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A los Goya con María Lejárraga: por todas

9 de febrero de 2023 22:32 h

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Este sábado se celebran los Premios Goya en mi ciudad, Sevilla. El día que nominaron nuestro documental me encontraba en Valencia, donde iba a presentar una proyección de “Los días azules” en Villa Amparo, Rocafort. Estaba emocionada por estrenar este documental que dediqué a Antonio Machado y que tantas alegrías me ha dado, en la casa que acogió al poeta en los últimos días de la guerra, el oasis en el exilio de don Antonio, con los naranjos y limoneros, con el sonido de la acequia que le recordaban al patio de Dueñas de su infancia. Iba a volver a aquella hermosa villa donde había estado rodando hacía tres años un día de sol.

La noche antes, mi móvil se llenó de mensajes. “Suerte para mañana”, “Te van a nominar”, “Vamos a por el Goya”, “Estamos todas contigo”. Aunque respondía “gracias”, aquello me ponía bastante nerviosa. El peso de las expectativas puede ser terrible para una insegura patológica como yo. Mi alma de niña tímida y algo solitaria acostumbrada a desear ser aceptada, a estar a la altura de lo que se espera de ella, lo estaba pasando realmente mal.

Carla Simón, Pilar Palomero, Elena López Riera, Alauda Ruíz de Azúa, Carlota Pereda, Avelina Prat, Laura Hojman, Irene M. Borrego y muchas más, nos han regalado pelis bellísimas este año

Entonces leí un hilo en twitter de Lucía Ros, productora y autora del blog 'La Katarsis del Cine Español' que decía algo así como: “Mañana salen las nominaciones a los Goya y creo que no somos conscientes del privilegio de ser testigos de lo que ha pasado este año con el cine español. Hacía años que no presenciábamos una temporada tan espectacular como esta, pero especialmente me emociona ver lo que está pasando con las mujeres directoras en nuestro país. Carla Simón, Pilar Palomero, Elena López Riera, Alauda Ruíz de Azúa, Carlota Pereda, Avelina Prat, Laura Hojman, Irene M. Borrego y muchas más, nos han regalado pelis bellísimas este año. Sea lo que sea que pase mañana con las nominaciones, poco importa. Las películas ya están ahí para ser disfrutadas ¡Enhorabuena compañeras!”.

En aquel momento, como ahora mientras escribo estas líneas, se me llenaron los ojos de lágrimas. Pues sí, Lucía tenía razón. Los premios, las nominaciones no siempre son justas, intervienen muchísimos factores, y a veces te puede tocar y otras no; pero sí, las películas están ahí, y ya están cambiando el mundo. Eso creo y eso siento.

A pesar del alivio y el abrazo que me dieron estas palabras, esa noche tuve pesadillas.

Pero por la mañana dijeron el nombre de nuestro documental “A las mujeres de España. María Lejárraga” y Guille y yo nos abrazamos y saltamos y gritamos. Y yo comencé a llorar desconsoladamente, de alegría, de emoción, de un dolor escondido también. Y escuché al otro lado del teléfono la voz de mi madre rebosante de alegría. “Pero deja de llorar!”, decía ella. “No puedo mamá, no puedo!”.

Recordé todos esos años en los que no tuve voz, en los que me inundó la tristeza, los años de dolor, de pruebas médicas, de síntomas inflamatorios inexplicables, de sentirme pequeña, inservible, invisible.

Más allá del reconocimiento, la celebración y los egos, estos premios sirven para que productoras pequeñas como la nuestra, o trabajadores del cine como nosotros, podamos seguir trabajando

Los años de no tener trabajo, de echar números, de necesitar la ayuda de la familia para llegar a fin de mes. Recordé también la mañana en la que Guille me despertó y me dijo, en medio de aquella tristeza “Laura, Laura, que han llamado de Televisión Española y dicen que quieren coproducir Tierras Solares”. Llegó a mi mente cómo, aquel viaje hacia la luz de un poeta triste que había escrito y que iba a convertirse en mi primer documental, me salvó la vida. Y los dolores empezaron a desaparecer. Y mi voz a salir, y a conectarme con el mundo.

Pero por qué son importantes estas nominaciones y premios. Les seré totalmente franca. Más allá del reconocimiento, la celebración y los egos, estos premios sirven para que productoras pequeñas como la nuestra, o trabajadores del cine como nosotros, que no gozamos de la fama ni el prestigio necesarios en este sector, podamos seguir trabajando. Estos premios dan puntos, puntos que son necesarios para poder presentarse a las ayudas que hacen posible que podamos hacer películas. Unas ayudas que hemos visto pasar de largo una y otra vez con bastante frustración.

Pero otro día hablaré de la precariedad en el sector audiovisual en España. Yo hoy había venido a decir que pase lo que pase, siento que he (hemos) ganado.

Claro que me encantaría subir ahí y darles una alegría a cientos de mujeres que me consta que estarán en sus casas pendientes de la tele, amigas que han quedado esa noche para verlo juntas, chicas que me escriben para decirme “Laura, el sábado en los Goya van a decir el nuestro”. El nuestro. No dicen el tuyo, dicen “el nuestro”. Y eso, qué quieren que les diga, eso es el mayor premio que una “escritora de cine” que dice Google que soy yo, podría tener.

Si no pasa, si no subo, que es lo más probable, (...) me aplicaré la alegría de María Lejárraga y recordaré todo lo que he vivido, lo que estoy viviendo, lo que de verdad importa

Queridas mujeres de España, no sabéis lo que me gustaría poder subir ahí y decirle a María Lejárraga que el país que la negó, que la ocultó, hoy le da un Goya, a ella, una de nuestras primeras guionistas de cine. Deciros a vosotras, que me habéis regalado la mayor compañía de mi vida, que gracias a vuestros abrazos, a que habéis llenado las salas de cine, las librerías, los coloquios, a vuestros mensajes llenos de emoción, de historias personales, de “gracias”, yo me siento parte de algo hermoso, fuerte, imparable, que siento fuego en el corazón. Que estamos cambiando las cosas, que estamos haciendo justicia, que estamos creando una sociedad mejor. Juntas.

Pero si no pasa, si no subo, que es lo más probable, también podré descansar de una dinámica poco sana para personas sensibles. Seguiré peleando por trabajar, ojalá con mejores condiciones, por hacer las cosas en las que creo y sabré que estoy conectada con miles de amigos y amigas en la distancia. Me aplicaré la alegría de María Lejárraga y recordaré todo lo que he vivido, lo que estoy viviendo, lo que de verdad importa. Porque las películas son lo que queda y las grandes revoluciones comienzan con pequeños cambios. Y estoy segura de que no tardaremos en ver en los libros de texto a María Lejárraga, a Elena Fortún, a Luisa Carnés, a María Blanchard y toda esta genealogía de mujeres que construyeron nuestra historia y nuestra cultura.

Por si acaso quería daros unas gracias inmensas, mujeres de España. ¡Apasionaos, mujeres desapasionadas! ¡Hay algo tan grande que las está esperando!

Este sábado se celebran los Premios Goya en mi ciudad, Sevilla. El día que nominaron nuestro documental me encontraba en Valencia, donde iba a presentar una proyección de “Los días azules” en Villa Amparo, Rocafort. Estaba emocionada por estrenar este documental que dediqué a Antonio Machado y que tantas alegrías me ha dado, en la casa que acogió al poeta en los últimos días de la guerra, el oasis en el exilio de don Antonio, con los naranjos y limoneros, con el sonido de la acequia que le recordaban al patio de Dueñas de su infancia. Iba a volver a aquella hermosa villa donde había estado rodando hacía tres años un día de sol.

La noche antes, mi móvil se llenó de mensajes. “Suerte para mañana”, “Te van a nominar”, “Vamos a por el Goya”, “Estamos todas contigo”. Aunque respondía “gracias”, aquello me ponía bastante nerviosa. El peso de las expectativas puede ser terrible para una insegura patológica como yo. Mi alma de niña tímida y algo solitaria acostumbrada a desear ser aceptada, a estar a la altura de lo que se espera de ella, lo estaba pasando realmente mal.