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Moreno se desmarca del aquelarre del PP contra Teresa Ribera

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En una semana, el 27 de noviembre, se cumple un año del acuerdo de Doñana entre el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Este acuerdo no solo fue simbólico por lo que implicaba para la protección y salvaguarda del más importante ecosistema natural de España y uno de los mayores de Europa por su impresionante biodiversidad. También supuso interesantes gestos políticos, tanto en favor de Moreno como de Ribera.

Este pacto, escenificado en un vídeo viral con Ribera y Moreno paseando por las marismas de Doñana como dos enamorados, sigue repercutiendo un año después. Moreno se ha salido de manera sibilina de la foto del PP de Alberto Núñez Feijóo en la acometida despiadada contra Ribera para bloquear su nombramiento como vicepresidenta de la Comisión Europea, y de paso hacerla parecer, sin rigor, corresponsable de la catastrófica gestión de Mazón en la DANA en Valencia.

Lo ha hecho con la ambigüedad habitual del presidente andaluz, pero ahora se le ha visto más distante que otras veces de la estrategia trumpista del dirigente gallego

Lo ha hecho con la ambigüedad habitual del presidente andaluz, pero ahora se le ha visto más distante que otras veces de la estrategia trumpista del dirigente gallego. Moreno se escabulló cuanto pudo de pronunciarse sobre Teresa Ribera. No ha tenido más remedio que responder en Bakú (Azerbaiyán) en la Cumbre del Clima. “Yo no estoy en la dirección nacional ni formo parte de su estrategia”, respondió Moreno a los periodistas en Bakú el mismo día que era un gran ausente de la nueva llamada de Feijóo a sus barones territoriales para arroparse en el acoso político sin escrúpulos a Ribera.

“Yo no estoy en la comisión de idoneidad para elegir a los comisarios, no sé lo que están preguntando”, se excusó Moreno, que también opinó que le parece “razonable” y “oportuno” que su partido “exija el máximo nivel a una comisaria que va a tener importante responsabilidad en el Gobierno europeo”. Una frase cargada de falsa inocencia, como si no hubiera oído ni leído los exabruptos de su compañera Dolors Montserrat en Bruselas achacando sin pudor a la vicepresidenta española la responsabilidad en la muerte de las 218 víctimas de la riada de Valencia. Moreno, que ha gestionado una peligrosa DANA en Málaga, sabe que no es así.

El presidente andaluz no ha participado del aquelarre del PP contra Teresa Ribera, pero tampoco la ha defendido de manera abierta. Simplemente se ha lavado las manos. Moreno fue algo más osado el pasado septiembre, cuando se conoció la propuesta del nombramiento de Ribera como comisaria europea. Entonces también se distanció de la consigna de su partido, que ya denostó su designación. Felicitó a Ribera a través de redes sociales expresando un deseo: “Ojalá vengan tiempos de acuerdos”. 

Moreno quería contentar a los agricultores de una comarca en la que Vox se estaba adueñando de los votos, pero se vio con su traje de líder ecológico y contra el cambio climático

Un deseo con conocimiento de causa. Aún perduraba en su ánimo el agradecimiento a Ribera por los acuerdos de Doñana. Aquellos acuerdos le salvaron de una reprimenda durísima de Bruselas y la ONU por su decisión de una ley que legalizara el regadío de campos de fresas en la corona de Doñana, con seria amenaza hídrica al parque nacional.

Moreno quería contentar a los agricultores de una comarca en la que Vox se estaba adueñando de los votos, pero se vio con su traje de líder ecológico y contra el cambio climático, muy trabajado desde que llegó a la Junta, hecho jirones. Sin aquella inyección de más de 700 millones de euros propuesta por Teresa Ribera para la comarca, el presidente andaluz aún seguiría con el traje descosido.

Desde luego no habría podido acudir sin complejos a la Cumbre del Clima de Bakú, donde ha prometido la reutilización del 44% de las aguas que se consumen en Andalucía en dos años. Y ha sido en esta cumbre en la que se le ha preguntado por la persecución política de su partido a Teresa Ribera, su salvadora entonces. Hubiera quedado fatal de haber secundado el trumpismo de Feijóo. También podría haber sido más franco y valiente contradiciendo a Dolors Montserrat: Teresa Ribera sí ha sido una buena ministra para Andalucía.

Tampoco es la primera vez que Juan Manuel Moreno se distancia de su jefe en el PP, de forma sutil, sí, pero evidente. Solo hay que recordar las fechas del acuerdo de Doñana: un 27 de noviembre, menos de dos semanas después de la reelección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno (16 de noviembre), tras el fracaso de Núñez Feijóo en su investidura. Aquel vídeo de Moreno y Ribera paseando por Doñana retrataba la aceptación del triunfo democrático de Sánchez por el barón con más poder del PP, cuando Feijóo aún no había superado la amargura de su derrota habiendo ganado las elecciones. Sigue sin superarla. 

En una semana, el 27 de noviembre, se cumple un año del acuerdo de Doñana entre el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, y la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Este acuerdo no solo fue simbólico por lo que implicaba para la protección y salvaguarda del más importante ecosistema natural de España y uno de los mayores de Europa por su impresionante biodiversidad. También supuso interesantes gestos políticos, tanto en favor de Moreno como de Ribera.

Este pacto, escenificado en un vídeo viral con Ribera y Moreno paseando por las marismas de Doñana como dos enamorados, sigue repercutiendo un año después. Moreno se ha salido de manera sibilina de la foto del PP de Alberto Núñez Feijóo en la acometida despiadada contra Ribera para bloquear su nombramiento como vicepresidenta de la Comisión Europea, y de paso hacerla parecer, sin rigor, corresponsable de la catastrófica gestión de Mazón en la DANA en Valencia.