CRÓNICA

Gibraltar, español, 'ma non troppo': el ardor patrio futbolero que dolió más en el Peñón que la derrota de Inglaterra

16 de julio de 2024 21:27 h

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El grito de 'Gibraltar, español' no sólo calentó la celebración por la cuarta Eurocopa de fútbol, en Madrid, sino que también pudo oírse esa misma noche junto a la Verja, a unos cuantos metros del Peñón, entre los ensordecedores bocinazos de la afición linense que supo compaginar el domingo rociero de su Velada y Fiestas con las exaltaciones patrióticas al uso: “Bye bye, British”.

Aunque pudiera seguirse en directo y a todo color, la final televisada transcurrió en vertiginoso cinemascope digital, mientras que el baño de multitudes de la Selección guardaba un ligerísimo tono sepia estilo NO-DO. Así que el Viva España del seleccionador Luis de la Fuente viró al “Gibraltar es español”, el cántico que ya se había oído con anterioridad y que allí coreaban desde Lamine Yamal –a Vox debe caerle mejor desde que su padre marroquí tuiteó “Arriba España”– y a Rodri, el centrocampista que juega en el Manchester City: “¡Pero que tú juegas en Inglaterra, socio!”, le conminó Morata con aire divertido.

La queja del Gobierno de Gibraltar

A Fabian Picardo, ministro principal de Gibraltar y nieto de una española republicana refugiada en el Peñón, aquello le sentó mucho peor que la derrota de Inglaterra. El sentimiento era compartido por buena parte de los 30.000 habitantes de Gibraltar, cuyo equipo local, que también disputa la copa de la UEFA, está trufado de jugadores de este lado de la Verja, empezando por el propio míster: “El Gobierno de Gibraltar está decepcionado tras observar que varios jugadores de la selección española de fútbol masculina celebraron su victoria en la Eurocopa a base de cánticos con comentarios rancios sobre Gibraltar”, reza un comunicado difundido este martes por el Ejecutivo que preside.

“Se trata de una mezcla totalmente innecesaria de un gran éxito deportivo con declaraciones políticas discriminatorias que resultan enormemente ofensivas para los gibraltareños”, protestó el Gobierno yanito, al tiempo que amagaba con una queja oficial ante la UEFA: “El lamentable uso de la plataforma de la celebración en torno a la victoria de la Eurocopa para promover la idea de usurpar el territorio de Gibraltar es contrario al principio de que el deporte no debe utilizarse para promover ninguna ideología políticamente controvertida”, concluía.

En La Línea, y a pesar de la algarabía frente a la zona fronteriza, no todo el mundo corea dichos cánticos. El bailaor David Morales, hijo predilecto de dicha población, considera que se trata de “una falta de respeto muy grande, un patriotismo rancio y una imagen al exterior de algo que no somos”. 

En una actitud completamente distinta a dicha explosión soberanista, los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, felicitaron a España por la victoria en la final de la Eurocopa contra Inglaterra, un día después de la celebración del evento, e intentaron insuflar ánimos en la selección inglesa.

Otro tanto ocurrió en Gibraltar, cuya afición futbolística es seguidora fundamentalmente del Liverpool y, sobre todo, del Manchester United, pero también ha conocido peñas del Barça y del Real Madrid: “El fútbol a menudo divide opiniones, pero la mayoría de los que hablaron con GBC después del partido estuvieron de acuerdo en que el éxito de España en la Eurocopa 2024 fue merecido”, informaba ayer la emisora de radiotelevisión local, Gibraltar Broadcasting Corporation.

Y añadía, respecto a cómo se vivió la final en el corazón de la Roca: “A pesar de la decepción y el trasfondo político, la Policía Real de Gibraltar no tuvo que lidiar con ninguna conducta desordenada o comportamiento antisocial”.

“Congratulations to Spain, unlucky England”

“¡Qué le vamos a hacer, la vida!”. Así se expresaba uno de los cientos de gibraltareños que acudieron a Casemates Square para contemplar la final, que también fue seguida desde numerosos establecimientos públicos del Peñón.

La expresión “congratulations to Spain, unlucky England” fue frecuentemente utilizada en una encuesta realizada a pie de calle por sus cámaras: “Amamos a España, pero no nos vais a tomar nunca”, celebraba otro aficionado gibraltareño, con más aire festivo que nacionalista.

“Una cosa es el fútbol y otra, la política”, saludaban los aficionados yanitos, tras finalizar el partido, en cuyo transcurso no pocos habían aplaudido el buen juego de la selección española.

La Asociación Socio Cultural de Trabajadores Españoles en Gibraltar (ASTEG) prepara también un comunicado en el que lamenta el uso extradeportivo del contencioso en las celebraciones de la Selección y pretenden enviarlo a la Federación Española de Fútbol. Su portavoz, Juan José Uceda, tiene su propia teoría sobre lo ocurrido: “Me da la impresión de que este joven, ya cansado de tanto ajetreo, viajes y encima el lento y pesado tour en autobús, las calores, supongo y más de dos cervezas –o, al menos, lo aparentaban–; a punto de perder la voz gritando, terminó haciendo suyo, como una chorrada de la que luego se arrepentiría, lo de 'Gibraltar, español'. Y aunque no fue el que empezó con los gritos, el clima del momento, la histeria colectiva del todos a una, la bandera nacional, los enemigos históricos España-Reino Unido, todo ello se lo puso en bandeja. Lo de 'Gibraltar, español' es como el cuento de las abuelas que oyes como algo propio. No es nuevo y volverá a pasar”. 

Un diálogo por WhatsApp

Uceda se wasapeó con su amigo Patrick, en Gibraltar, quien le respondió a dichas reflexiones: “Me dijo mi esposa...¡¡¡Vergonzoso, indignante, fuera de control!!!. Lo sentimos mucho y nos resulta difícil esta situación por si pudiera poner en peligro las relaciones, pero la experiencia nos dice que esto no es nada nuevo”.

“Es el lado malo de nuestra historia, a veces sumergida en aguas profundas para ser reflotada nuevamente cuando menos se espera y no importa cuántos de nosotros estemos tratando de hundir a ese fantasma por los siglos de los siglos, para que los niños no sepan la vieja y estúpida historia”.

Patrick no se considera aficionado al fútbol, pero disfruta de los partidos internacionales: “Esta es la final, si alguno pierde no me decepcionaré, porque amo a ambos equipos”, se dijo antes del partido. Y así fue.

“Tenía la intención de ver esos momentos gloriosos de la llegada de los jugadores a Madrid”, pero después de la presentación un tanto surrealista de los jugadores, Patrick le dijo a su esposa: “Esto es una locura, es tan emocional que en cualquier momento podría decir palabras estúpidas de las que arrepentirse después”.

Ambos, pegados al televisor en el corazón de Main Street, veían como la alegría natural de la victoria iba derivando hacia otros territorios: “Todos rodeados de fama y popularidad, la historia colectiva hace el resto”.

Así que Patrick decidió levantarse del sofá y reparar una cafetera estropeada, “hasta que mi esposa, enojada, vino a contarme lo del estúpido canto de Gibraltar... Nos sentimos tan preocupados y avergonzados...”.

Para Patrick y su pareja, se trata de una cuestión que excede al fútbol y a la política, sino que interesa a su vida cotidiana: “¿Qué sabe una persona de su edad y fama sobre Gibraltar?, Además del fútbol, ¿qué conferencia puede dar o qué conversación puede tener sobre Gibraltar, Utrecht, el pasado, el presente y las relaciones entre todos? Esto demuestra lo absurdo que es cómo se cuenta la historia en las escuelas dependiendo del profesor que te enseñe en clase...”.

Juan José Uceda está de acuerdo con su amigo: “Nada de esto es nuevo, especialmente, para nosotros, que tenemos que afrontar estas estupideces cada día durante tantos años...”.

Para Patrick, la mañana del lunes había empezado bien, en este sentido: “Me alegré mucho cuando escuché al director del equipo inglés, Gareth Southgate, hablar durante unos minutos, aplaudiendo lo bueno que era el equipo español, lleno de jóvenes. Y luego de escuchar hablar al nuevo primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, y la importancia que le dio al anunciar las medidas que se tomarán para renovar el fútbol del Reino Unido, empezando por la base; la importancia de que los niños jueguen, para implementar este deporte en todas las escuelas y no más clubes financiados por corredores de dinero mafiosos... Era tan agradable escuchar todo… Qué feliz me sentí haciendo mi propia propaganda contra Vox, Le Pen y todos los demás racistas ultras europeos, exponiendo cuán hipócritas son todos los que le dan tanta importancia a los inmigrantes VIP del fútbol y sus deseos expresos de enviar al Ejército y fusilar a todos los inmigrantes al entrar en cualquier frontera”. 

Uceda concluyó el diálogo con su amigo, echando mano al repertorio invencible de los buenos deseos: “Qué puedo decir que no sepas..., tenemos que seguir haciendo nuestro trabajo y esperar que esto se olvide lo antes posible”. 

“Devolvednos Gibraltar”

El grito de 'Gibraltar es español', en realidad, es un spin-off del sintético “Gibraltar, español” que empezó a escucharse de manera ostensible en las calles franquistas de finales de los 50 cuando las únicas manifestaciones autorizadas eran las de los falangistas que se concentraban a las puertas de la Embajada británica en Madrid cuando aún estaba en el Paseo de la Castellana, antes de mudarse a finales de los 60 a la calle Fernando El Santo: “Gritábamos 'Gibraltar, español' y 'Devolvednos Gibraltar', pero salió del edificio una de las limpiadoras para decirnos: ´Yo no lo tengo´”, evocaba divertido el linense Fernando Suárez, uno de los asistentes a aquella movilización. 

El ardor patrio fue incrementándose en una guerra diplomática con Gran Bretaña, en torno al Peñón, hasta el cierre de la Verja, en 1969, una acción política tan desastrosa desde el punto de vista humanitario como inútil desde la perspectiva política. De ahí, que también dicha expresión pasara al cancionero, de la mano de aquel cantautor sistémico que fue José Luis y su guitarra, una suerte de Woody Guthrie del franquismo que cantaría por aquel entonces una pegadiza balada: “Han pasado los años por el Peñón / y la bandera inglesa ondea al sol / mas a pesar de todo, el mundo no ha olvidado / que Gibraltar será siempre español / no tienen razón, / bien lo sabe Dios, / no tienen razón, / 'Gibraltar, español'”. 

Ocho calles 'Gibraltar, español'

El eslogan no tardaría en pasar al callejero, también por esa misma época. Si había numerosas calles llamadas Gibraltar, por muy diversos motivos: como la de La Línea, a tres pasos de la Roca, prostibularia en la posguerra pero industriosa luego, en donde contrajo domicilio el veterano diario 'Área'. Pero ocho municipios españoles cuentan con una calle denominada 'Gibraltar, español'.

También se llamaba 'Gibraltar', a secas, la de Almería, que con anterioridad se había llamado Villa García, junto al balneario de San Miguel y a dos pasos de la playa del Zapillo. Más tarde se le cambió el nombre al de 'Gibraltar' y hacia 1967, pasó a ser 'Gibraltar, español', en plena escalada reivindicativa del llamado ministro del Asunto Exterior, Fernando María de Castiella, en Naciones Unidas. 

La calle 'Gibraltar, español' más próxima a la colonia británica es la del municipio gaditano Setenil de las Bodegas, limítrofe con Málaga y en donde se ha mantenido dicho nombre a lo largo de la historia democrática, ya fuere bajo los gobiernos municipales del PSOE como bajo el actual de Andalucía x Sí.

Otras calles con esta misma nomenclatura forman parte de otra localidad andaluza, la de Torre del Campo. También puede leerse esas señas en la pedanía de Balsicas, en Murcia, en la carretera que lleva al Mar Menor y que depende del municipio de Torrepacheco. Sin embargo, Castilla-La Mancha se lleva la palma, con dos localidades de Toledo –Torrijos y Consuegra–, más otras dos de Ciudad Real –en el mapa urbano de Anchuras y en el de Alcázar de San Juan–. En esta última población, 'Gibraltar, español' colinda con el parque de Cervantes y buena parte de los personajes del Quijote. Curiosamente, José María García-Margallo, sin duda un firme partidario del 'Gibraltar, español', nada más asumir el cargo de ministro de Asuntos Exteriores, decidió cerrar el Instituto Cervantes del Peñón, para que no pudiesen aprender dicho idioma los gibraltareños a quienes pretendía españolizar el ya ex eurodiputado. 

En enero de 2015, a través de las redes sociales, se promovió una campaña para pedir “un 'me gusta' si tu también quieres una calle 'Gibraltar, Español' en tu ciudad”. Tuvo miles de likes –perdonen el anglicismo–, pero también respuestas de algún usuario más en la línea del posterior movimiento libertario de Ayuso: “A tomar por culo Gibraltar... mejor, una calle a la cerveza y al vino”. 

Gibraltar, andaluz

Lo curioso del caso es que, en rigor, Gibraltar no llegó a ser español. Perteneció, eso sí, desde mucho antes de las capitulaciones de Santa Fe, a la Corona española y aún figura entre sus títulos. En la toma de Gibraltar, en 1704, por parte de una flota anglo-holandesa al mando del almirante Rooke, participaron numerosos españoles, en su mayoría catalanes. La de Sucesión, fue una guerra dinástica, pero también una guerra civil. Tras vencer en ella los Borbones y apaciguarse el continente, vencedores y vencidos se repartieron los restos de Europa en el Tratado de Utrecht: allí fue donde Gran Bretaña se hizo con Gibraltar y con Menorca. Y fue, luego, durante el reinado de Felipe V cuando, por primera vez en la historia, aparece la referencia al Reino de España. Antes, en documentos no oficiales, se había mencionado la nación española y uno de sus orígenes semánticos se remonta a la Hispania romana. Pero no fue hasta entonces cuando adquiría categoría de Reino y de España.

Sin embargo, la mayoría de los historiadores, insisten en que el nacimiento de la idea de España como nación no se produce hasta la Constitución de Cádiz de 1812, cuando su artículo 1 define a la “Nación española”, como “la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”. Así las cosas, Gibraltar no fue español, aunque sí de Castilla, pese a los gritos de la hinchada futbolística y nacionalista. Aunque casi todos los españoles están de acuerdo en que no debiera ser británica. 

En la transición democrática, el poeta arcense Antonio Hernández reivindicó otra titularidad para el Peñón: 'Gibraltar, andaluz'. Y aún hoy, 'Nación Andaluza' –un partido muy minoritario que se define como “una organización política independentista, socialista y feminista”– proclamaba recientemente ante las negociaciones abiertas entre la Unión Europea y Gran Bretaña en torno al estatus futuro de la Roca: “Gibraltar forma parte de los territorios que –sin ser administrativamente parte de la comunidad autónoma de Andalucía– histórica, geográfica y culturalmente son andaluces. Los distintos intentos del imperialismo inglés por separar a las poblaciones de ambos lados de la Verja no han conseguido aislar a los gibraltareños de su entorno cultural y geográfico más inmediato, Andalucía. De hecho, el Parlamento británico reconoció en 1889 que la población del Peñón se encuentran 'entre unos habitantes de idéntica religión, idioma y costumbres' en el contexto del Campo de Gibraltar”.

Y remataban: “El hecho de que esta parte del territorio andaluz fuera entregada por los Borbones en 1713 al Imperio británico no es un caso aislado en Andalucía. Nuestro país se encuentra hoy ocupado y repartida entre tres Estados: el español, el británico y el estadounidense. En los dos últimos casos su llegada ha sido amparada y pactada por el primero, o bien por la monarquía borbónica precedente. Nunca se le ha consultado al Pueblo Andaluz, que ha sido y es tratado como una colonia más”. Pero esa es otra historia. 

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