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Es la hora de rendir cuentas y dimitir
Ninguno de los líderes de la izquierda andaluza estuvo este domingo a la altura de las circunstancias. Y no por la terrible sangría de votos que sufrieron sus respectivas fuerzas políticas, sino porque ninguno de ellos mostró la menor señal de estar dispuesto a hacer lo que toca: rendir cuentas y dimitir.
Susana Díaz, que obtuvo el peor resultado de la historia de su partido, no porque sus votantes emigrasen a Adelante Andalucía, sino porque fue incapaz de movilizar a su electorado, prometió con cara larga “intentar” frenar a Vox. Lo mismo que se comprometieron a hacer al alimón los dos responsables de Adelante Andalucía, TerelDsa Rodríguez y Antonio Maíllo: montar una “ofensiva”, en palabras de Maíllo, para contener el auge de la extrema derecha. Pero ninguno de los dos consiguió arrebatarle votos al PSOE. De hecho, el domingo Adelante Andalucía perdió uno de cada tres votos conseguidos por Podemos e Izquierda Unida en las elecciones de 2015.
Si de verdad están dispuestos a frenar a Vox, los tres deben irse. Porque frenar a Vox pasa inevitablemente por negociaciones entre ellos. Y durante los últimos cuatro años (más aún si hablamos de Díaz y Maíllo), los tres han demostrado que son incapaces de relacionarse, que sus malas relaciones personales se interponen a la capacidad de los tres para negociar, llegar a acuerdos y pactar. Pero sobre todo, porque las urnas dejan claro que tras su liderazgo de la última legislatura sus electores ya no confían en ellos para liderar su futuro.
Rendir cuentas y dimitir no sólo es obligación de la izquierda. Juanma Moreno se presentó ayer ante las cámaras con triunfales arengas a sus tropas, cuando en realidad acababa de devolver a su partido a los álbores de la democracia española. Sólo la vieja Alianza Popular de 1982 obtuvo un porcentaje de votos inferior al 20,7% obtenido ayer por el Partido Popular. El éxito de Ciudadanos y Vox se nutrió este domingo del electorado que abandonó en masa a Moreno Bonilla.
No obstante, no es una responsabilidad exclusiva de los cuatro dirigentes andaluces. Si ellos se muestran incapaces de encontrar la puerta, es obligación de sus respectivos líderes nacionales enseñarles el camino de salida. Si es verdad que están dispuestos a hacer lo necesario para contener a la nueva ultraderecha española, a Susana Díaz no le vale escudarse en que el PSOE ha sido el partido más votado en siete de las ocho provincias andaluzas. Tampoco a Teresa Rodríguez erigirse en la légitima representante del espíritu del 15M. Ni a Moreno Bonilla, esconderse tras el autoproclamado éxito de “acabar con 40 años de hegemonía socialista”.
Sólo encontrando la forma de negociar, acordar y pactar entre ellos tres y Ciudadanos será posible aislar a Vox. Y ninguno de ellos ha demostrado ser capaz de ello durante los pasados cuatro años. Los electores han dejado claro, además, que no confían en la capacidad de ninguno de ellos para gestionar el futuro. Las urnas ya han hablado, es la hora de rendir cuentas y encontrar nuevos líderes en el PSOE, PP, Podemos e Izquierda Unida.
Ninguno de los líderes de la izquierda andaluza estuvo este domingo a la altura de las circunstancias. Y no por la terrible sangría de votos que sufrieron sus respectivas fuerzas políticas, sino porque ninguno de ellos mostró la menor señal de estar dispuesto a hacer lo que toca: rendir cuentas y dimitir.
Susana Díaz, que obtuvo el peor resultado de la historia de su partido, no porque sus votantes emigrasen a Adelante Andalucía, sino porque fue incapaz de movilizar a su electorado, prometió con cara larga “intentar” frenar a Vox. Lo mismo que se comprometieron a hacer al alimón los dos responsables de Adelante Andalucía, TerelDsa Rodríguez y Antonio Maíllo: montar una “ofensiva”, en palabras de Maíllo, para contener el auge de la extrema derecha. Pero ninguno de los dos consiguió arrebatarle votos al PSOE. De hecho, el domingo Adelante Andalucía perdió uno de cada tres votos conseguidos por Podemos e Izquierda Unida en las elecciones de 2015.