Enmarcada por el verde y amarillo de los campos de olivo, girasol, cereal o garbanzo, está Paradas, una localidad de la comarca de la Campiña de Sevilla que en estos 40 años de democracia local ha cambiado sin dejar atrás sus raíces agrícolas, avanzando en sus infraestructuras y servicios públicos, pero sin dar de lado reivindicaciones fruto de haber estado siempre a la sombra de grandes municipios como Arahal, Carmona y Marchena. En materia educativa, sanitaria y laboral, pero también en transporte y comunicaciones, pese a estar a los pies de la A-92, siguen haciendo falta mejoras y son motivo de lucha para los paraeños, paradeños o paradenses.
En un momento en el que la atención recae sobre el fenómeno del envejecimiento y la despoblación, los alcaldes de los medianos y pequeños municipios saben que es el momento idóneo para reclamar aquellos servicios que competencialmente no pueden prestar y que son claves para su subsistencia. El alcalde de Paradas, Rafael Cobano (Adelante Andalucía), tiene claro que “para que la gente se quede en los pueblos, además de trabajo, hacen falta servicios”. Y su pueblo precisa de un servicio de Urgencias del que ahora carece. “Tenemos un centro de salud estupendo, pero desde el viernes a partir del mediodía ya no tenemos servicio sanitario ninguno. Estar tan cerca de Arahal (8 kilómetros) nos impide contar con Urgencias”, critica. No es lo único, porque desde que en el año 2003 se lograra tener un instituto de Enseñanza Secundaria, no se ha logrado completar con Bachillerato, que hay que cursarlo también este vecino municipio.
Por su dependencia del campo, con lo que ello supone de trámites de sus vecinos ante el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) y del Instituto Nacional de Empleo (INEM), también les sería preciso tener alguna atención. “Les hemos propuesto a ambas administraciones que vinieran dos días a la semana, incluso hemos dispuesto espacio y funcionarios, a los que ellos tendrían que formar para poder prestar ese servicio, pero no tenemos respuesta. Se pasan la patata caliente de una a otra”, reprocha el regidor.
“Nos dicen que hay pueblos que están muchísimo peor que nosotros, y es cierto, pero sigue habiendo servicios básicos que hacen falta y estamos colgados. Por eso tenemos que seguir luchando”, insiste Cobano. Y en este punto, aprovecha para recordar cómo el discurso político de la movilidad sostenible hace aguas cuando se reduce el número de autobuses que conectan con Sevilla, capital de la que tan sólo les separan 54 kilómetros por la A-92, o la merma del servicio de trenes de Media Distancia y Cercanías en la línea Sevilla-Málaga, que les afecta directamente aunque las estaciones estén en Marchena y Arahal.
Estas demandas son de un pueblo que cuenta, según el padrón del pasado año, con 6.924 habitantes, y le es necesaria una respuesta porque aunque su población permanece estable en las últimas décadas en torno a esa cifra, lo cierto es que sus vecinos conocen bien lo que es la emigración: en 1970 residían 10.215 personas, de las que más de 3.000 se marcharon a Francia, Alemania o Catalunya antes de llegar a 1980, donde fue tan fuerte la presencia de paraeños que se creó una asociación cultural de Hijos de Paradas en Hospitalet de Llobregat. Aunque aún no se puede hablar de despoblación, lo cierto es que se han perdido un centenar de vecinos en los últimos años, y desde el ayuntamiento no se quiere bajar la guardia.
Jóvenes y participación ciudadana
Para suplir las carencias y evitar que los vecinos se marchen, nada mejor que buscar medidas para la juventud y su empleabilidad. Anticipándose a lo que son los planes de la Junta de Andalucía Emple@Joven y Emple@30+, el ayuntamiento puso en marcha en 2012 un programa para jóvenes titulados superiores por el que se les ofrece un contrato por tres meses y 5 horas diarias para realizar trabajos para el municipio y un salario aproximado de 1.000 euros. “Gracias a esta iniciativa, tienen su primer contrato y así adquieren experiencia laboral en aquello para lo que se han preparado, algo que suele ser el primer escollo al que se enfrentan al buscar un empleo”, explica el alcalde, satisfecho del resultado de esta medida de la que ya se han beneficiado 140 jóvenes. Además, redunda en beneficio del propio consistorio. Así, entre otros, una joven licenciada en Francés ha traducido la página web el ayuntamiento, mientras otro joven biólogo ha hecho un catálogo de todos los árboles de la localidad y está preparando informes de flora y fauna para la puesta en valor de un camino público de 6 kilómetros que lleva a un merendero.
La participación ciudadana es otra de las claves para inyectar vitalidad a la población. En este sentido, el ayuntamiento ha sido uno de los motores que ha impulsado el potente tejido asociativo de Paradas. Sin ir más lejos, existen una treintena de asociaciones vecinales, de mujeres, culturales, empresariales, amén de las religiosas, siendo las más numerosas las deportivas, de las que hay hasta 18. “Hace nueve años ya hablábamos de participación ciudadana cuando nadie lo había. Íbamos calle por calle para conocer de primera mano los problemas de los vecinos y consultar con ellos las soluciones. Cuando las cosas no se hacen así, la gente no lo siente como cuyo y lo normal es fracasar”, argumenta.
El crecimiento exponencial del movimiento asociativo ha coincidido con la llegada a la alcaldía de Cobano, heredero de una larga tradición de gobiernos de izquierdas desde 1983 (el primer mandato fue para UCD). Una alternancia entre PSOE e IULV-CA que siempre se ha traducido en gobiernos en minoría hasta 2011, año en el que la coalición de izquierdas logró una mayoría absoluta que sigue manteniendo.
Los secretos del pueblo
Además del misterio que rodeó aquella página negra del país por el famoso crimen de Los Galindos y que coloca a Paradas en el mapa, también hay otro tipo de secretos menos macabros y más interesantes, en este caso artísticos, que son un filón turístico para este municipio. En su Iglesia de San Eutropio, una joya del Barroco, se esconde un tesoro: La Magdalena Penitente de El Greco, pintada entre los años 1580 y 1585. La calidad de la obra, que se atribuye por su factura al propio pintor, es tal que fue cedida para formar parte de la exposición que en 2014 se organizó en Toledo con motivo del IV centenario de su muerte y que reunió 90 obras del artista venidas de todo el mundo.
Si hay otro atractivo oculto en Paradas esa es la casa de José Luis Romero. Yeserías, artesonados, fuentes y azulejos conforman el Carmen de los Arrayanes, diseñado por Romero siguiendo, estudiando e investigando las técnicas de los artesanos nazaríes de la Alhambra y que han acabado por convertir su vivienda particular en un museo. “Por esta razón solo es visitable dos días a la semana, con horario restringido y con cita previa”, se justifica. Romero no sabe dar una razón precisa de su pasión, que le ha costado doce años de trabajo y más de 140 viajes al monumento granadino para documentarse, pero se siente orgulloso de que su pequeño palacete sea ahora reclamo turístico de Paradas y también cinematográfico, ya que su casa se ha convertido en plató de algún que otro rodaje.
Pese a su afán por vivir como hace 500 años, Romero es capaz de ver la dimensión de la evolución de su pueblo que, aunque siempre vivió del campo, ha sabido “adaptarse y mejorar en todos los niveles”, haciendo especial hincapié en la educación que, a su juicio, ha supuesto el mayor salto diferencial en ese viaje en el tiempo a 40 años atrás.