Los pelotaris andaluces buscan conservar un deporte con dos siglos de historia en Almería: “Necesitamos sangre nueva”

- “¿Vosotros qué hacéis jugando a pelota?”

- “Pues lo mismo que vosotros”.

José Manuel Cruz, secretario general de la Federación Andaluza de Frontón, tiene la respuesta preparada para cuando los clubes almerienses compiten en el País Vasco. Porque por mucho que se desconozca, el frontón cuenta con una extensa costumbre en Andalucía y es el deporte reglado más antiguo en la provincia de Almería. “Alguna gente todavía se extraña de que haya afición y mucha tradición a la pelota”, resalta el presidente de la federación, Francisco Ros. En Andalucía existe un grupo de aficionados que pelean para que este deporte se mantenga vivo. “No es una cosa nueva”, subraya Cruz.

En 1830, según los documentos oficiales, el Ayuntamiento de la localidad almeriense de Terque recordó a los ciudadanos con un 'Bando de Buen Gobierno' que estaba prohibido jugar al frontón en las horas en las que se realizaran funciones religiosas en su iglesia. La multa eran dos ducados. Para finales del siglo XIX, el deporte de la pelota eclosionó en la provincia de Almería y la capital contaba con cuatro frontones.

Las explotaciones mineras de la provincia hicieron que llegase mucha mano de obra proveniente principalmente del País Vasco en el siglo XVI. Los repobladores trajeron sus costumbres y la pelota vasca se asentó tanto en Almería como en Huelva. El profesor Donato Gómez-Díaz, recoge en su estudio 'En el origen del deporte popular de Almería: la Pelota Vasca, 1880-1950' que lo que había sido un juego exclusivo de las clases pudientes tornó, como apunta Cruz, en el “deporte rey” a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Se aprendía a jugar en cualquier lugar. Sólo bastaba una pared. La primera noticia en prensa con respecto a este deporte es de enero de 1894, cuando se inauguró en la ciudad de Almería el Frontón Jai-Alai. Le seguirían el Fiesta Alegre, el Beti-Jai y el Vizcaíno. La repercusión social de la pelota creció. Gómez-Díaz explica que el número de niños practicantes ascendía y que para 1895 algunos ya tenían problemas con la justicia debido a los destrozos: “los reincidentes deberían terminar en el calabozo por los pelotazos que propinan a los viandantes y la rotura de cristales”.        

Pérdida de influencia  

Pero a mediados del siglo XX, la popularidad de la pelota vasca sucumbió. Las masas se volcaron en otras actividades deportivas y el fútbol ganó protagonismo. El interés decayó hasta convertirlo en un deporte “minoritario”. Del millar de federados con los que contaba Andalucía hace algunas décadas se pasó a los apenas 300 actuales.

Francisco Ros recuerda aquel tiempo donde en Almería había varios frontones y el público se concentraba para ver los partidos. El presidente de la Federación Andaluza de Frontón es además uno de los pelotaris más aclamados. Reconoce que cuando se inició, con 18 años, era “muy malo” pero pronto “se enganchó”. La constancia es clave para un deporte que, como explica Cruz, “no se puede jugar de la noche a la mañana. La pelota requiere tiempo”.

“Quedamos los cuatro chalaos a los que nos gusta”, resalta Ros. Una parte de los “enamorados” de este deporte no decaen en su empeño de promocionarlo y han creado la página web 'Frontón en Almería y Andalucía'. “Es el portal deportivo más completo de todo el país”, dice Cruz, ya que recoge datos, imágenes y estadísticas de la pelota en nuestra comunidad desde el siglo XIX.

En todo este tiempo el bastión de la pelota vasca en Andalucía ha sido la provincia de Almería. El Club Pelota Almería y el Club Pelota Benahadux son los dos representantes andaluces en Primera División, la segunda categoría nacional. Por herencia histórica hay muchos pueblos pelotaris como Benahadux, Alhama, Gádor, Viator, Íllar. La Federación intenta con distintos campeonatos anuales en todas las categorías y disciplinas expandir el interés de la pelota en otras provincias aunque sin apenas resultados.

Dificultad técnica

“¿Qué fue antes el huevo o la gallina?”, se pregunta José Castroviejo, pelotari del Club Frontón Atlético Hispalense. “Yo lo juego porque lo jugaba mi padre”, dice su compañero, Manuel Rojas. En la actualidad el Club Pelota Urkiola de Marbella cuenta con sólo siete federados que “ya tienen una edad”. “Necesitamos sangre nueva”, dice uno de sus miembros, Ignacio Urquijo.

“Aquí ya no hay arraigo”, lamenta José Pérez, presidente de Club Amigos del Frontón. Esta asociación deportiva sevillana tiene como objetivo dar a conocer el juego de la pelota en sus modalidades de mano y paleta-goma. Pérez, al que todos conocen como Pepe El Zurdo, lleva desde mediados del siglo pasado pegándole al frontón. “Es un deporte duro y los niños que se inician se aburren porque quieren jugar y no le dan a la pelota”. La dificultad técnica del deporte requiere paciencia, pero “una vez se coge el toque, engancha”, dice Pepe Pérez, hijo de El Zurdo. Su hermano, Kiko Pérez, que completa esta saga de pelotaris, dice: “La pena es que todo es fútbol”.

“La pelota vasca no despega porque requiere de un sentido de la posición y de la anticipación muy preciso. Si al dar dos pelotazos no se controla, esa persona se va a otro deporte”, explica Ignacio Gross, miembro fundador de Urkiola. Este pelotari, que juega en la actualidad en el frontón que Jesús Gil mandó construir en San Pedro de Alcántara (Málaga), también resalta que es un deporte “caro”. Tanto las herramientas (las palas y las paletas) como las pelotas están hechas de forma artesanal. “Es otro factor disuasorio”.

En los centros deportivos municipales el frontón tampoco forma parte de la oferta de actividades. “Falta personal fijo, alguien que esté ahí y que se preocupe de que tuviéramos a los críos jugando”, dice Ros. La Federación sabe que depende de las administraciones locales para poder subsistir. “Si hay 200 equipos de fútbol, 23 de baloncesto y tantos más de balonmano y uno o dos de frontón, pues van a la mayoría con lo cual a nosotros nos siguen dejando”, dice Cruz.

Este “arrinconamiento” junto a la dificultad propia para iniciarse en este deporte motivan su desconocimiento. Son los principales retos para el impulso de la pelota en Andalucía al que también se suma la falta de instalaciones adecuadas para su práctica.

Frontones olvidados

Andalucía cuenta con numerosos frontones repartidos por todo su territorio. “Lo que pasa”, según Cruz, “es que al ser un deporte minoritario, las administraciones no se vuelcan para acondicionarlos”. Esto provoca que muchos estén olvidados.

Pepe El Zurdo, memoria viva del frontón sevillano, repasa todos los lugares en los que ha jugado desde mediados del siglo pasado: la azotea del Club Natación en la Calle Trastamara, el de Piscina Sevilla, los tres frontones de la Universidad Laboral (ahora Universidad Pablo de Olavide), el del Club Militar, el del Club Pineda, el de los Maristas… Este octogenario tiene anécdotas pelotaris a rabiar y ha compartido pista con Pepe Luis Vázquez, Alfonso Ordóñez, Julio Pérez 'El Vito'… “Los toreros y principalmente los banderilleros jugaban mucho ya que ellos entrenan el correr para atrás”, dice.

El Zurdo sigue echando sus partidas dos veces en semana. Ahora lo hace en el Centro Deportivo Huerta del Perejil en un frontón que, sin embargo, no es apto para la competición. Allí practica la pareja de la modalidad paleta-cuero Castroviejo y Rojas, que llevan compitiendo desde 2014 sin un frontón habilitado. “Tenemos que ir a Huelva a entrenar”, apunta Rojas. Aún así, han quedado recientemente subcampeones en el Campeonato de Andalucía de Frontón disputado en Almería. Buscan que este “éxito” se convierta en una oportunidad para que el Instituto Municipal de Deportes del Ayuntamiento de Sevilla les ayude a tener “una cancha reglamentaria”. “Pedimos la colocación de una red cenital y otra lateral para poder jugar”. Pero, “los frontones no son rentables políticamente”, remata el presidente de la Federación.

“Cuando tenemos resultados, aparecemos en el mapa. Lamentablemente hay que esperar a ganar algo”, dice Urquijo. El Club de Pelota Urkiola sí cuenta con una malla protectora en sus instalaciones, pero estas no están cubiertas. Como en la sevillana de la Huerta del Perejil, la práctica del deporte queda a expensas de la climatología. “Jugar en una instalación techada es como jugar a otro deporte”, explica Urquijo, que pide la remodelación de los frontones ya que “es la única manera de ser competitivos”. Su compañero, Gross, acude al dicho de la pescadilla que se muerde la cola: “Si no hay nadie para jugar, para qué se va a gastar el dinero en arreglar el frontón. Y no se juega porque el frontón no está en condiciones”, dice. Pepe Pérez también apunta a que las administraciones se centran en saciar otra demanda: “En un frontón se hacen 3 o 4 pistas de pádel, algo que no se conocía hasta que Aznar salió en la tele jugando”.

Gross dice que para jugar a la pelota “hay que tener afición. Te tiene que gustar con delirio”. En Andalucía “hay un grupito bueno de pelotaris” huérfanos de medios e instalaciones, pero con muchas ganas “de levantar este deporte”. Se necesitan más “majaretas” para que la respuesta de Cruz siga siendo válida en el País Vasco.