”, el proyecto quedará incluido en el Plan de Infraestructuras andaluz de los próximos ocho años. Aunque su viabilidad económica y ambiental tendrá que ser sometida a estudio, no es la primera vez que el pavimento se adueña de la naturaleza estrictamente protegida.
En el propio corazón de Doñana, se han ido asfaltando algunas pistas forestales atravesadas por especies como el lince ibérico, como las carreteras entre Hinojos y el Rocío, Villamanrique-El Rocío o la de Los Cabezudos. Para Juan José Carmona, responsable de WWF en Doñana, el caso más grave es el de Villamanrique-El Rocío porque “está en medio del espacio natural y hubo que tomar más medidas que en otros casos, ya que está en pleno zona lincera. Otra importante es Hinojos-Villamanrique, donde ha habido varios atropellos de lince en los últimos años”.
En el corazón de los Alcornocales
A apenas una hora de Doñana se encuentra la autovía A-381 Jerez-Los Barrios, que parte en dos el Parque Natural de Los Alcornocales. La carretera que atraviesa uno de los pulmones verdes de Andalucía recibió una fuerte oposición por parte de las organizaciones ecologistas hace 15 años. Según Ecologista en Acción, la autovía se llevó a cabo sin valorar otras alternativas con menor impacto ambiental.
Entre los efectos más negativos, el grupo verde destacaba la destrucción de 500 hectáreas, la tala de 10.000 árboles (alcornoques, acebuches, quejigos), la destrucción de yacimientos arqueológicos, la creación de una barrera infraqueable para los animales, el impacto paisajístico y la apuesta por un modelo con una importante huella de carbono.
Frenazo por parte de los ecologistas
Las protestas del movimiento ecologista han permitido frenar otros proyectos como el trazado de la Autovía de los Viñedos (CM-42), que afectaba al LIC (Lugares de Importancia Comunitaria) Montes de Toledo, y que debía transcurrir entre Toledo y Ciudad Real. El Tribunal Superior de Justicia de la región declaró que dicho trazado perjudicaba esta zona donde habitan especies tan emblemáticas como el lince ibérico o el águila imperial.
Según apuntaba WWF, el tribunal destacó que se vulneraban varias leyes ambientales, “ya que existían trazados alternativos que causaban menor impacto ambiental al no atravesar el LIC y porque el gobierno de la Junta de Castilla-La Mancha no ha justificado el interés superior que permitiese causar tan grave daño”.
En la Comunidad de Madrid, no ha habido tanta suerte a la hora de que la protección de la naturaleza prevalezca sobre el asfalto. En 2008, la construcción del desdoblamiento de la M-501 llevó a enfrentamientos entre ecologistas y más de medio centenar de alcaldes de pueblos de la llamada 'carretera de los pantanos' (Madrid, Ávila y Toledo).
Según recogía Europa Press, Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción, señaló que no estaba justificada la construcción de la 'carretera de los pantanos' por los daños ambientales y recordó que ha tenido una declaración de impacto ambiental negativa, un informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) negativo, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) que la condena y la declara ilegal, y una apelación al Tribunal de Luxemburgo de la Comisión Europea, “por lo que a nivel legal está demostrada su inconveniencia”.
Autovía ilegal
La autovía, que atraviesa un área de la Red Natura 2000, fue declarada ilegal en los tribunales y ha obligado a España a invertir dos millones de euros en medidas que eviten una sanción de la Unión Europea. Aunque el expresidente madrileño Ignacio González declaró que “no existe una carretera en España que incorpore tantas medidas de protección del medio ambiente”, Bruselas ha terminado dando un tirón de orejas a España. “Muchas de las restauraciones no han resultado efectivas o aparentemente no han sido ejecutadas correctamente”, según un análisis de 2017.
Uno de los efectos de la construcción de la autovía ha sido la destrucción del hábitat de una especie protegida, el topillo de Cabrera, un roedor de interés comunitario para la Unión Europea, catalogado como especie vulnerable y que sólo se encuentra en la Península Ibérica.
El otro caso de la comunidad de Madrid es el llamado cierre de la M-50, que afectaba al monte del Pardo. Hace una década, WWF alertó sobre los efectos que tendría la creación de un túnel en dicho monte para unir las autovías de Burgos y A Coruña. El monte madrileño ocupa 15.000 hectáreas, es Reserva de la Biosfera y forma parte de la Red Natura 2000 gracias a su bosque mediterráneo con especies endémicas de encinas, robledos o chopos y es hábitat de numerosas especies protegidas.
Frente a estas autovías de asfalto, los ecologistas defienden lo que han venido a llamar como autopistas salvajes: doce grandes corredores ecológicos que conecten los grandes espacios protegidos de España y que han quedado aislados entre sí “por la proliferación de infraestructuras como carreteras o por factores como la deforestación o la agricultura intensiva”.
Según el documento elaborado por WWF con la Universidad Politécnica de Madrid, se trata de “conectar esos espacios para permitir el movimiento y el intercambio genético entre poblaciones de fauna y flora, algo vital para conservar las especies más amenazadas de nuestro país, como el lince ibérico o el oso pardo, que sobreviven en poblaciones aisladas debido a factores como el desarrollo desenfrenado de infraestructuras de transporte de las últimas décadas”.
Un estudio del CSIC, elaborado por la Estación Biológica de Doñana, ha demostrado el impacto de las carreteras en la biodiversidad de los parques naturales. Según el estudio realizado en el Parque Natural de las Bardenas Reales (Navarra), el aumento de carreteras y tráfico en la zona modifica el comportamiento de los buitres y otras aves carroñeras de la zona.
“Que las carreteras producían afecciones negativas al medio ambiente era algo ya conocido pero este estudio resulta novedoso porque demuestra que también la intensidad de tráfico rodado determina afecciones a procesos ecológicos complejos como es el consumo compartido de un recurso trófico por un gremio de aves”, apuntan.