“La economía social ha demostrado ser rentable en términos económicos, sociales y medioambientales”. Es una conclusión de Carmen Marcuello Servós, directora de la Cátedra Economía Social y Cooperativas de la Universidad de Zaragoza, presidenta del Observatorio Iberoamericano del Empleo y la Economía Social (OIBESCOOP) y una de las voces más prestigiosas en el mundo académico de la Economía Social y Solidaria (ESS).
Aunque Marcuello reconoce que el estudio de este ámbito aún se está abriendo camino en los círculos académicos, las investigaciones realizadas hasta la fecha avalan que, en lo económico, el cooperativismo se configura como “un modelo de gestión diferente, en el que el capital está al servicio de las personas, en lugar de poner a las personas al servicio del capital”. Ello evidencia, de acuerdo con esta catedrática, que la razón de ser de las entidades de economía social radica “en su finalidad social o pública”, sin que ello impida que sean rentables “para garantizar su sostenibilidad económica”.
Ese es uno de los resultados aportados por la academia que ayudan a dibujar la realidad de la ESS a través de los datos. Para la presidenta de OIBESCOOP, cuya investigación se ha centrado en el estudio de las organizaciones de Economía Social, su impacto social y el emprendimiento social, los académicos se enfrentan hoy a un reto “fundamental” para el desarrollo de la ESS: adentrasre en un campo de estudio prácticamente inexplorado para recopilar y analizar información con vistas a dibujar “una realidad más palpable” mediante estudios cuantitativos y cualitativos.
Un modelo que impulsa el empoderamiento de las mujeres
Gracias a las publicaciones de académicas como Marcuello, quien ha sido reconocida por el Ministerio de Trabajo como una de las mujeres líderes de la Economía Social por su experiencia y liderazago, hoy se puede afirmar también que “la economía social juega un papel crucial en el empoderamiento de las mujeres, ya que promueve su participación activa en la toma de decisiones, fomenta la igualdad de oportunidades y facilita su integración en el ámbito laboral bajo condiciones justas y equitativas”.
Además, tal y como se ha comprobado, “las entidades de economía social suelen priorizar la creación de entornos inclusivos que valoran las habilidades y contribuciones de las mujeres, favoreciendo su autonomía económica y su liderazgo en las empresas y entidades”. En concreto, en los estudios publicados se observa que “la economía social contribuye a mitigar los problemas de la población más vulnerable”, como mujeres migrantes que se encuentran en situación de desempleo, en la medida en que encuentran en este modelo “una oportunidad de crear sus propios proyectos de emprendimiento”.
La perspectiva de género constituye una de las líneas principales de investigación en el campo de la ESS, aunque los beneficios que aporta la economía social se pueden ampliar al conjunto de la sociedad, según diversos estudios sobre su impacto. Entre ellos, Carmen Marcuello destaca “la contribución a la generación de empleo estable y de calidad, la redistribución equitativa de la riqueza, el fomento la cohesión social, la inclusión y la participación democrática, así como el compromiso por el cuidado de las personas y el planeta”.
A su vez, “todo ello permite identificar como las entidades de economía social son aliados con la administración pública para el desarrollo de políticas públicas”, como concluye una de las académicas referentes en el campo de la ESS. “Cuando analizamos territorios donde existe esa colaboración entre las entidades públicas, las organizaciones de la ESS y la academia, observamos una mejora sustancial”, asevera Marcuello.
Camino por recorrer en la investigación
Junto a la línea de género y de impacto social de la ESS, esta experta en gestión de entidades de Economía Social y evaluación de la eficiencia asegura que queda “un camino muy interesante por recorrer” en cada una de las ramificaciones en las que se abre este ámbito de investigación. Un camino que se antoja necesario explorar, ya que a día de hoy “apenas hay datos que nos permitan generar estadísticas de la ESS o identificar a hombre y mujeres dentro de los diferentes sectores o cargos de responsabilidad, para poder evaluar cómo se hace ese camino para que participen y tengan visibilidad”.
Con el objetivo de rellenar ese vacío, Marcuello recuerda que hace unos años el Observatorio que preside inició un grupo de trabajo tanto en España como a nivel internacional para recuperar la memoria de las mujeres en el cooperativismo. “Cuando empezamos a trabajar, nos dimos cuenta de que no había nada escrito, todo el mundo conoce a los grandes teóricos del cooperativismo del siglo XIX como Owen, pero nadie tiene referencia de las mujeres, y eso que las hubo”, explica la catedrática de la Universidad de Zaragoza, que también forma parte del proyecto WeCoop, concebido precisamente para visibilizar a las mujeres referentes de la ESS y promover alianzas entre ellas.
El problema que identificaron entonces era que “no teníamos datos del pasado, pero tampoco del presente”, de ahí que decidieran orientar su labor investigativa a indagar las múltiples temáticas que abarca la investigación en economía social, empezando por “los retos estadísticos y metodologías para estudios a nivel nacional e internacional; el estudio de la contribución de la economía social a la transición energética a través de las comunidades energéticas y las cooperativas energéticas; el análisis de las empresas participadas por los trabajadores; el rol e impacto de la Economía Social en el desarrollo local y en los ecosistemas territoriales; la inteligencia artificial, nuevas formas de trabajo, seguridad digital y economía social; y la reconversión y transformación de empresas en cooperativas”, entre muchas otras.
Investigación con valores
Para Marcuello, el mundo de la academia se enfrenta a un desafío que merece la pena librar porque la propia investigación de la ESS es “transformadora”. La presidenta de OIBESCOOP lo explica señalando que, al regirse por los propios principios y valores de su objeto de estudio –la economía social–, estos estudios contribuyen a “conseguir una mayor justicia social, democracia, autonomía, cohesión social y cooperación en las comunidades y territorios”.
Con ese afán, Marcuello y otras tantas personas dedicadas a la investigación continúan impulsando esa línea de trabajo para seguir sumando resultados que ayuden a entender el papel de las cooperativas y de la mujer en la economía.