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¡Tiremos más bombas que se nos caducan!
Las elecciones francesas han generado alivio. Más por la derrota de Le Pen que por la victoria de Macron. Es legítimo alegrarse de que al Brexit y Trump no se haya sumado una Francia presidida por el fascista Frente Nacional. Pero sólo ganamos tiempo para reaccionar. Porque el capitalismo lejos de “refundarse sobre bases éticas” como pronosticó en 2008 Sarkozy, se enroca. Más y más volcanes se activan porque bajo la corteza fluye, continua, la lava del sistema: el aplastamiento de África, Asia, America latina, los crecientes suburbios tercermundistas del primer mundo, capas sociales más frágiles... Y, ahora, además, ya sin careta, hasta la defensa de la industria de la guerra como pilar clave del desarrollo y el crecimiento.
Acaba de celebrarse en Madrid, sin escándalo, el vergonzoso VII Foro Atlántico -impulsado por el aznarista Instituto Atlántico de Gobierno- en que la ministra Dolores de Cospedal, y sus antecesores, Eduardo Serra (PP) y ¡el socialista! Julián García Vargas han glosado las bondades de la Defensa y la industria militar. Sus intervenciones pueden verse en la entrada del Facebook de la institución de 26 de abril a las 11.45 h.
Siguiendo los deseos de Trump de que el papel de perro guardián mundial se reparta -la factura, no el poder de decisión- se dedicaron los tres a exponer que contra la amenaza del terrorismo yihadista -con el que vincularon sin escrúpulo la migración y los refugiados- la solución es que los políticos nos expliquen a los ciudadanos que hay que estar dispuestos a asumir bajas, entrar en conflicto, tirar bombas. Será por cosas como esta por las que el premio ABC-BBVA de Defensa 2017 ha ido a parar a Julián García Vargas y “las misiones contra la migración ilegal en el Mediterráneo”-
El más didáctico, desde luego, fue García Vargas, que tras ser ministro de Sanidad (1986-1991) Defensa (1991-1996) -hay que tener cuerpos sanos para la guerra pueda reventar- acabó de presidente de la Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Aeronáutica y Espacio (TEDAE), desde su creación en 2009 hasta 2013 y a partir de ahí ya Presidente de Honor y a cantar... maravillas de la industria militar. Imagino que con tan convencimiento, ¡que se prestará a hacerlo sin cobrar!
Pues bien, García Vargas para ejemplificar cómo deben actuar hoy los gobiernos europeos frente a una “opinión pública continental siempre con mucho miedo al uso de la fuerza y a las bajas, con la excepción de Francia” (1.17’47’’) habló de su experiencia siendo ministro de defensa durante la Guerra de los Balcanes: “Yo he tenido que ir a explicar al Parlamento que tiramos muy poquitas bombas en Sarajevo, muy poquitas. Y, como uno es prudente, no me atreví a decir que el problema no es que tiramos unas pocas bombas es que tiramos demasiadas pocas” (1.40’29’’)
Hoy, en opinión del ex ministro de Felipe González, debería hacerse lo mismo y, además, “España tiene la posibilidad de hacer valer la relación con EEUU y las bases”.
Digo que sí, Julián García Vargas, entremos los primeros en el cuerpo a cuerpo contra “los malos” como los llama. Que empiece España a bombardear, desde Rota y Morón - el USS Porter y el USS Ross que bombardearon un aeródromo sirio a principios de abril ya salieron de la base roteña-. Empecemos a asumir bajas. ¿Los daños colaterales, civiles, que decía su colega Javier Solana cuando lo de Yugoslavia? No sólo. También las bajas que usted pone encima de la mesa. Mesa de autopsia porque lo que llama “bajas” son hombres y mujeres que sus familias recibirán en caja de pino, bajo la bandera patria.
El plan parece genial: usted, Serra, Cospedal limpian la imagen de la industria armamentística en charlas de agua mineral a precio de champán y nos convencen de que los problemas se arreglan tirando bombas. Y más pronto que tarde, vía puerta giratoria, les reparten beneficios por las bombas lanzadas antes de que se les haya pasado la fecha de caducidad.
Pero es un plan con sus defectos:
Como que sabemos que el problema no es que se tiren pocas bombas, sino que el sistema que a ustedes les forra, necesita sacrificios humanos crecientes. Su destrucción avanza en círculos concéntricos, desde territorios lejanos en que mueren nuestros hermanos, hacia dentro, acercándonos la primera línea de peligro. (¡Que Morón está a una hora de donde respiran mis hijos!).
O que no estamos tan ciegos como para no ver que sus palabras siembran una cosecha de sangre, horror y muerte ajena llamada a engordarles a ustedes las cuentas y carteras.
Las elecciones francesas han generado alivio. Más por la derrota de Le Pen que por la victoria de Macron. Es legítimo alegrarse de que al Brexit y Trump no se haya sumado una Francia presidida por el fascista Frente Nacional. Pero sólo ganamos tiempo para reaccionar. Porque el capitalismo lejos de “refundarse sobre bases éticas” como pronosticó en 2008 Sarkozy, se enroca. Más y más volcanes se activan porque bajo la corteza fluye, continua, la lava del sistema: el aplastamiento de África, Asia, America latina, los crecientes suburbios tercermundistas del primer mundo, capas sociales más frágiles... Y, ahora, además, ya sin careta, hasta la defensa de la industria de la guerra como pilar clave del desarrollo y el crecimiento.
Acaba de celebrarse en Madrid, sin escándalo, el vergonzoso VII Foro Atlántico -impulsado por el aznarista Instituto Atlántico de Gobierno- en que la ministra Dolores de Cospedal, y sus antecesores, Eduardo Serra (PP) y ¡el socialista! Julián García Vargas han glosado las bondades de la Defensa y la industria militar. Sus intervenciones pueden verse en la entrada del Facebook de la institución de 26 de abril a las 11.45 h.