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Lamentable
Ha concluido el debate sobre el estado de la nación y ni siquiera me voy a referir a quién lo ha ganado, indiferentemente de que la demoscopia amiga, en aras de su reputación profesional para cuando llegue el momento, no haya tenido más remedio que reconocer la apabullante derrota dialéctica de la derecha, concediendo incluso que, en el campo semántico de la derecha, la mejor posicionada haya sido la extrema derecha. La oposición en el debate sobre España ha estado anclada ciertamente en los tiempos del franquismo.
La actitud de la derecha en general y del nuevo PP de Alberto Núñez Feijóo ha sido francamente lamentable, en el sentido de una de las acepciones del Diccionario de la Lengua Española: que infunde tristeza y terror.
Ayuno de discurso, de posibles soluciones para un momento crítico, el PP de Alberto Núñez Feijóo se ha refugiado en los viejos atavismos de la derecha ultramontana y montaraz, de mucho más acá de los Pirineos. Y eso que cabría una salida de derechas de la situación; cabe una posición contra el planteamiento de Pedro Sánchez, pero este PP, el mismo de siempre, por la boca de Cuca Gamarra y de la inspiración de Feijóo, no ha sido capaz de construir discurso alguno. Y bien que estaban a la espera sus terminales mediáticas.
Las medidas fiscales contras las grandes empresas energéticas y bancarias se han presentado como radicales de izquierda, en un alarde de catetismo mesetario, primer episodio
En la arena política del momento se han intentado introducir elementos que menguaran el revolcón político y parlamentario de la derecha. Las medidas fiscales contras las grandes empresas energéticas y bancarias se han presentado como radicales de izquierda, en un alarde de catetismo mesetario, primer episodio. Segundo: la Comisión Europea la emprende contra España por la no renovación del CGPJ. Mentira. En todo caso, se disponen a apretar contra el obstruccionismo anticonstitucional del PP, amparado por jueces indecentes y escasamente instruidos en las reglas de la democracia y la división de poderes que presuponen, entre otras cosas, el respeto al poder legislativo y ejecutivo por parte del judicial.
Mientras, Feijóo andaba respandingándose en su asiento, cada minuto más, una intervención tras otra en el debate. Se ahuecaba y, a veces, parecía como si fuera gallina clueca. Luego, le echaba arrestos fuera, incapaz de conducir un mejor debate de los suyos en la sede de la soberanía. En el último de los refugios de los canallas, la exacerbación de las pasiones patrias de antaño, el peligro de ETA, en una pirueta sonámbula, o el independentismo. Uno, difunto, y el otro, combatido, por fin, desde las filas del pensamiento democrático.
El culmen de lo lamentable ha sido la oposición, fuga y desviación del fracaso, teatralizando la oposición a la Ley de la Memoria Democrática. ¿Qué teme usted, señor Feijóo, y el partido que ahora preside?
Del juicio crítico que merece la actitud del PP, invocando esta ley como estrategia de distracción contra una derrota sin paliativos, no se escapa el colaboracionismo de la guardia azul del PSOE. Lo mejor que he escuchado estos días de José Luis Rodríguez Zapatero ha sido recomendar a Felipe González que se lea la ley. No lo hará. Felipe González se ha definido en estos días como reformista; hace tiempo lo hizo como simpatizante más que militante; como Guerra, antaño, de oyente. Su grey le ha secundado, sin al menos reconocer que, en sus tiempos, difíciles pero con mayorías suficientes, no hicieron nada contra una anomalía (la justicia contra el franquismo) que no resiste el juicio democrático de cualquiera que se considere digno y ecuánime.
¿A qué se oponen PP y la guardia azul del PSOE? ¿Les molesta que después de tantos años aún tenga que decir una ley que repudia y condena el golpe militar del 1936? ¿Les molesta que se afirmen valores y principios democráticos de sus víctimas? ¿Es eso?
En estas extrañas amistades se cimienta la carcunda franquista de España. ¿A qué se oponen PP y la guardia azul del PSOE? Podríamos entender que el PP quiera desviar la atención de su fracaso parlamentario pero ¿le duele a la dicha guardia el indudable éxito de Pedro Sánchez?
¿Les molesta que después de tantos años aún tenga que decir una ley que repudia y condena el golpe militar del 18 de julio de 1936? ¿Les molesta que se afirmen los valores y principios democráticos de sus víctimas? ¿Les molesta que se declare ilegal el régimen surgido de aquel golpe militar? ¿Es eso? ¿Quieren aún en España rendir pleitesía a duques de Franco, Carrero Blanco, marqueses de Queipo de Llano, señores de Meirás…?
De Pedro Sánchez se dice que ha girado a la izquierda. Yo no lo creo, está ahora en su sitio. Sí creo que el PP de Feijóo ha girado bruscamente hacia sus orígenes fundacionales franquistas en competencia con su propia escisión, hoy constituida en partido distinto. Carne de su carne, no ha sido capaz de sumarse a esta ley, proponiendo incluso a los sectores más extremistas- incluido el paleofelipismo- derogar la ley.
El Gobierno de coalición, con el liderazgo de Pedro Sánchez, ha ganado el debate, pero no lo tiene fácil. A estas horas, Sánchez ya tendrá claro lo aturronado que está el pasado en España y que sus rancios compañeros no están dispuestos a reconocer, ni siquiera que en estos empeños deberían de haber ejercido el liderazgo desde hace décadas. Confesión de culpa o de complicidad palaciega.
Ha concluido el debate sobre el estado de la nación y ni siquiera me voy a referir a quién lo ha ganado, indiferentemente de que la demoscopia amiga, en aras de su reputación profesional para cuando llegue el momento, no haya tenido más remedio que reconocer la apabullante derrota dialéctica de la derecha, concediendo incluso que, en el campo semántico de la derecha, la mejor posicionada haya sido la extrema derecha. La oposición en el debate sobre España ha estado anclada ciertamente en los tiempos del franquismo.
La actitud de la derecha en general y del nuevo PP de Alberto Núñez Feijóo ha sido francamente lamentable, en el sentido de una de las acepciones del Diccionario de la Lengua Española: que infunde tristeza y terror.