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El PP andaluz protege su alianza con Vox de los ataques de Casado: “Extrema derecha es sólo una ubicación”

Al redefinir a Vox como un partido de “extrema derecha” o de “ultraderecha”, el presidente nacional del PP, Pablo Casado, ha metido en un serio lío a su formación en Andalucía, que gobierna esta comunidad junto a Ciudadanos y sostenido por los 12 diputados de Vox. La formación de Santiago Abascal ha respondido, airada, que ni siquiera se sentarán a negociar los próximos Presupuestos andaluces hasta que Casado retire sus palabras, que consideran “una ofensa gratuita”.

El PP andaluz ha encajado el daño colateral, pero enseguida ha reaccionado para proteger al tripartito sostiene al Gobierno de Juan Manuel Moreno de su jefe de filas en la calle Génova de Madrid: “Vox es al PP lo que Podemos al PSOE. Y eso no es una descalificación, sino simplemente una ubicación. No hay que pedir disculpas por eso”, ha replicado a primera hora el portavoz popular en el Parlamento, José Antonio Nieto. Pero la preocupación por “aislar” el pacto a tres de las críticas postelectorales de Casado ha llegado muy alto en la Junta. “Tenemos que blindar el Gobierno andaluz para que haya estabilidad, y eso está por encima de Génova y por encima de Nueva York”, advierten desde el Ejecutivo andaluz, en referencia a la calle Génova de Madrid, sede nacional del PP.

El hundimiento de los populares en las elecciones generales del 28 de abril está zarandeando el primer Ejecutivo de centro derecha de una región que siempre había sido gobernada por el PSOE y que, hoy por hoy, es el gran bastión del PP frente al Gobierno de Pedro Sánchez. En 48 horas, Casado ha pasado de tender puentes con Ciudadanos y Vox para derrocar al PSOE en las generales -llegando incluso a ofrecer ministerios a los de Abascal- a redefinir la alianza de “las tres derechas” como una fragmentación orquestada estratégicamente “para socavar la base electoral del PP”. Ahora el líder popular califica a Ciudadanos de “socialdemócratas disfrazados de liberales”, y a Vox los llama “extrema derecha” (en rueda de prensa) y “ultraderecha” (en la reunión a puerta cerrada con los barones territoriales que tuvo lugar en la calle Génova el martes).

Vox se ha sentido “ofendido” e “injuriado” por estas palabras y este miércoles, a las 10.00 horas, ha lanzado un órdago a Casado, exigiéndole una rectificación personal -sin intermediarios andaluces- a cambio de sentarse a negociar las cuentas autonómicas de 2019. Sin el apoyo de los 12 diputados de Vox, el primer Presupuesto del Gobierno PP y Cs difícilmente prosperará, obligándole a prorrogar unas cuentas que ya vienen prorrogadas desde 2018 [último Presupuesto del anterior Ejecutivo socialista pactado con el partido naranja]. Sin embargo, el órdago de Vox suena más a fuego de artificio que a fuego real. Apenas dos horas después de este aviso a Casado, la formación de extrema derecha anunciaba en el Pleno del Parlamento que apoyará el decreto ley del Gobierno que contempla una serie de rebajas fiscales, y que es clave para el próximo Presupuesto andaluz. “Mucho ruido y pocas nueces”, refunfuña el PSOE, preparado ya para una legislatura de amplio recorrido.

Vox, “espada de Damocles”

Con todo, el propio consejero de la Presidencia, Elías Bendodo, ha querido salir al paso para templar los ánimos y marcar distancias con Casado: “Pregunten en Madrid, yo no tengo que entrar en eso”, sostiene el número tres de la Junta, en respuesta a las críticas del líder popular a Vox. “Entiendo la excitación de todas las declaraciones, porque salimos de una campaña electoral y entramos en otra, pero que se sosiegue todo el mundo”, añade Bendodo, “nuestra intención es aislar al Gobierno andaluz de esa excitación. Tenemos un acuerdo con Vox y lo vamos a cumplir”.

El partido de Santiago Abascal tiene 24 escaños en el Congreso -con 350 diputados- y su capacidad de influencia desde la oposición al Gobierno de Sánchez es menor que los 12 parlamentarios de Andalucía, de los que depende la estabilidad del Ejecutivo de Moreno Bonilla. La dirección nacional de Vox, que pilotó la negociación con el PP en Andalucía, no cederá autonomía política y orgánica a su grupo en esta comunidad, y previsiblemente usará su influencia real en el Ejecutivo andaluz para seguir socavando la base electoral de Casado. De ahí sus continuas referencias a dinamitar la negociación del Presupuesto que nunca se terminan de ejecutar. “A Abascal le interesa mantener Vox Andalucía como espada de Damocles sobre el Gobierno de PP y Cs para tener en Madrid una influencia que las urnas en las generales no le han dado”, dice un veterano diputado del PP andaluz.

La redefinición de Vox que ha hecho Casado ha puesto en un aprieto al PP andaluz, que firmó con ellos un acuerdo de investidura con 37 medidas que hicieron presidente a Moreno Bonilla. De ahí que los populares andaluces hayan hecho este miércoles un esfuerzo dialéctico ímprobo para evitar ratificar las palabras de su líder, es decir, para que no quede grabada ninguna manifestación de ningún dirigente del PP andaluz calificando a Vox de partido de “extrema derecha” o “ultraderecha”. Lo primero que ha hecho el portavoz popular en el Parlamento andaluz, José Antonio Nieto, es negar que Casado usara el término “ultraderecha”. “No les llamó ultraderecha, sino extrema derecha”, dice, sin explicar la importancia de este matiz [dirigentes del PP que asistieron a la reunión con Casado en la calle Génova, como el vasco Alfonso Alonso, confirmó a los medios presentes que el presidente popular había usado indistintamente el término “extrema derecha” y “ultraderecha].

Lo segundo que hizo Nieto es explicar las palabras de Casado desde un punto de vista geográfico, más que político. “Vox está a la derecha del PP. Vox es al PP lo que Podemos al PSOE. Y eso no es una descalificación, sino simplemente una ubicación. Por eso no comparto que haya que pedirle disculpas”, sostiene, en alusión a sus socios de Andalucía. El que fuera secretario de Estado de Interior, hombre fuerte del PP en el Parlamento regional, critica que Vox tenga “la mandíbula de cristal” y les pide “que maduren”. “La mandíbula de cristal es algo que le suele afectar a los boxeadores neófitos, igual que se dan golpes hay que saber encajarlos. Uno no puede golpear y golpear, pero nunca recibir”, sostiene Nieto.

El presidente andaluz Moreno Bonilla fue el principal valedor de Soraya Sáenz de Santamaría en el congreso del PP contra Pablo Casado. Ahora es, junto al gallego Alberto Núñez Feijoo, el principal referente institucional del partido, y ambos apuestan por la moderación y han pedido a Casado el regreso al centro y marcar distancias con Vox. ¿La formación de Abascal es extrema derecha?, le han preguntado al menos cuatro veces a Nieto en una rueda de prensa en el Parlamento. “No tenemos ninguna duda”, ha dicho, tras subrayar las diferencias “en el programa electoral” y en “sus socios a nivel europeo” [en referencia al italiano Matteo Salvini y a la francesa Marine Le Pen, referentes ambos de la ultraderecha en Europa].

Vox, sin embargo, ha afeado al PP que les haya copiado puntos de su programa electoral -como la recentralización de las competencias de educación, que ahora gestionan las comunidades; o la sustitución de la Ley de Memoria por una Ley de Concordia-, y ahora les tilde de “extrema derecha”. Nieto ha puesto un ejemplo contrario, para marcar distancias con las políticas de Vox. “El PP apuesta por una regulación de la inmigración, pero no por hacer expulsiones masivas de inmigrantes. El PP no es y no defiende lo que es Vox”, confirma. Con todo, y estando a las puertas de la negociación de los Presupuestos autonómicos, Nieto ha querido suavizar el contragolpe, asegurando que Casado “no ha planteado ningún cordón sanitario” contra Vox.

La estabilidad del Gobierno andaluz de PP y Cs depende, en gran medida, de que salgan adelante los Presupuestos de 2019, que la Consejería de Hacienda prevé presentar a finales de mayo, poco antes de las elecciones municipales del día 26. La primera prueba de fuego para adivinar si la negociación con Vox va a prosperar o no se ha descubierto este mismo miércoles en el Parlamento, donde se ha debatido y aprobado el decreto ley de rebaja fiscal del Gobierno, clave para las cuentas autonómicas. Ese decreto contiene la eliminación de facto del impuesto de sucesiones y donaciones y la minoración del primer tramo del IRPF -que terminará repercutiendo más en las rentas superiores a 60.000 euros y 120.000 euros-.

La portavoz de Vox en este debate, Ángela Mulas, ha sido muy dura contra este decreto, que considera insuficiente: “Dejen de vender humo. A nosotros ya nos han decepcionado”, ha dicho. Pero inmediatamente ha confirmado el voto favorable de su formación, dando así oxígeno al Ejecutivo de Moreno Bonilla y allanando la negociación de los futuros Presupuestos.