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Puerto Real se confirma como la segunda fosa exhumada más grande del franquismo

Juan Miguel Baquero / Daniel Andana

Puerto Real (Cádiz) —

“¿Qué vais a hacer con nosotros a la hora que es, aquí venís a buscarnos, qué venís a matarnos?”. Fue la frase que dijo Milagros Lebrón cuando los rebeldes fueron a capturarla. A ella y a su hijo Francisco. Encontró respuesta: “Claro que os vamos a matar, pero primero vamos a matar a tu hijo para que tú lo veas”.

Quien narra el terrorífico episodio es Paco Lebrón, familiar de estas víctimas del franquismo ejecutadas en Puerto Real (Cádiz) tras el golpe de Estado fascista que, con su fracaso, provocó la guerra civil española hace 80 años. El testimonio ya es una de las historias de la segunda mayor fosa común exhumada en Andalucía, la del cementerio puertorealeño de San Roque.

Todos los indicios apuntaban a un enterramiento ilegal masivo. Y las investigaciones no fallaron. El trabajo arqueológico ha permitido rescatar del olvido y el silencio más de 190 cuerpos. Una cifra a la que queda añadir un último día de labor, el 18 de julio de 2016. La mayoría de los restos óseos presentaban muestras evidentes de muerte violenta y ensañamiento criminal.

Tal ejemplo del terror fundacional del franquismo arroja números sólo superados por las 2.840 víctimas recuperadas en la intervención más grande del país en el camposanto de San Rafael de Málaga. Y superan las 151 de la localidad malagueña de Teba. Datos, siempre, de sepulturas intervenidas.

Ensañamiento para “un genocidio brutal”

“Llevamos abiertos 31 metros”, apunta el arqueólogo Jesús Román. Tres decenas de metros de tierra abierta donde arrojar como perros a los muertos a tiros por las fuerzas golpistas en la Bahía gaditana. Víctimas que penaron sepultadas ocho décadas en la España que los rebeldes convirtieron en la segunda mayor fosa común del mundo tras Camboya. “Encontramos signos de muerte violenta como impactos de proyectiles en cráneo o en otras partes del cuerpo, lo que se llamaría fracturas conminutas”: crímenes contra la humanidad según la legislación internacional.

“Mientras buscábamos la fosa llegó un viejete y nos dijo 'están aquí, de pequeño me acuerdo que ahí iban los hombres con el carro y volcaban'”. Resume Paco Aragón, presidente de la ARMH Puerto Real, una tarea voluntaria que ha durado varios lustros. Ahora, con la exhumación a punto de concluir, viven sentimientos encontrados. Alegría, dice, “y una inmensa tristeza por lo que hemos sacado”. Explica, al borde de las lágrimas: “el grado de ensañamiento que tuvieron con esas personas, ha sido un genocidio brutal. Cuando ves a los familiares llorando a lágrima viva… increíble”.

La tarea de búsqueda y exhumación de los restos óseos pertenece a la Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. El desarrollo de los trabajos ha mostrado la colaboración institucional: la Diputación de Cádiz participó de forma activa, al igual que el Ayuntamiento puertorealeño. Además del compromiso de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de la localidad gaditana. “Como decía un compañero, con lo fácil que los metieron abajo y lo difícil que es sacarlos parriba”, concluye Paco Aragón.

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