“Ven conmigo cuando quieras, que tengo el mundo en mis manos”. El lema de la biblioteca La Húngara es una incitación a la lectura. Ése es el objetivo que persigue el IES Santa Isabel de Hungría, en Jerez de la Frontera, que acaba de recibir un galardón que da visibilidad al trabajo que se viene realizando en este centro público. La Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional ha resuelto que se trata “la mejor biblioteca escolar de Andalucía en el apartado de Educación Secundaria Obligatoria”. Y no ha salido mal parada la ciudad porque en esta edición el segundo premio en la categoría Primaria ha sido para el CEIP Ciudad de Jerez.
Estos reconocimientos se enmarcan dentro la quinta edición de Premios para el reconocimiento a centros públicos de Andalucía con buenas prácticas docentes en bibliotecas escolares y en el fomento de la lectura, correspondientes al curso académico 2021-2022. El premio cuenta con una dotación económica de 5.000 euros y la explicación oficial es que La Húngara ha sido la vencedora “por la plena integración de su biblioteca en el plan de centro; una biblioteca que, a través de la web y las redes sociales, promociona y difunde sus servicios, programas y actuaciones de fomento de la lectura, así como actividades de proyección sociocultural con perspectiva de género, y que ha creado espacios específicos para apoyar y promocionar los programas y proyectos del centro”.
La Húngara nació en plena pandemia. Fue ahí cuando el equipo de la biblioteca decidió darle entidad, ponerle nombre y digitalizar todos los recursos y actividades que iban surgiendo. Y ahora, se puede afirmar que el trabajo de los profesionales del centro de dotar a la biblioteca de una identidad propia ha trascendido. Detrás de todo ello está Miriam García Vidal, una bibliotecaria del siglo XXI. Nada que ver con las que mandaban callar en aquellas salas solemnes de antaño. Miriam no para de darle vueltas a la cabeza para darle vida a La Húngara. Que haya ruido... dentro de un orden.
“Trabajamos en el fomento de la lectura de muchas formas y han valorado el hecho de visibilizar esas actividades atractivas. Tenemos un catálogo digital muy conseguido, usamos Instagram, YouTube... Lo importante es que los niños vengan y se diviertan y sepan que es un espacio educativo, feminista y ecológico”, explica Miriam, que huye de colgarse ninguna medalla. “Aquí somos 15 los que nos dejamos la piel”.
Queda muy claro que no es una biblioteca al uso desde que se cruza la puerta. Cuenta con un nombre, La Húngara, un logo, tiene voz porque incluso dispone de un poema que explica quién es y tiene su propia web. Y se llama La Húngara por cuatro razones: es hija de Santa Isabel de Hungría; la primera revista que se publicó en el instituto llevaba ese mismo título; tiene fuerza y sabor flamenco (vive en el barrio de Santiago); y lleva un nombre de mujer, de cuyo cabello salen nombres de escritoras mientras que los escritores salen del busto. El lema y la canción cuentan con la autoría de Ignacio Pérez, profesor del centro.
En la escuela pública se trabaja mucho, pero hay que compartirlo para que se sepa
La idea es que el alumnado sea consciente de que la biblioteca no sólo es un sitio donde se guardan y se prestan libros. Es “un hogar cuando estamos perdidos y la respuesta a todas nuestras preguntas”. Así se resume el sentir de todos los que componen un equipo que quiere que los libros se acerquen a los niños y viceversa. “Cuando el niño entra en nuestro catálogo digital puede ver una foto del libro, un resumen, sus descriptores, los datos... Si pincha en cada libro verá si está disponible y lo puede reservar. Al niño le gusta ir a la biblioteca, pero es un servicio que ofrecemos. Esto lo tienen otros centros, no somos los únicos, pero hemos creado un entorno donde contamos todos las actividades que organizamos”, aclara Francisco Javier Navarro, uno de los responsables del soporte técnico.
Un privilegio y una responsabilidad
Son varios los niños que ordenan los libros en sus estanterías, todas sin cristal. Son colaboradores que, por voluntad propia, pasan parte de su tiempo libre ayudando. Fernando prefiere estar allí antes que en el patio porque La Húngara “es un lugar más cálido. Me gusta hacer algo productivo y aquí estamos muy a gusto”, dice. Y no es raro porque la biblioteca cuenta con varios espacios definidos: el rincón violeta, el rincón flamenco, el rincón ecológico, el rincón teatral y el rincón del cómic. Diferentes temáticas en un espacio absolutamente permeable a las peticiones del alumnado, ya que todos los libros solicitados en el buzón de sugerencias son adquiridos.
Silvia Valero, directora del Santa Isabel de Hungría, se siente orgullosa por contar con un equipo tan competente en uno de los bastiones del instituto. “Es un privilegio pero también cae una responsabilidad para ser merecedores de ello. Estamos muy contentos y estamos recibiendo muchas felicitaciones. Es un reconocimiento al trabajo que venimos haciendo y se ha premiado el hecho de estar en las redes, publicitar todo lo que hacemos. En la escuela pública se trabaja mucho, pero hay que compartirlo para que se sepa”.