Pagar por la verdad: la demora para identificar a víctimas del franquismo hace que familias de Cádiz acudan a lo privado
La vida de Sofía Biondi está llena de casualidades. El destino quiso que estudiara Química en la misma clase que Rosa de Sancha y que, muchos años después, en una reunión de antiguas alumnas, ambas se pusieran a hablar de sus abuelos. Rosa le contó que al suyo lo habían matado en la guerra, que sabía que estaba en una fosa de San Fernando (Cádiz) junto a otros 12 hombres. Entonces Sofía le contó que el suyo también fue fusilado y que era de San Fernando. Entonces Rosa, que se sabía la lista de represaliados, se dio cuenta. ¡Biondi!. “Tu abuelo está enterrado junto al mío”. Los restos de los dos abuelos, Manuel de Sancha y Francisco Javier Biondi, con una diferencia de solo unos meses, acaban de ser identificados.
En la fosa dos del cementerio de San Fernando arrojaron el 28 de agosto de 1936 los cuerpos de 13 fusilados, un maestro y 12 militares, considerados los primeros que en España se negaron a secundar el golpe de estado. Entre ellos, estaban el comandante Manuel de Sancha y el capitán de corbeta Francisco Javier Biondi. “Nosotros sabíamos que mi abuelo había sido fusilado en el 36, pero no teníamos más información. Fue gracias a Rosa que supimos más porque ella que sí tenía claro dónde estaban enterrados”, cuenta Sofía.
Era 2018. En estos seis años el equipo de arqueólogos y antropólogos de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Democrática, Social y Política de San Fernando, Amede, consiguió localizar en el cementerio isleño a 106 militares. Los de la fosa de De Sancha y Biondi estaban localizados al fondo del todo. Sus cuerpos fueron los primeros en ser arrojados en aquella saca. Gracias a los restos de uniformes e insignias, y a los estudios de la edad, pudieron realizar identificaciones presuntivas. Sus restos y pruebas de ADN fueron enviadas al laboratorio de genética de la Universidad de Granada, que es el que financia la Junta de Andalucía, con el apoyo del Gobierno central, para realizar estas identificaciones de forma gratuita. Sin embargo, los resultados fueron negativos.
Resultados negativos y resultados positivos
“No era la primera vez que ocurría”, ha explicado el arqueólogo de Amede, Jorge Cepillo. Sucedió igual con los restos de Cayetano Roldán, el exalcalde de San Fernando, que también fue asesinado tras la guerra. “Sabíamos que era él, pero Granada decía que no, así que su familia decidió enviar las pruebas a un laboratorio de Madrid”. Ese laboratorio está en San Sebastián de los Reyes y se llama LabGenetics. Está especializado en pruebas relacionadas con la memoria histórica. De esta forma, se consiguió identificar al alcalde y abrió la vía para que otras familias, a las que apremia el tiempo para saber la verdad y poder enterrar de forma digna a los suyos cuanto antes, hicieran lo mismo. El precio ronda entre los 300 y 400 euros, en función de la técnica usada, además de 75 euros por la muestra indubitada del descendiente con el que hay que cotejar.
Así, el pasado mes fue enterrado Manuel de Sancha. Y así, esta semana, ha podido ser finalmente identificado, tras varios intentos frustrados, Francisco Javier Biondi. Los abuelos de Rosa y Sofía. “Hemos cerrado un círculo. Una vida llena de viajes y vueltas. Porque cuando a mi abuelo lo mataron, mi abuela se marchó a América a vivir. Y, las casualidades de la vida, otra vez más, hicieron que mi madre conociera a mi padre en un viaje a Cádiz. Y yo acabé viviendo en San Fernando”.
Amede, tras estos episodios, recela de lo que está haciendo el laboratorio de la Universidad de Granada. “Los positivos son mínimos. Pasó con Cayetano Roldán y ha seguido pasando con otros casos”, explica Jorge Cepillo. El colectivo ve una posible razón de estos resultados distintos en los tipos de piezas que se piden. “En Granada nos pidieron huesos largos, y en Madrid han usado piezas dentales. También han pedido más pruebas de familiares vivos”.
“Granada es una referencia internacional”
La Universidad de Granada ha rehusado dar una respuesta oficial a esta queja. El profesor Francisco Carrión, arqueólogo y particpante en excavaciones señeras como la del barranco de Víznar, no comparte los recelos y quejas contra la institución granadina. Sí ha sufrido la lentitud del laboratorio. “No hay que olvidar que tiene sobre la mesa 4.500 requerimientos y muestras, solo de Andalucía, que tiene que ir atendiendo”. Pero defiende su eficacia. “El laboratorio de genética de Granada es una institución que es una referencia internacional. Está reconocido en todos sitios. Su método de trabajo es de solvencia de primer nivel. Como arqueólogos, siempre tenemos la presión de los familiares, que llevan esperando mucho tiempo”, detalla. Carrión ha llevado a algunas de estas familias al propio laboratorio para que conocieran cómo trabajan.
El profesor detalla que lo más complejo y lento es el procesado de las muestras óseas, lo que genera “ansiedad” en las familias. Carrión detalla que el laboratorio de Granada prioriza en este orden de interés: el hueso petroso (detrás de la oreja), piezas molares y, por último, huesos largos, por lo que entiende que si el laboratorio ha usado el fémur es porque, o no había las otras muestras, o no se conservaban en buen estado. “Si la persona tuvo enfermedades o caries, en el caso de los dientes, ya no valen”, concreta. Por su experiencia, Carrión desconfía de los laboratorios privados. “Me extraña que cuando en Granada se dé un negativo, en otro sitio se dé un positivo. No me dan la garantía suficiente del tiempo del análisis, y, en este caso, una identificación genética no deja de ser un negocio”.
Lo cierto es que en la bahía de Cádiz comienza a ser habitual el recurrir a laboratorios privados. Lo han hecho también los equipos que han trabajado en el cementerio de la capital gaditana. Las muestras de las 101 personas represaliadas encontradas allí han sido enviadas a Granada. Hay 62 familias para comparar el ADN. El arqueólogo José María Gener, uno de los autores de ‘Cuando los huesos hablan’, libro que resumen este trabajo en el camposanto de Cádiz, ha anunciado que diez muestras también han sido remitidas a ese laboratorio privado, que puede dar una respuesta en apenas un mes. Son aquellos casos donde hay claros indicios de quién es la persona allí enterrada.
El arqueólogo de Amede, Jorge Cepillo, que ha visto los sinsabores y las esperas eternas de muchos familiares, algunos fallecidos sin haber obtenido la respuesta, cree que debe ser la Junta y el laboratorio de Granada el que ejerza la autocrítica. “Lo que no tiene sentido es que, habiendo recursos públicos para hacer estas identificaciones, tengamos a familias yendo a laboratorios privados para poder enterrar dignamente a los suyos”.
El abuelo de Rosa de Sancha ya ha podido ser despedido y enterrado en un panteón. El de Sofía Biondi aguarda los trámites para hacerlo. Ese día se cerrará el círculo para toda la familia. Otra página de la historia que ha sido posible cerrar, en este caso, por una identificación sellada en un laboratorio privado.
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