Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Y después de ser maltratada… ¿qué?
Un día despertó.
Y ya no tenía miedo.
La valiente vencía al cobarde.
La maltratada vencía al maltratador.
Me haces esta pregunta y no se puede reducir a una única respuesta.
Si fuiste, eres o serás maltratada (no creas que nunca te podrá pasar, basta con ser mujer) lo primero que preguntarás es… ¿He sido maltratada? Está clarísimo si te golpea porque tenemos una sociedad que contempla sólo la violencia física como línea roja; pero es la misma sociedad que ha enseñado a las mujeres a normalizar las múltiples formas del maltrato psicológico. Y en esas, con la vergüenza social que genera, con el miedo a que te digan exagerada y con la autoestima minada, convencida por tu agresor de que tú eres la responsable, lo dudarás. Necesitarás contar lo ocurrido a una persona experta para que no te sientas equivocada ni loca, como te hacen creer.
En la vida de una mujer que acaba de salir de una relación de maltrato, como tú, hay silencio. Como si fueras una escultura de piedra, que ni palpita ni parpadea. Hay una mudez propia del estado de shock en el que te quedabas tras cada insulto o castigo que imponía.
Tranquila, pronto recuperarás la voz. He conocido a muchas mujeres en este tiempo y todo regresa. También la salud y el ánimo. Recuperarás el apetito. Dejarás los ansiolíticos. Se irán los ataques de ansiedad e incluso un día ya no tendrás que esforzarte para sonreír.
Vas a tener que ser muy fuerte porque es probable que parte de la sociedad, e incluso de tu entorno más cercano, te dé la espalda o incluso se burlen de ti. Y, también, dejarán caer que tú has sido responsable. Ignora. Ignora a esas personas. Tendrás que aprender a quitarte de encima la culpabilidad. La que creó tu maltratador y quienes no te apoyaron. Vives en un patriarcado y parte de la sociedad sólo responsabiliza a la víctima. Huye de esas personas y acércate solo a quienes comprenden cómo es esta violencia. Solo en ellas encontrarás el respaldo necesario.
Sé que también tienes dos preguntas constantes en la cabeza: ¿Por qué te maltrataba? ¿Por qué no le hacías frente? Es doloroso asumir que la persona con la que creías tener o tenías un proyecto de vida es un maltratador. Pero cuanto antes asumas que no te quiere, antes empezarás a quererte tú. Puedes intentar buscar justificaciones paralelas, pero la base de la respuesta está en el machismo. Sí, de la misma manera que el racista es capaz de agredir a alguien de otra etnia, él solo te agrede porque cree que te domina como mujer, que eres de su propiedad, que le debes sumisión, que no puedes ser más lista que él, ni enfrentarte a él, ni darle un NO por respuesta. Cuando no cumples lo que él desea y su respuesta es violenta se llama machismo. No busques mucho más. La locura exime y esto no lo es. Es maldad.
Cuando preguntas por qué callabas o por qué no te defendías se debe al síndrome de indefensión aprendida. Poco a poco, tu agresor te hizo aprender que si respondías era mejor guardar silencio o las consecuencias serían peores. Aprendiste que así, o asumiendo tú su culpa, podrían cesar los gritos y parar la disputa. Pero después supiste que ni eso funcionaba. Que incluso aunque llorases, asumieras culpas que no eran tuyas o le pidieras que parase, nunca lo haría.
También te dirán 2000 veces que eres una dependiente emocional. Pasa de esa visión. No eras una “yonqui”. Nadie quiere ser maltratada, pero la disonancia cognitiva bloquea. Todos somos seres dependientes desde que nacemos: de nuestros progenitores, de nuestra familia, amigos o de las relaciones que creamos. ¿Cómo no va a existir cariño y afecto a alguien que, de primeras, hacía creer que te amaba? Ese lazo lo creó él, no tú; pero tranquila porque se irá deshaciendo, como cuando pierdes a otras personas por el camino. No digo que consigas olvidarlo. Pero de la misma manera que vivías sin él antes de conocerlo, puedes hacerlo ahora. Y asume que la persona que te enamoró no existe, no era real. Y por lo tanto, no podrá volver. La verdadera es la que insulta, cosifica y reduce a la nada. No te autoengañes. Psicológicamente eres más fuerte. Puedes con él.
No des vueltas a las toneladas de preguntas que quedan sin responder. Su victoria es que te tortures hasta meses o años después de la ruptura. Eso es pasado y no ha podido evitarse.
Y asume que NO va a pedir perdón. Me refiero a un perdón auténtico. Eso ayudará también a aceptar su verdadero perfil porque se retratan solos. Quienes maltratan no dicen perdón ni asumen su culpa ni siquiera delante de un juez, no suelen rectificar ni hacer autocrítica.
No te preguntes por qué yo. Te ha ocurrido como nos puede pasar a todas, de la clase social que seamos, del país que vivamos, seamos lo que seamos, y vengamos de donde vengamos.
Date tiempo. Llora para echar fuera lo malo. Pero no te quedes en cama. Sal. Camina. Ocupa la mente. No olvides todo lo que has aprendido. Entre otras muchas cosas, que el amor no redime a la bestia. Y que el amor romántico, su cuento de hadas y sus falsas promesas solo te harán daño. Sé firme cuando te cuestionen. Sólo tú sabes la verdad. Un día respirarás sin angustia ni miedo. Un día dejarás de llorar por él y por ti. Te habrás perdonado por haberle, precisamente, perdonado y protegido cuando ya no debías.
Si recaes un día no pasa nada. Vendrá otro nuevo.
Ya sé que todo esto es la teoría, que lo complicado es la práctica. Pero si otras mujeres han sabido decir NO a una relación así, tú también puedes. No pienses en él, piensa en ti, en no querer acabar en la peor de las situaciones. Permítete vivir. Esto es lo real.
Agárrate al feminismo como salvación. Por muy mal que te lo hayan vendido a lo largo del tiempo es justo por eso; porque abre los ojos, hace ser consciente de la opresión y permite hacer frente con fortaleza. Y quédate con las mujeres que sí te ofrezcan verdadera sororidad y protejan. Huye de las que no lo hacen, pero no se lo tengas en cuenta. Al fin y al cabo, solo se traicionan a ellas mismas.
Tú eres mejor persona. Tu victoria eres tú.
Cuando me preguntas si has sido maltratada te diré que sí, pero luego añades: “¿Y ahora qué?” Solo puedo responder, como única certeza, que tienes en tus manos lo más importante: vivir. Cuestionas cómo se consigue, si te ha dejado machacada. Y solo puedo responder que sí, que tienes razón, que te ha dejado hecha polvo. Pero el tiempo pasa, y hay algo que quien te daña no contempla. Y es que tú, como un ave fénix, puedes renacer de tus propias cenizas. Y desde entonces serás nueva, imparable y libre.
(A las mujeres que me confían lo más doloroso que pueden vivir)
Un día despertó.
Y ya no tenía miedo.