Coria del Río: la puerta acuática de Sevilla que mira su futuro por los túneles de la SE-40
Ahí está Coria del Río (Sevilla), viendo pasar la historia. Como puerto privilegiado de la lámina de agua que invita, dejando atrás Doñana, a trajinar el Aljarafe y la misma Sevilla. Un pueblo milenario que otea su futuro a través de los túneles de la SE-40, con los ojos rasgados por los usos tradicionales que languidecen y la sombra de la tragedia del Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante.
Y la tierra coriana inició la actual etapa de democracia cercana saltando sobre los escombros de la dictadura. “A la primera oportunidad, el pueblo de Coria rompe con el franquismo”, resume Juan Manuel Tejada, concejal de aquel primer Gobierno local del Partido Comunista de España (PCE) que encabezó el primer alcalde elegido en las urnas desde la Segunda República, Antonio Asenjo.
“En la campaña electoral entrábamos en casas y nos decían ‘rezo por vosotros, porque salgáis’… tenían el cartel de campaña, que era la foto de Antonio, en un marco con velas”, sonríe Tejada. Fueron las primeras “y únicas” elecciones que los comunistas ganaron en Coria.
Porque la democracia entró a saco por la ribera del Guadalquivir. El PCE arrasó aquel martes 3 de abril de 1979. Mayoría absoluta en los comicios que desterraban la dictadura de Francisco Franco: 4.690 votos (47,46% del total) y 11 de 21 concejales. Desde entonces, 9 de 14 alcaldías han sido para el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con etapas andalucistas como la actual con Andalucía X Sí (AxSI).
La veta ancestral del Guadalquivir
Coria del Río está a las puertas de Sevilla, es atalaya de la comarca del Aljarafe y una de las tierras que acaricia el Parque Nacional de Doñana. Atesora esa veta ancestral del Guadalquivir, desde el trasiego de las civilizaciones históricas a trabajos que subsisten al tiempo y las crisis.
O la pesca. 'Mientras haya albures, no te apures' dice un refrán que ejemplifica el recurso económico que supone el gran cauce fluvial andaluz. Y la carpintería de ribera o el paso del río en barcaza, actividades que permanecen ancladas a la tradición. Y los ladrillos de taco coriano. E intentos de aunar historia y turismo, como el rastro de Japón en Sevilla, de esos ‘japones’ del sur de Europa.
Pero, ¿dónde está hoy el tajo? ¿Y mañana? “La SE-40, el futuro de Coria pasa por ahí”, responde sin dudar Juan Manuel Tejada. “Coria no es un sitio de paso, aquí si vienes es porque tienes que venir, y es la primera vez que el pueblo tiene la oportunidad de acoger una vía de comunicación de camino a algún sitio”, asiente.
La SE-40, y los proyectados túneles bajo el río Guadalquivir, aparecen como posible bisagra del rumbo histórico de Coria. “Desde punto de vista económico, no sé si estará en la mente de quienes gobiernan el Ayuntamiento, el término municipal son unas 6.000 hectáreas y unas 5.000 están en aquel lado del río, hasta ahora sólo con uso agrícola”.
Ahí, subraya, la vía de circunvalación conecta con “el polígono industrial Carretera de la Isla, que está saturado”. Oportunidad pintiparada para la “expansión económica”, dice, de Coria del Río. Un pueblo “que no tiene industria, cuya empresa más importante es el Ayuntamiento” y dependiente del “cinturón” de Sevilla.
Hoy sólo navega “lo lúdico”
Quizás la SE-40 para atacar los “déficits” que arrastra el pueblo. Como en “equipamiento público”. Una rémora que no solucionó, como en localidades del extrarradio sevillano, “ni el boom urbanístico”. Un problema que enlaza con el mismo que Coria vivía al ingresar en la nueva etapa democrática.
“¿Por qué ganamos nosotros las elecciones? Había una riqueza civil de conciencia política, de ganas de cambio en aquella pura transición, mucha sociedad civil organizada en torno al antifranquismo”, enumera. Como el propio Tejada, histórico sindicalista de CCOO al que Coria quiso homenajear en las calles.
Pero el que fuera concejal comunista en el 79, y alcalde tras la renuncia en aquel mandato de Asenjo, dio otro golpe de conciencia: dijo “no”, y que mejor pusieran a aquel trozo de pueblo “plaza de la Libertad”. Como así se llama hoy.
Retomando, aquellos “antecedentes” de “lucha antifranquista” metieron una victoria mayoritaria del Partico Comunista en el flamante Ayuntamiento ribereño con 11 concejales. Las elecciones locales españolas de 1979 dejaron segundo a los socialistas, con 7 ediles, y cerraba el plenario la derecha de la Unión de Centro Democrático (UCD) con un trío de escaños.
“Hoy está muerto, no queda nada de todo ese movimiento social, obrero y antifranquista”, lamenta Tejada. De aquellos polvos, estos lodos. “Con los datos actuales… la situación es frustrante, lo que hay es muy negativo”, continúa. La reivindicación fue quedando varada y ahora solo navega “lo lúdico”, confiesa.
La Memoria y Blas Infante
El PSOE ha sido el partido hegemónico en Coria con 9 de 14 alcaldías. Los socialistas tomaron el bastón de mando desde aquella victoria inicial del PCE y desde el 83 enlazaron triunfos hasta 1995. Ahí entró el Partido Andalucista, que caía en pleno mandato con una moción de censura que dejó al frente, de nuevo, al PSOE.
Y de ahí, hasta 2013, cuando una maniobra plenaria arrebató la Alcaldía a un PSOE en caída libre. La nueva moción de censura fue apoyada por Partido Popular, andalucistas e Izquierda Unida, crucial con su voto para torcer la legislatura.
El PA ha repetido en el despacho principal del Consistorio de la añeja calle Cervantes, con Modesto González como alcalde ahora en las filas de Andalucía X Sí (AxSI). El regidor ha bailado entre apoyos de comunistas, independientes exsocialistas y la derecha del PP. Ahora gobierna en solitario.
Blas Infante. Y la Memoria Histórica. “Quizás uno de los últimos movimientos sociales que tienen hilo con aquella memoria antifranquista”, recuerda Tejada enlazando con aquella sociedad “luchadora” del 79. O que tenían, matiza.
Lamenta la “indignidad” de trasladar el monumento a las víctimas del franquismo a espaldas de las propias víctimas dio una estocada casi mortal. “Una lástima”, refiere, en un pueblo “históricamente” atado a las “reivindicaciones”, páginas demostradas “claramente en toda su tradición anarquista y de la Segunda República”.
Coria, siempre viendo pasar la historia. Coria, siempre con la sombra que convirtió la Villa de la Alegría de Blas Infante en un portal vivo de la tragedia. Desde los símbolos de la patria andaluza que nacieron a orillas del antiguo río Betis al rastro de una memoria íntima todavía enterrada en fosas y cunetas. Y Coria del Río, con los túneles de la SE-40 como prismáticos desde los que atisbar un cierto futuro.
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