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Las Brigadas Internacionales en 'La Desbandá': un documental cuenta la defensa durante la matanza entre Málaga y Almería

Pudo ser peor. El mayor crimen de guerra del franquismo tiene título: ‘la Desbandá’. Y muchos nombres y apellidos anónimos, perdidos para siempre en la carretera de la muerte. Miles de refugiados, población civil, a los que Franco, Hitler y Mussolini atacan por tierra, mar y aire. Una matanza mitigada en parte por la defensa de las Brigadas Internacionales, como cuenta el documental Hasta pronto, hermanos.

La cinta reconstruye los acontecimientos vividos tras la caída de Málaga a inicios de 1937. Lo hace con testimonios de algunos de los principales testigos, caso de Norman Bethune. Con archivos sacados de museos de varios países. Y una novedad: recupera fotografías tomadas por Gerda Taro y Robert Capa en la costa de Granada.

Hasta pronto, hermanos. Las Brigadas Internacionales en La Desbandá (Onza Producciones) ha sido dirigido por Fernando Alcalde. Producido por la Asociación 14 de Abril, cuenta con la colaboración de la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía. El estreno oficial de la obra ha llegado con la V Muestra de Cine La Desbandá de Motril (Granada).

La Legión Cóndor contra refugiados

El ejército del sur al mando del genocida Queipo de Llano va cercando una ciudad colmatada de refugiados. La descoordinada, pobre e ineficaz respuesta del Gobierno de la República empuja a la población a la carretera hacia Almería, la única salida posible. Pero la vía que discurre paralela al mar es una ratonera.

Una trampa para quienes huyen hostigados por la aviación nazi, la flota rebelde, las tanquetas italianas... El único respiro llega con la determinación de los voluntarios de la XIII Brigada Internacional: sostienen el frente en la línea Mulhacén-Motril y protegen la retirada en masa de civiles.

“Sí, pudo ser peor”, atiende Alcalde, investigador y miembro de la Asociación 14 de Abril. “Si no llegan las Brigadas Internacionales, sobre todo en la zona de la Alpujara que es por donde querían romper el frente…”. Porque el ejército sublevado no tiene intención de avanzar tanto “pero los italianos tuvieron orden directa de Mussolini de que siguieran avanzando”, afirma. “Cuando llegan a Motril ven que la retaguardia la tienen lejos” y que los de Franco “no les están cubriendo”.

Enfrente, están los voluntarios internacionales. Como agradecería el Ejército republicano: “vinieron a España a luchar contra el fascismo (…) no como mercenarios, sino como idealistas de la causa del proletariado mundial”. Más de 9.000 brigadistas encontraron “la muerte de una manera anónima para conseguir la libertad”. Otros muchos acabaron en campos de concentración nazis.

‘La Desbandá’ arranca el 7 de febrero del 37. El ataque llega por tierra, con soldados italianos y franquistas. Por aire, con la Legión Cóndor nazi y aviones enviados por Mussolini. Y por mar: con buques de guerra sublevados como el Canarias, Cervera y Baleares. Sobre el día 14, las tropas chocan con las Brigadas Internacionales en el entorno de la sierra de Lújar.

La “sorpresa” de Gerda Taro y Robert Capa

La fuente “más importante” de la que bebe el audiovisual Hasta pronto, hermanos procede de un trabajo de casi dos años buceando en archivos de Francia, Austria, Alemania, Estados Unidos… y el Archivo Estatal Ruso de Historia Político-Social. “Otras fuentes son los escritos de los propios brigadistas”, añade, y el libro Tschapaiew. El batallón de las 21 naciones publicado en alemán por Alferd Kantorowicz en 1938.

Con la investigación logran un ejemplar que es casi un tesoro. Del contacto con la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales y la Asociation des amis des Républicains Espagnols en París nacen otras pistas. Con la importancia que reconocen al papel del periodismo salta la “sorpresa”.

“Ya teníamos documentación, sobre el caótico traslado de la XIII Brigada… la literatura la teníamos pero nos faltaban imágenes que hicieran visible esto”. Ahí estaban, en suelo francés. “Entre las fotos empezaron a aparecer perfiles de las montañas que identificamos”, recuerda Fernando Alcalde. Eran “las imágenes que Gerda Taro y Robert Capa toman del batallón Chapaev”. Un total de 59 fotografías, “la mayor parte de Taro”, precisa, que dibujan el itinerario entre Aguadulce y Calahonda.

Los fotorreporteros recorren la costa granadina y la Alpujarra dejando rastros con “un claro motivo propagandístico”. Como la foto del brigadista junto al cartel de Calahonda, de Capa. O la que Taro toma de “una miliciana a caballo”. La imagen de una joven “desafiante” dice: “la República no se rinde”. Porque ambos son, recuerda Alcalde, “militantes antifascistas”. Para publicarlas “tuvimos que contactar con el International Center of Photography de Nueva York”.

“No había frente ni resistencia”

El médico canadiense Norman Bethune también llega para luchar contra el fascismo en la guerra civil española. Será uno de los grandes testigos de la tragedia humanitaria. “La más horrible evacuación de una ciudad que hayan visto nuestros tiempos” dibuja el rastro languidecido de “miles de niños”, escribe.

“No había frente, no había resistencia”, denuncia Bethune. Toda la costa va cayendo en manos “de las tropas extranjeras de Franco”. Y, entonces, “unos cuantos aviones pasaron sobre nuestras cabezas, brillantes y plateados”. Bombarderos italianos y Heinkel alemanes. “Se lanzaron hacia la carretera y como una maniobra de tiro rutinaria, sus ametralladoras trazaron dibujos geométricos entre los refugiados que huían”.

Todo fue “una matanza”, describiría el brigadista suizo Eolo Morenzoni. “Los aviones vinieron directamente desde el mar sobre ellos y los ametrallaron”. Están “paralizados”. Es “una carnicería” que completan “los bombardeos desde los acorazados fondeados cerca de la playa”, lamentaba la voluntaria rusa Elisaveta Párshina. Los obuses estallan sobre las montañas provocando una lluvia intermitente de pedruscos. La muerte aterriza por cualquier lugar.

La italiana Tina Modotti fija su mirada en un “grupito” de niños. Como “cabeza de familia”, una “chiquilla de 11 años”, Valeria García Vargas, de Vélez-Málaga, cuida de tres hermanos menores y “un bebé de pecho que sostenía en sus brazos”. Su madre “había sido acribillada por una ráfaga en Castell de Ferro y su padre, desesperado, se había colgado de la rama de un olivo”, deja escrito. Llegan a Almería “gracias al Socorro Rojo, que fue a recogerla en la cuneta en la que probablemente se tumbó para morir”.

“Limpiamos la carretera de cadáveres”

“Málaga se había convertido en un refugio de todas las provincias que la rodeaban porque era la única ciudad importante del sur que permanecía en territorio republicano”, cuenta en el documental el doctor en Filosofía y Letras Jesús Majada. La desbandada, dice, es un “fenómeno de pánico colectivo”.

Los huídos ya sabías de la brutal represión que arrasa otras provincias andaluzas como Sevilla, Huelva y Cádiz. “El Comité de Refugiados de Málaga habla de hasta más de 90.000 personas”, cifra el doctor en Historia Andrés Fernández. Iniciando una estampida, presos del miedo y abocados a un “embotellamiento a republicanos” en “la única salida” que les queda: la Nacional 340.

“Limpiamos la carretera de cadáveres y animales muertos”, informaba el brigadista Julius Lachner. “Ocupamos Gualchos, Lagarnatilla y la sierra de la Contraviesa”, recuerda. El Batallón Chapaev entra en Juviles y Trévelez para conquistar territorios y desarbolar la ofensiva fascista. “Este flanco del frente sur estaba reconstruido, Calahonda era de nuevo nuestra”.

La XIII Brigada Internacional, también conocida como Brigada Dombrowski, defiende ‘la Desbandá’. Un acto heroico, paradigma de la participación extranjera en la guerra civil española. Una escena solidaria en mitad de la tragedia que retrata el documental Hasta pronto, hermanos. Como firmaba Lachner: “Cuando nos relevaron, solo quedábamos seis alemanes y seis suecos”. Y todo pudo ser peor.