De un debate presupuestario en un Parlamento con mayoría absoluta se pueden esperar pocas sorpresas. El de este miércoles en la Cámara andaluza pasará a la historia por ser el primero en el que dos grupos de la oposición -PSOE y Por Andalucía- renuncian a presentar sus enmiendas en el debate final -algo inédito hasta hoy-; el partido del Gobierno (PP) responde presentando las enmiendas de la oposición a su propio Presupuesto -algo más raro aún-; y estos terminan rechazando su tramitación.
Todo esto ante el desconcierto del presidente de la Cámara, el popular Jesús Aguirre, que terminó echándose las manos a la cabeza mientras el letrado mayor y varios diputados del PP trataban de explicarle aquel embrollo: “¡Me estáis liando! ¡Pero qué follón habéis liado!”, abroncó a la bancada popular a micrófono abierto.
En un debate final de Presupuestos con una mayoría absoluta en el Parlamento, la intriga está en los pequeños detalles. El último misterio sobre las cuentas del Gobierno de Juan Manuel Moreno para 2023, antes de su aprobación este jueves, era el número de enmiendas admitidas a la oposición y el dinero que éstas pueden movilizar, en un montante total que rebasa los 45.000 millones de euros.
El impacto económico se preveía mínimo, pero la contrapartida política para Moreno era beneficiosa, siendo su objetivo demostrar que puede “gobernar con mayoría absoluta como si no la tuviera”. Aceptar simbólicamente propuestas puntuales de sus rivales y alejarse del efecto “rodillo” que aplasta a la oposición, algo que jamás hizo el PSOE en 37 años de gobierno.
Los socialistas, sin embargo, se esmeran en visibilizar justo lo contrario: que la pretendida moderación de Moreno es “impostada”, que su vocación es el “rodillo” y que su Presupuesto es “muy de derechas”.
Estos eran los mimbres del debate presupuestario cuando se produjo el hecho diferencial que ha abierto un alambicado debate paralelo sobre plazos, reglamentos, derecho administrativo y hábitos parlamentarios: PSOE y Por Andalucía registraron sus enmiendas parciales al Presupuesto fuera del plazo establecido -el pasado lunes a las 12.00 horas-, y el PP aprovechó ese error para dinamitar la imagen de sus adversarios.
El tropiezo de las izquierdas con el trámite parlamentario del Presupuesto es un embrollo de difícil digestión para el ciudadano de a pie, pero también para el propio presidente de la Cámara, que ha terminado con un cacao morrocotudo acentuado por la estrategia sorpresiva de su propio partido, que Aguirre desconocía, para menoscabar la imagen del PSOE. “¡Esto me lo tienes que avisar antes, Toni [Martín]”, se le ha escuchado dirigirse al portavoz popular. El debate, por tanto, ha quedado eclipsado por una guerra por el relato entre las dos grandes formaciones, totalmente ajena a las cosas del comer.
Registro tardío
El asunto empieza así: el pasado lunes 19 de diciembre, a las 12 horas, terminaba el plazo para que los grupos registraran el mantenimiento de sus enmiendas parciales a los Presupuestos de 2023. No es un plazo reglamentario, pero sí estaba aprobado por unanimidad de la Mesa de la Cámara y publicado en el Boletín Oficial del Parlamento (BOPA) desde hace cinco meses. PSOE-A y Por Andalucía registraron tarde sus enmiendas, un trámite necesario para volver a debatirlas en el Pleno final y apurar la negociación hasta el último minuto con el PP.
En realidad, esas propuestas parecían tener poco futuro, porque previamente la Comisión de Hacienda había tumbado las 1.326 enmiendas de todos los grupos de la oposición -que movilizaban más de 12.000 millones de euros-, a excepción de tres de Vox y una del PSOE. Pero eso no significa necesariamente que el Gobierno no terminase aceptando alguna de ellas, tras negociar modificaciones con los grupos durante el Pleno, justo antes de la votación. En la negociación del Presupuesto de 2021, el PP incorporó 41 enmiendas de la oposición a la ponencia del texto, 23 en la Comisión de Hacienda y 11 in voce en el mismo Pleno, dos de ellas pactadas con el PSOE.
Fuentes del PP aseguran que había 21 enmiendas vivas de la oposición al Presupuesto de 2023, esto es, propuestas que la Junta tumbó en la comisión de Hacienda, pero seguía abierta a negociarlas con un texto alternativo: siete de ellas eran de Vox, tres de Adelante, seis del PSOE y cinco de Por Andalucía. El responsable de Hacienda del grupo popular, Pablo Venzal, se reunió después del lío del registro con los portavoces de la oposición, pero ninguno de estos entendió que se estaba negociando en firme. Todos lo niegan categóricamente.
En cualquier caso, el registro tardío de las enmiendas provocó una convulsión interna en ambos grupos. En el caso del PSOE-A, además, una petición de dimisión al secretario general, Juan Espadas, por parte de uno de sus rivales en las primarias, Luis Ángel Hierro, afeándole que haya descolgado al principal partido de la oposición del debate más importante del año.
El tropiezo llega en un momento crítico para los socialistas, que hace dos días vieron cómo el CIS andaluz proyectaba un hundimiento de sus expectativas electorales. Espadas no ha estado presente hoy en el Parlamento andaluz. Tampoco en el Senado, donde ha votado de forma telemática, por un problema familiar.
Quedaba un margen reglamentario para que tanto los socialistas como Por Andalucía rescatasen sus enmiendas tardías, volviendo a presentarlas in voce (a viva voz) en el mismo Pleno. Pero para que esa vía prosperase, necesitaban el voto unánime de los 109 diputados, es decir, necesitaban la connivencia dadivosa de PP, Vox y Adelante Andalucía.
El martes, tras la catarsis interna por el “olvido”, los socialistas tantearon a Aguirre de manera informal para saber si contarían con el voto favorable del resto de grupos para rescatar sus enmiendas en el Pleno. Según su versión, el presidente de la Cámara les aseguró que el PP les apoyaría, pero Vox “ni muerto”. El PSOE no preguntó directamente al grupo de extrema derecha, pero en la reunión de la Mesa del miércoles, su portavoz confirmó que no tenía inconveniente en votar a favor.
Con esa información, la portavoz socialista, Ángeles Férriz, acudió a la reunión de la Junta de Portavoces y planteó que si ya contaba con la unanimidad necesaria, las enmiendas tardías podían reactivarse en el debate final de Presupuestos. Pero entonces el portavoz del PP cambió de registro al enterarse de que Vox apoyaba la iniciativa socialista. Martín ya no dio por seguro el apoyo de sus 58 diputados, y emplazó al PSOE al momento de la votación en Pleno.
Esta decisión, con matices, se repite en la versión de todos los portavoces allí presentes. Vox suscribe la versión del PSOE y de Por Andalucía, pero afea a los socialistas que “para saber lo que va a votar su grupo, pregunten al PP en vez de a nosotros”, y asegura que los populares se han “aprovechado de esa situación”.
La reacción de Férriz y la portavoz de Por Andalucía, Inmaculada Nieto, fue anunciar que renunciaban a presentar sus enmiendas en el Pleno, porque no se fiaban de la reacción del PP. Martín tomó la palabra durante la Junta de Portavoces: “Percibo una cierta intención de culpabilizar a otros de los errores que han cometido ellos al llevar tarde esas enmiendas al registro”, dijo. Acto seguido aseguró que su grupo votaría a favor de rescatar las propuestas in voce de PSOE y Por Andalucía para seguir negociándolas y así evitar darles “la excusa perfecta” para acusar a Moreno de “gobernar a golpe de rodillo”.
Los dos grupos afectados seguían sin fiarse e insistieron en que renunciaban al último procedimiento reglamentario para defender sus enmiendas. De modo que sus propuestas al Presupuesto sobre sanidad, educación, empleo, etc... se han debatido, pero no se votarán el jueves, no habrá lugar para negociarlas con el PP y, por supuesto, no cambiarán una coma del proyecto presupuestario del Gobierno.
Nieto insistió en que sus enmiendas no habían llegado “fuera de plazo”, porque esperaban una notificación que nunca llegó; mientras que Férriz denunció el “juego sucio” del PP y la falta de cortesía parlamentaria para enmendar “un error humano”.
De la bronca al caos
Con este ambiente caldeado se llegó al inicio del debate presupuestario, que al principio de la mañana se antojaba aburrido y previsible. Aguirre explicó el procedimiento reglamentario para recuperar las enmiendas tardías de PSOE y Por Andalucía, pero sus portavoces reiteraron que no harían uso del mismo.
Nieto sugirió que el Parlamento estaba incumpliendo el artículo 75 del reglamento, porque no habían transcurrido las 48 horas preceptivas entre la notificación del dictamen de Presupuestos a los grupos -el lunes a las 17.20 horas- y el inicio del Pleno que debía aprobarlos. La diputada le había preguntado directamente al letrado mayor de la Cámara si por incumplir ese punto del reglamento, el Pleno de Presupuestos estaba “en fraude de ley”. El letrado no dio una respuesta concluyente, pero explicó que los plazos abreviados eran “muy ajustados”.
El dictamen del Presupuesto se notificó a los grupos a las 17.20 horas del lunes, es decir, cinco horas después del plazo límite para registrar las enmiendas. El PSOE ha pedido al letrado un informe jurídico sobre este asunto y baraja “impugnar” la celebración del Pleno y todo su contenido, convencido de que esto podría tumbar los Presupuestos Andaluces para 2023. No existe, en realidad, algo parecido a la impugnación de un Pleno en la historia parlamentaria.
El artículo 75 del reglamento de la Cámara dice que ningún debate con votaciones puede comenzar hasta que hayan pasado “al menos 48 horas” desde que se ha distribuido a los grupos el dictamen “que haya de servir de base al debate”, pero añade una coletilla: “salvo acuerdo en contrario de la Mesa del Parlamento o de la Comisión debidamente justificado”. El calendario de tramitación del Presupuesto para 2023 fue acordado en la Mesa por unanimidad el pasado agosto, con el voto del PSOE.
A estas alturas parecía que habían pasado muchas horas, pero en realidad el debate presupuestario acababa de empezar. En su turno, el portavoz del PP hizo algo sin precedentes en la Cámara que provocó un repentino caos propio de una película de los hermanos Marx. Martín anunció, por sorpresa, que si PSOE y Por Andalucía no presentaban sus enmiendas al Presupuesto, lo hacía el PP. Es decir, los populares hacían suyas un puñado de propuestas de la oposición, modificadas con la redacción alternativa del Gobierno, y sin haberlas negociado previamente con sus autores.
Nadie estaba avisado de este giro argumental, ni los grupos autores de las enmiendas ni los servicios jurídicos de la Cámara. Se produjo un revuelo, un montón de preguntas cruzadas y de miradas de incredulidad. “¿Pero de quiénes son las enmiendas? Nosotros no hemos presentado enmiendas in voce”, decía Nieto. “Pero, ¿son nuestras?”, preguntaba la diputada de Adelante Andalucía, Maribel Mora, porque Aguirre se las había atribuido erróneamente al grupo de Teresa Rodríguez. “Pero, ¿esto qué broma es?”, dijo Férriz, tildando el momento de “imagen bochornosa”. “¡Quieren hacer de Gobierno y de oposición!”, se oyó protestar a otro diputado socialista.
Al presidente de la Cámara le llovían las preguntas de desconcierto de todos los grupos y las explicaciones del letrado y de otros miembros de la Mesa, que le rodeaban en ese momento. Aguirre no atinaba con las respuestas. “¡Me estáis liando!”, se le oyó, indignado. El letrado le puso en la mano un puñado de papeles, las enmiendas de la oposición que quería presentar el PP, y el presidente terminó apartándolas como quien se quita una mosca de encima. “¡Qué follón habéis liado!”, dijo dirigiéndose a la bancada popular.
El portavoz popular de Hacienda, Pablo Venzal, intervino para tratar de explicar el lío -“una decisión de última hora del grupo”, explican en el PP-, y Aguirre terminó de perder la paciencia con los populares: “¡Usted me tendría que haber informado previamente de esto para informar a los servicios jurídicos!, ¡Lo que no puede hacer es entregarme ahora un taco de enmiendas sin saber nada por parte de la Mesa!”, protestó, ofuscado.
El girigay se desatascó cuando Nieto anunció que rechazaba sus propias enmiendas, modificadas por su cuenta por el PP.
Mientras los populares se esforzaban en demostrar que las izquierdas habían tejido una estrategia para acusar precipitadamente al Gobierno de Moreno de actuar con rodillo, hasta el punto de sacrificar sus propias enmiendas; PSOE y Por Andalucía afeaban al PP que hubiera hecho un “uso torticero” del reglamento y de los plazos parlamentarios para arrinconarles, y distraer del “uso evidente del rodillo”.
Bajo la guerra de relatos y estrategias partidistas quedó sepultado un debate de cifras y políticas públicas que afectarán a los 8,5 millones de andaluces el próximo año. Un debate sobre bajada de impuestos, inversión, fondos europeos, gasto sanitario, personal docente, infraestructuras pendientes, renta mínima, pobreza infantil y obras hidráulicas frente a la sequía. Todo en un segundo plano.