Disculpas tras una bochornosa caza de elefantes, retirada de familiares incómodos de la web… La política comunicativa de la Casa del Rey durante estos últimos meses ha intentado dar un giro para presentar una imagen más moderna del monarca Juan Carlos I, pero se trata de medidas más de cara a la galería que para intentar gestionar una crisis. Este es el argumento que plantea El tabú de la expresividad real, una tesis doctoral de la Universidad de Málaga (UMA) pionera sobre el comportamiento informativo de La Zarzuela. En ella, su autor, Daniel Barredo, aboga por fomentar las “declaraciones espontáneas escenificadas” para flexibilizar el simbolismo de la Corona y acercarla más a la ciudadanía.
Barredo, autor de varias monografías y artículos científicos, contrapone la gestión comunicacional de la Casa Real española, “fosilizada” y anclada “a un periodo mítico como el franquismo”, con la británica. Explica que mientras aquí mostramos el reflejo de un rey “barbárico” a raíz del incidente de Botswana, Isabel II destaca por su sensibilidad. “Aunque nadie imagina el Palacio de Buckingham alumbrado con bombillas de bajo consumo, en su web encontramos una defensa del medio ambiente”, ejemplifica.
El autor se muestra muy crítico en su tesis, iniciada hace tres años y que ha merecido un sobresaliente cum laude, con la actuación de los responsables de comunicación de Zarzuela. Especialmente en lo referido al affaire Urdangarín, ya que todavía es posible encontrar fotografías del marido de la Infanta Cristina en la web oficial de la Casa Real. “Bonita forma de reconstruir la imagen pública: asociarse al 'duque empalmado' y a todas sus corruptelas. ¿Así piensan salir de la crisis institucional, marcándose goles en propia puerta?”. Un ejemplo de comunicación “con demasiada tibieza e ineficacia” en la que “se han antepuesto los intereses familiares a los intereses de la Corona”.
En este sentido, Barredo considera que las medidas puestas en marcha durante el pasado año para reaccionar a los bajos índices de popularidad tras el escándalo, como la web; el escasamente seguido canal de Youtube o incluso el programa de TVE Audiencia Abierta han sido “más cosméticas que útiles” y “no han sabido dirigirse a la nación”.
“Una institución que gestiona un presupuesto de ocho millones de euros no puede permitirse implantar unas medidas tan escasamente originales, pueriles y mal organizadas”, cuestiona. Y llama la atención sobre el hecho de que, en las más de 4.000 informaciones estudiadas en las ediciones digitales de ABC y El País, ambos medios coincidan en el 80% en las palabras sobre Juan Carlos I, “lo que evidencia que sigue vigente el consenso periodístico de la Transición”. Una actitud “cómplice” hacia la monarquía que se empieza a resquebrajar con la irrupción de nuevos medios y el empuje de las redes sociales.
De Chávez a Hermida
La investigación no podía obviar dos momentos protagonizados por el monarca: el famoso “por qué no te callas” dirigido a Hugo Chávez durante la Cumbre Iberoamericana de 2007 o la entrevista con Jesús Hermida el pasado mes de enero. Del primero, afirma que fue un peligroso ejemplo de “declaraciones espontáneas no escenificadas”, mientras que califica de publireportaje la charla con el periodista. Sí le parecen acertadas, en cambio, las disculpas ofrecidas tras conocerse la jornada de caza en África.
Barredo, que ahora está en Colombia estudiando la política comunicativa del presidente Juan Manuel Santos, hace hincapié en la importancia de la comunicación y la transparencia en la época actual -“existir significa comunicar”- y lamenta que desde los responsables de comunicación de la Casa Real, con los que no ha podido entrevistarse para conocer su punto de vista, traten a los españoles como si fueran “alumnos de una clase de Primaria”. “En un mundo cada vez más transparente, la Casa del Rey no comunica, por lo que cada vez se difumina más su impacto en la sociedad”. Y les anima a tomar medidas si no quieren desaparecer antes de 15 años arrollados por “el asentamiento de la cultura democrática, el relevo generacional, la multifragmentación mediática, el ascenso de los partidos políticos nacionalistas o la quiebra del bipartidismo gobernante”.