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De cromañones y otros inmigrantes

9 de octubre de 2024 21:03 h

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El hombre de Cromañón, más conocido entre los amigos como homo sapiens sapiens, fue el primer inmigrante. Hace la friolera de 50.000 años, cuando corrían los tiempos del Paleolítico, hubo una glaciación. Un cambio climático, dicho de otra manera, aunque en lugar de más calor, se pasara más frío. 

En aquella tierna infancia de la humanidad ya se le ocurrió al cromañón o a la cromañona de turno, que la solución era emigrar, en este caso, de África oriental a Europa, donde no hacía tanto frío. ¿Les suena?

Pues parece que a pesar de la tira de años que han pasado y de que ahora tenemos ordenadores de mano, la vida no ha cambiado tanto. Si en aquel entonces los cromañones se enfrentaban a bestias para habitar nuevos terrenos, hoy la batalla para controlar la inmigración extracomunitaria en Europa está en pleno apogeo. 

A través de una carta, el pasado viernes 17 países (incluyendo Alemania, Francia e Italia) pidieron endurecer las normas para la deportación de inmigrantes sin documentos. Esta ansiedad por normas más restrictivas viene después de que en las últimas elecciones europeas la extrema derecha haya salido fortalecida por los electores. 

Este espectacular incremento en lo que el españolito de pie le da vueltas a la cabeza acerca de si viene o no el lobo malo-inmigrante, según nos dice la actriz y cómica Asaari Bibang en un 'reel' reciente, "si les preguntaran a estos inmigrantes cuál es su principal preocupación, te dirían que es la campaña enorme que han orquestado en medios para que encima parezca que ellos son la principal preocupación

Pero eso no es todo, Alemania ha comenzado a hacer controles en las fronteras terrestres el mes pasado, y el Primer Ministro Húngaro Viktor Orbán está amenazando con montar a inmigrantes en autobuses y mandarlos a Bruselas, una estrategia que, siento decírselo señor Orbán, pero no es original, el gobernador de Texas ya lleva rato con ella.

Si se creían ustedes que en España nos librábamos, están equivocados. Aquí hay para dar y repartir. Sin ir más lejos, la semana pasada el Partido Popular decidió cerrar las negociaciones del pacto para el reparto de los menores migrantes que aliviaría la situación en los albergues de acogida de Canarias. Esto, a pesar de que según una encuesta realizada por esta propia casa, el 77% de los españoles apoya la medida. 

La inmigración está a la orden del día, y es que según una encuesta del CIS el pasado mes de septiembre, este tema ha pasado a ser la primera preocupación de los españoles, en rápida ascensión desde el noveno puesto tan solo tres meses atrás. 

Este espectacular incremento en lo que el españolito de pie le da vueltas a la cabeza acerca de si viene o no el lobo malo-inmigrante, según nos dice la actriz y cómica Asaari Bibang en un reel reciente, “si les preguntaran a estos inmigrantes cuál es su principal preocupación, te dirían que es la campaña enorme que han orquestado en medios para que encima parezca que ellos son la principal preocupación”. 

Y es que, como mis colegas periodistas se acordarán de aquellos tiempos en que estudiábamos la carrera en la universidad (si les quedaba alguna neurona después de los botellones de los jueves), los medios no nos dicen qué tenemos pensar, pero sí en qué tenemos que pensar. Me refiero a la lotería del establecimiento de agenda o agenda setting, que a pesar de ser formulada por McCombs y Shaw en 1972, sigue en pleno auge. 

Sinceramente, que en los tiempos que vivimos del auge del turismo y el transporte, la solución de algunos para prevenir que lleguen a Europa (o a Alcalá del Río) los que no tienen dinero que gastar, es comparable al hombre de cromañón. Humano prehistórico que, pese a su mala fama, sabía que a los muertos se les entierra en la tierra, y no en el fondo del Mediterráneo. 

El hombre de Cromañón, más conocido entre los amigos como homo sapiens sapiens, fue el primer inmigrante. Hace la friolera de 50.000 años, cuando corrían los tiempos del Paleolítico, hubo una glaciación. Un cambio climático, dicho de otra manera, aunque en lugar de más calor, se pasara más frío. 

En aquella tierna infancia de la humanidad ya se le ocurrió al cromañón o a la cromañona de turno, que la solución era emigrar, en este caso, de África oriental a Europa, donde no hacía tanto frío. ¿Les suena?