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Centro de Creación Contemporánea de Andalucía: cuatro años varado a orillas del Guadalquivir

Este 2016 era el año por el que Córdoba compitió ser Capital Europea de la Cultura. La ciudad no obtuvo finalmente esa distinción y, varado como esa carrera cultural, quedó uno de los emblemas de lo que pudo ser y no fue esa capitalidad: el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía se proyectó para entonces y aún hoy, a poco más de un mes de finalizar 2016, es un edificio vacío.

Construido en 2012, más de cuatro años contemplan si silueta blanca troquelada junto al río Guadalquivir, en lo que se ha convertido en emblema de la edificación de los grandes proyectos que quedaron a medias, entre la crisis y la falta de concreción del propio proyecto. Ahora, este mismo viernes, la consejera de Cultura, Rosa Aguilar, presenta el contenido que albergará este continente majestuoso por fuera que lleva años de espera por dentro y cuya última fecha de apertura prometida es este año 2016.

Hasta llegar aquí, la historia del centro –conocido popularmente en la capital cordobesa como el C4 por la suma de las iniciales de Centro de Creación Contemporánea de Córdoba con el que inició su andadura allá cuando sólo era dibujo en unos planos-  ha tenido capítulos donde las administraciones, Junta de Andalucía y Ayuntamiento, han tenido su protagonismo.

Con un presupuesto global de 27 millones de euros, el edificio fue ideado como laboratorio de creación, un centro que acogería a artistas para desarrollar sus proyectos y un espacio que daría cabida a exposiciones, performances, eventos multimedia y actuaciones. Pero la crisis dejó el proyecto varado. Su construcción se llevó a cabo siguiendo el proyecto de levantar un espacio de 12.200 metros cuadrados en cuatro plantas que serían “el gran taller de la innovación cultural de Andalucía”, con lugar para los talleres de los artistas, salón de actos, una mediateca y salas de exposiciones de superficie variable, además de un espacio para los laboratorios y diversos espacios complementarios de creación.

El edificio fue construido y quedó varado a orillas del Guadalquivir. La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento pasaron meses de desacuerdos para concluir el acondicionamiento exterior de sus accesos, condición necesaria para abrir el centro. Enzarzados en los costes de esa obra final, el Ayuntamiento finalmente no se hizo cargo de esas obras y cedió a finales de 2013 la parcela a la administración autonómica para que se encargara de su urbanización y acondicionara los accesos. Un escollo más salvado, pero sin que eso supusiera la apertura del centro.

Mientras, entre medias de las disputas entre administraciones, la definición clara de cuál iba a ser el uso del centro y lo que iba a ocupar su interior también ha sido objeto de cambio a lo largo de estos años. El frenazo que la crisis y los años en desuso habían supuesto para el edificio, provocaron las protestas de los creadores cordobeses que veían desvanecerse el proyecto inicial.

Recuperar el pulso con los creadores y dar una fecha de apertura del centro fue una de las tareas que la consejera Aguilar se propuso desde que tomó el mando de Cultura. Para lo primero, mantuvo reuniones con los colectivos de creadores cordobeses y andaluces con la intención de escuchar sus propuestas e integrarlas en el proyecto final, pero nada concreto de ello se sabe hasta este día. Para lo segundo, la fecha finalmente prometida de apertura ha sido 2016. Y lo lleva siendo todo este tiempo, en boca de la propia consejera y de la presidenta de la Junta, Susana Díaz.

Un gesto a favor del próximo funcionamiento del centro ha sido la dotación económica que la Junta prevé en los presupuestos del próximo año 2017, donde se contempla 1.450.000 euros como previsión para “el impulso y el desarrollo del centro”, según anunció el pasado 31 de octubre la propia Rosa Aguilar en Córdoba. Ese día, nada quiso detallar sobre el proyecto que encerrará finalmente este edificio fantasma, información reservada hasta la presentación de este viernes.

Sin embargo, sí anunció el traslado hasta allí de la Filmoteca de Andalucía, ubicada desde hace 25 años en la Judería cordobesa. Esta decisión ha sonado en algunos círculos como la solución de urgencia para dotar de algún contenido de primeras al edificio vacío, pero se ha encontrado con la protesta de los usuarios de la Filmoteca, que llevan ya recogidas más de 1.200 firmas contra ese traslado y han recabado apoyos de distintos grupos políticos en la ciudad: Izquierda Unida y Ganemos Córdoba han mostrado su desacuerdo, mientras que PP y Ciudadanos han visto con buenos ojos que la sede actual de la Filmoteca se deje vacía para aprovecharlo como ampliación del Palacio de Congresos de la ciudad, situado en un edificio contiguo.

Ahora, a un mes y trece días de que termine 2016, la incógnita de qué, quiénes y cuándo se habitará este edificio fantasma ¿se despejará?