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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

La carrera perfecta

Susana Díaz quería presentarse a la carrera. Se sabía casi desde el principio, cuando sustituyó a José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía y arrancó una campaña de proyección personal como hacía tiempo que no se veía en el partido socialista. Díaz, cuyas aspiraciones parecen fuera de toda duda, no ha sido ajena a la necesidad de entrenamiento en una carrera como la del liderazgo del PSOE. Sobre todo, porque supone aspirar antes o después a la presidencia del Gobierno de España.

De hecho, se habló entonces del “efecto Susana” y los gurús políticos y la vieja guardia llegaron a hablar del “nacimiento de una estrella”. Ya estaba en la parrilla de salida.

La frase “Susana se va a presentar” se repitió (y se ha repetido) en los círculos de su partido y fuera de él hasta el aburrimiento. Pero Susana Díaz quería correr en la carrera perfecta. El suelo adecuado, la estación propicia, la dirección del viento, la ropa correcta, contendientes poco preparados o poco competitivos y la grada entregada. Así, con la suma de su entrenamiento y motivación, cruzaría la línea de meta camino del pódium y la medalla. Gloria deportiva, éxitos.

Pero Susana Díaz quería correr la carrera perfecta. Por eso no se decidió a presentarse cuando llegó el momento de sustituir a Rubalcaba y Eduardo Madina pidió primarias. ¿Demasiado pronto?¿Demasiado arriesgado? Con las primarias no contaba. Y a Díaz, como suele repetir, no le gusta perder. Por eso, en esa ocasión, junto a otros muchos apoyos, decidió apostar por un candidato provisional cuya condición de provisional creyeron muchos.

Y Pedro Sánchez se convirtió en Secretario General con la sombra de Susana Díaz a su espalda. Mientras, la líder andaluza no desmintió rumores ni afirmaciones sobre sus metas. Siempre en las quinielas, ha supuesto estar siempre en primera línea política.

Hubo elecciones a finales de 2015 y, aunque como les gusta repetir a los socialistas, frenaron “el zorpaso” de Podemos, los resultados fueron los peores de la historia del PSOE. Y de nuevo se habló de relevo, de cambiar “al que pierde” por “la que gana”. Aquella noche electoral, algunos hablaron de pedir la cabeza de Pedro Sánchez. Pero no lo hicieron. Esperaron. Y Sánchez logró ganarse el derecho a presentarse de nuevo a primarias al sentarse a negociar y lograr acuerdos. Y no salió bien. Y volvió a comenzar el proceso de cara a la vergonzosa repetición de elecciones generales. Pero Susana Díaz quería correr la carrera perfecta y tampoco entonces se presentó. Puede que porque las encuestas no auguraban buenos resultados para el PSOE, puede que porque no hubiera tiempo para hacer una nueva campaña desde cero.

Desde entonces, el Partido Socialista ha ahondado en una de sus mayores crisis de los últimos tiempos. Ha vivido un esperpéntico comité federal en el que Díaz y sus apoyos lograron torcer la mano a Sánchez. Y de nuevo, la espera. Con el tiempo, el olvido funcionará, este episodio pasará a la historia. También dará tiempo a mejorar la imagen de Susana Díaz, decían, y a desactivar a Sánchez que ya no será nadie… Lo primero aún está por ver, pero lo segundo no lo han logrado y vuelve a haber primarias en el PSOE en la que se avecina como una campaña interna muy dura.

Así que Susana Díaz quería correr la carrera perfecta y ahora que ya se ha puesto el dorsal de corredora -porque sus seguidores, patrocinadores y entrenadores ni quieren ni pueden esperar más- se encuentra con que ésta parece la menos perfecta de las carreras posibles para ella.

Tendrá pues que demostrar que su espera, su motivación y su entrenamiento han servido para algo si quiere ganar. Aunque, como se suele decir, si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes.

Susana Díaz quería presentarse a la carrera. Se sabía casi desde el principio, cuando sustituyó a José Antonio Griñán como presidente de la Junta de Andalucía y arrancó una campaña de proyección personal como hacía tiempo que no se veía en el partido socialista. Díaz, cuyas aspiraciones parecen fuera de toda duda, no ha sido ajena a la necesidad de entrenamiento en una carrera como la del liderazgo del PSOE. Sobre todo, porque supone aspirar antes o después a la presidencia del Gobierno de España.

De hecho, se habló entonces del “efecto Susana” y los gurús políticos y la vieja guardia llegaron a hablar del “nacimiento de una estrella”. Ya estaba en la parrilla de salida.