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IU y Podemos buscan marca electoral nueva en Andalucía
La caída en intención de voto de Podemos que marcan las encuestas no va a trastocar la decisión de Izquierda Unida de Andalucía de ir juntos en las próximas elecciones municipales y autonómicas, previstas en 2019 aunque está por ver si las andaluzas no se adelantan. El coordinador general de IU, Antonio Maíllo, sigue siendo el principal defensor de la confluencia con Podemos, pese a la preocupación que genera el desplome de esta formación, por la confusión que genera, especialmente en Andalucía, su posición sobre Cataluña.
En IU de Andalucía pesa una especie de fatalidad histórica en los momentos en los que parece estar a punto de dar el salto electoral. Algunas veces, porque se enredan con los cordones de sus zapatos y otras porque llegan a la estación cuando el tren ya ha pasado. Les ocurrió en las elecciones andaluzas de 1994, cuando batió su récord electoral con 20 escaños y el 19% de los votos.
Pudieron entonces pactar con el PSOE, pero prefirieron jugar con el Partido Popular al pilla-pilla. Esa legislatura, conocida como la de la pinza y la más corta del Parlamento andaluz, reforzó a los socialistas y dejó a IU con 13 escaños y casi el 14% de los votos en la siguiente convocatoria electoral.
En 2012, la debilidad del PSOE andaluz, que fue superado por primera vez en unas autonómicas por el PP, puso de nuevo a IU en la misma tesitura. Escogió formar gobierno de coalición con los socialistas. Las proyecciones electorales para la siguiente competición en las urnas les vaticinaban un crecimiento notable tanto en Andalucía como en el Congreso. Incluso había gente más preocupada por cómo se iba a gestionar un grupo con 50 diputados en Madrid que por el día a día.
IU no supo ver ni oír el ruido del 15-M, ni cómo delante de sus narices sus cuadros intermedios más cualificados estaban gestando Podemos. Los cinco diputados que obtuvo esta formación en las europeas de 2014 fue analizado por dirigentes de IU de Andalucía como un accidente, una suerte de desahogo del personal con un punto pintoresco, como si hubieran votado a Ruiz-Mateos y no a Pablo Iglesias. No acertaron. Podemos tiene hoy 15 diputados en el Parlamento andaluz e IU, cinco.
La apuesta de IU ahora es formar una coalición electoral con Podemos en Andalucía abierta a otras fuerzas para ser una alternativa de gobierno a Susana Díaz, a la que consideran la derecha del PSOE. Ni el desmorone demoscópico de Podemos ni un mal resultado de su marca en Cataluña va a cambiar esta decisión, asegura Antonio Maíllo. Tampoco ve ningún fuego en el horizonte después de que la líder de Podemos de Andalucía, Teresa Rodríguez, se desmarcara del comunicado de Anticapitalista, corriente de la que la gaditana forma parte, en el que se reconocía la república catalana. “Teresa Rodríguez apagó ese incendio”, asegura Maíllo.
Tanto Maíllo como Rodríguez dicen mantener la misma posición respecto a Cataluña: no a la declaración unilateral de independencia, no a la aplicación de la intervención de Cataluña a través del artículo 155 de la Constitución y sí a la celebración de un referéndum pactado con el Estado. Rodríguez admite que abogan por “la posición más difícil de defender”, aunque confía en que tras las elecciones catalanas del 21 de diciembre esta iniciativa gane peso. “Mantener una propuesta en positivo de país puede ser comprendido con dificultad en un ambiente enconado, pero se irá abriendo paso porque es el mejor espacio de encuentro entre quienes ahora están amurallados emocionalmente”, sostiene el coordinador de IU.
Rodríguez tampoco cree que el conflicto catalán deba afectar a la coalición con IU en Andalucía. En ambos partidos se han creado grupos de trabajo para buscar una marca electoral con vistas a los comicios andaluces y municipales. Maíllo rechaza de plano la de Unidos Podemos y cree que la precipitación con la que se gestó ese proyecto para las generales es el ejemplo “de lo que no hay que hacer” en el futuro. “Debe ser una marca que nos reconozcamos los dos o que no reconozca a nadie”, asegura. Descarta utilizar La Izquierda como nombre electoral, como figuraba en los documentos debatidos en la reciente asamblea en la que salió reelegido por el 83% de los votos.
La líder de Podemos tampoco da pistas de los trabajos internos, aunque “eso no quita que no sea Unidos Podemos”, avisa. No hay plazos para alumbrar la nueva coalición ni para decidir quién será el candidato, algo a lo que no renuncia Maíllo. “Primero es el qué, luego el cómo se llama y después el quiénes”, sostiene Teresa Rodríguez. “Preferimos hacerlo bien y sin prisas, salvo que Susana Díaz quiera convocar elecciones pronto”, apostilla la dirigente de Podemos.
Esa decisión nadie la sabe, pero llama la atención que el portavoz de Ciudadanos, Juan Marín, advirtiese este jueves que la presidenta de la Junta “no tiene ninguna excusa” para adelantar las elecciones ya que el acuerdo sobre los Presupuestos de la comunidad para 2018 le “garantizan la estabilidad” hasta el final de la legislatura.
En Andalucía, aprobación de presupuestos y estabilidad política no son sinónimos, como bien se pudo comprobar en la legislatura pasada. Díaz sacó adelante las cuentas de la comunidad para 2015 un mes de diciembre de 2014 y al mes siguiente convocó elecciones. Y pilló a Podemos de Andalucía en pañales, sin estructura y sin equipos. ¿Quién puede asegurar que esta vez no hará lo mismo con la non nata coalición de izquierdas?
La caída en intención de voto de Podemos que marcan las encuestas no va a trastocar la decisión de Izquierda Unida de Andalucía de ir juntos en las próximas elecciones municipales y autonómicas, previstas en 2019 aunque está por ver si las andaluzas no se adelantan. El coordinador general de IU, Antonio Maíllo, sigue siendo el principal defensor de la confluencia con Podemos, pese a la preocupación que genera el desplome de esta formación, por la confusión que genera, especialmente en Andalucía, su posición sobre Cataluña.
En IU de Andalucía pesa una especie de fatalidad histórica en los momentos en los que parece estar a punto de dar el salto electoral. Algunas veces, porque se enredan con los cordones de sus zapatos y otras porque llegan a la estación cuando el tren ya ha pasado. Les ocurrió en las elecciones andaluzas de 1994, cuando batió su récord electoral con 20 escaños y el 19% de los votos.