Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

Más allá de la amnistía el mundo gira

29 de septiembre de 2023 21:45 h

0

La coyuntura que vivimos nos atrapa de nuevo en la espiral de amnistía y referéndum. Lo hace porque, tras la investidura fallida de Feijóo, Pedro Sánchez necesita los votos de nacionalistas e independentistas vascos y catalanes para sacar adelante su gobierno PSOE-Sumar. La cuestión es en verdad polémica, suscita controversia en la calle, en charlas con amigos y familiares. Pero en la esfera político-mediática de forma amplificada, exagerada, como si solo eso importara. Y la gente está cansada, lo estamos. Otros temas nos interpelan en lo diario. 

En mi anterior columna, tras el terremoto de Marruecos, apunté cómo mientras PP y Vox lanzaban su enésima campaña del “Se rompe España” nuestro país es el único que no ha traspuesto la normativa antisísmica de la UE pese a ser el más expuesto al choque de placa africana y euroasiática. Me alegra y agradezco que al poco Sumar haya registrado ante la mesa del Congreso una pregunta para intentar remediar tal disparate. Otros asuntos reclaman atención, lucidez y recursos.

Así, en vuestra realidad cotidiana, ¿no vivís la proliferación de casos de cáncer, entre gente cada vez más joven? Pues no es una impresión. La ciencia ha cuantificado que los tumores en menores de 50 años han crecido el 80% los últimos 30 años. Hace falta que, como hizo Íñigo Errejón en 2021 al poner el foco del Parlamento sobre la salud mental, esta legislatura, que debe ser útil cuanto antes, aborde lo que los investigadores de Harvard llaman ya “epidemia de cáncer”.

Pero, ojo, que además mientras andamos a vueltas con los pulsos de nuestros representantes públicos, resulta que aquí en casa, menos de la mitad de las familias más pobres recibe alguna beca para material escolar.

Otro peligro a no pasar por alto es que el gobierno de derechas griego acaba de aprobar la jornada de 13 horas de trabajo diario. ¡Cinco horas más al día! ¿De locos? Pues está sucediendo. Se nos viene encima. ¿Vamos a anticiparnos para conjurarlo?

El gol que ya nos han colado, porque lo ha aprobado la UE y se aplica a los 27 países miembros, es el retraso en la reducción de emisiones a la industria de los coches. Venga palabras y golpes de pecho sobre el desastre climático, pero se vuelve a ceder a la presión del dinero y se ralentiza la solución pese a estar fuera de tiempo (como la juguetera Lego que también va a retrasar cambiar el material de sus piezas por un plástico reciclado).

Plantar cara juntos al fascismo antiinmigrantes

Aclararé, por si hace falta, que me indigné cuando en 2006 el PP de Rajoy lanzó a sus militantes a recabar firmas contra el Estatut catalán (en el barrio de Los Remedios de Sevilla lo hacían señoras de bien con abrigo de piel). Que he considerado siempre injusto que se recurriera en los tribunales y estos lo anularan mientras el andaluz, hecho a su imagen, no ha despertado polémica.

Diré también que veo un juego cruzado entre CIU/actual Junts y PP por azuzar fuegos que tapen sus corrupciones y llenen las urnas con sus papeletas. Pero que considero legítima las reclamaciones identitarias de quienes son nacionalistas y los partidos que los representan (ERC, Junts, CUP, Bildu, PNV, BNG, Coalición Canaria...). Aunque yo viva mi identidad de forma distinta influida seguro por el llamado “padre de la patria andaluza”, Blas Infante, aún desaparecido en una cuneta tras fusilarle los franquistas, que nos legó a estos sureños, mezcla de tantos pueblos, un himno, una bandera y una perspectiva de fraternidad universalista. Añado también que tras el bochornoso discurso de Felipe VI tras las bochornosas -por faltas de garantías- votaciones del procés, llamé/me llamaron a mis amigas y amigos catalanes y temimos juntos y nos conjuramos juntos frente al miedo deseando convivir, de una u otra forma.

Yo, demócrata, no temo a las consultas ni a las decisiones que deparen cuando se hacen según los procedimientos acordados, legales y constitucionales. Dicho todo lo anterior, lamento con toda mi alma que una energía progresista enorme y poderosamente transformadora que emanaba de Cataluña y Barcelona, por ejemplo para plantar cara al fascismo antiinmigrantes, se ha desinflado ¿orillada, subsumida, superada…? por el debate y la lucha territorial/identitaria.

No tendría por qué ser así. No digo yo que sean movilizaciones excluyentes. Pero sí constato que mientras en 2016 y principios de 2017 Barcelona y Cataluña fueron locomotora de las movilizaciones españolas y europeas a favor de la acogida de exiliados e inmigrantes que cruzaban el Egeo a Lesbos, a partir de aquel otoño del procés en 2017, ese empuje inspirador se ha ido diluyendo.

Masiva fue la protesta que recorrió la capital catalana el 18 de junio de 2016 bajo el célebre Welcome refugees. Mayor aún, “la más grande de Europa”, fue la manifestación con medio millón de participantes convocada por “Casa Nostra, casa vostra” con el lema Volem acollir tras el concierto en días previos en el Palau Sant Jordi con 15.000 personas.

Aquello ocurrió cuando el fascismo no había entrado aún en nuestros parlamentos a lomos del discurso antiinmigrantes copia del antisemitismo de los años 40. Pasó cuando la canciller Angela Merckel, de derechas, acogía a un millón de sirios. Hoy incluso el actual gobierno socialista-ecologista alemán cierra sus fronteras con Hungría y Polonia frente a los migrantes. Esos dos países del este, gobernados por la ultraderecha, claman mano dura contra el extranjero mientras, bajo cuerda y a cambio de sobornos, los dejan pasar con un sistema perverso que condena a los migrantes a la clandestinidad y nutre el discurso de la invasión con el que crecen los partidos fascistas de todo el continente.

El neofascismo antiinmigrantes hasta contagia a los partidos y gobiernos progresistas, como el de los socialistas en Dinamarca que deportan a demandantes de asilo a Ruanda. O, reconozcámoslo, el gobierno PSOE-Sumar cuya actitud ante la matanza de la valla de Melilla o las devoluciones en caliente avergüenzan a cualquiera que respete la legalidad y los derechos humanos.

La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen ha dicho esta semana que Europa decidirá quién entra en su territorio y no las mafias pisoteando el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humano, el presidente francés Macron acaba de chantajear a los países africanos con retirarles la ayuda al desarrollo “si no son responsables” en el tema de la migración; la primera ministra italiana, la fascista Meloni lo apoya y a la vez quita protección a los niños migrantes que llegan solos, la ministra británica de Interior rechaza proteger a las personas LGTBIQ+ que huyen para sobrevivir…

El macrorracismo institucional permea a la sociedad con Mossos d’Escuadra que arrestan al grito de “¡Negro de mierda!”, xenofobia y odio desatado en las redes sociales y hasta acoso e insultos con imitaciones de mono contra una niña negra y su madre porque la chiquilla iba al fútbol con la camiseta de su admirado Vinícius.

Mientras no abordemos las causas del racismo, las migraciones y del desastre climático, como las razones del cáncer desbocado estaremos escondiendo la cabeza a cuestiones de las que depende con urgencia nuestra pervivencia y bienestar en un mundo que no deja de girar.

La coyuntura que vivimos nos atrapa de nuevo en la espiral de amnistía y referéndum. Lo hace porque, tras la investidura fallida de Feijóo, Pedro Sánchez necesita los votos de nacionalistas e independentistas vascos y catalanes para sacar adelante su gobierno PSOE-Sumar. La cuestión es en verdad polémica, suscita controversia en la calle, en charlas con amigos y familiares. Pero en la esfera político-mediática de forma amplificada, exagerada, como si solo eso importara. Y la gente está cansada, lo estamos. Otros temas nos interpelan en lo diario. 

En mi anterior columna, tras el terremoto de Marruecos, apunté cómo mientras PP y Vox lanzaban su enésima campaña del “Se rompe España” nuestro país es el único que no ha traspuesto la normativa antisísmica de la UE pese a ser el más expuesto al choque de placa africana y euroasiática. Me alegra y agradezco que al poco Sumar haya registrado ante la mesa del Congreso una pregunta para intentar remediar tal disparate. Otros asuntos reclaman atención, lucidez y recursos.