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La necesaria acción climática

5 de noviembre de 2022 20:05 h

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Existe una gran incertidumbre sobre la evolución del cambio climático y su impacto económico en el futuro, pero sí hay certeza sobre las graves consecuencias del cambio climático para la vida en el planeta en el largo plazo si no se actúa para contenerlo, como muestran algunos estudios disponibles.

Los expertos coinciden en señalar la Revolución Industrial como el punto de inflexión en el que las emisiones de gases de efecto invernadero arrojadas a la atmósfera empezaron a dispararse. Hay que recordar que la Revolución Industrial nació de otras muchas pequeñas revoluciones: la agrícola, la tecnológica, la demográfica, de medios de transporte, finanzas… que dieron lugar a un nuevo modelo de producción y consumo.

Desde ese momento, el crecimiento de la población (en 1750 había menos de 800 millones de habitantes en la tierra, hoy somos más de 7.500 millones), un consumo de recursos cada vez más desmedido, el aumento en la demanda y producción de energía, obtenidas mayoritariamente a través de combustibles fósiles, han provocado que el planeta haya entrado en lo que parte de la comunidad científica ha denominado el Antropoceno: la nueva era geológica motivada por el impacto del ser humano en la Tierra.

El cambio climático es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el planeta. La actividad humana es su principal origen y sus efectos pueden ser devastadores

El principal resultado ha sido el aumento de la temperatura global del planeta, que desde ese período ha aumentado en 1ºC, si bien se estima que al final del presente siglo el termómetro pueda aumentar todavía más, aun cumpliéndose los compromisos de reducción de emisiones fijados por los países.

El cambio climático es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta el planeta. La actividad humana es su principal origen y sus efectos pueden ser devastadores. Las causas y consecuencias del cambio climático son un tema de preocupación colectiva desde hace décadas; sin embargo, existen mitos acerca del cambio climático y no todo el mundo conoce la magnitud de su impacto sobre el planeta.

Tomar conciencia es el primer paso para actuar en beneficio del medio ambiente. Los negacionistas de todo, dicen que todo es una gran mentira, que el mundo tiene capacidad para regenerarse, que no hay tanta contaminación como nos hacen ver y que nos quieren cambiar nuestra maravillosa forma de vivir. Hay que seguir consumiendo para que no se cierre ninguna empresa, ningún comercio, ningún bar y así podamos mantenernos fieles a nuestro estatus social adquirido, la fiesta debe continuar. Con esta tendencia, se defiende el crecimiento sin límites de la economía, todo para seguir viviendo al mismo nivel, sin restricciones. Lo que es evidente es que este crecimiento expansivo se hace a costa del consumo de nuestros recursos, aumentando así mismo los desechos o basura que no se puede reciclar, la contaminación del aire con la emisión de gases, la contaminación de los ecosistemas con la desaparición de especies naturales.

Estamos acelerando la alteración de la composición de la atmósfera. En consecuencia, la vida sobre la tierra no será posible hacia finales de este siglo

El cambio climático no es el único problema al que nos enfrentamos. Entre la crisis energética, la inflación, la amenaza de recesión o la guerra parece que es algo que nos queda lejos y de lo que podemos ocuparnos más adelante. Sin embargo, el cambio climático es el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad. Así lo refleja, entre otros, el World Economic Forum en su informe de este año, donde califica el fallo de la acción climática como el riesgo más severo para los próximos diez años.

Nuestro planeta es único. Ya lo estudiábamos en el colegio. La composición de la atmósfera hace posible que exista la vida sobre la Tierra. Y parece que se nos ha olvidado. La atmósfera terrestre está compuesta por diferentes gases que tienen como función mantener una temperatura apropiada para la vida. A este fenómeno natural se le llama efecto invernadero. Estamos acelerando la alteración de la composición de la atmósfera. En consecuencia, la vida sobre la tierra no será posible hacia finales de este siglo.

Todos vemos ya el anticipo de las consecuencias de la subida de temperatura. Señalaré, como ejemplo, el impacto que los cambios en el clima están jugando ya en hambrunas, la acentuación en la crisis de los refugiados, las subidas en los precios de los alimentos, la aceleración de las enfermedades infecciosas y otros impactos más cercanos a nosotros, como los incendios, la sequía o la ola de calor infinita de este verano.

Merecemos una sociedad que trabaje por el bienestar de las personas

Solo en España, hasta el 30 de agosto, se han detectado las cifras de incendios más altas de los últimos diez años, y estamos ante el cuarto año hidrológico de mayor sequía desde que se recogen datos. Nos sorprendimos a la vuelta de verano leyendo que 4.700 personas en España fallecieron por causas relacionadas con la ola de calor, dato que triplicaba la media de los últimos cinco años.

Una falta de acción climática que nos llevase a un escenario de aumento de temperaturas de más de 2,6ºC implicaría una reducción del PIB mundial para 2050 de entre un 14% y un 18%, según los datos recientes publicados por la reaseguradora Swiss Re. Pero esto es mucho más que números. Un aumento de la temperatura de este nivel nos llevaría a un punto de no retorno y de consecuencias catastróficas, no solo para la economía, sino para la propia existencia en la Tierra.

Es imperativo reinventar la gobernanza, incorporando la sostenibilidad en la agenda de los órganos de Administración y comités de dirección. Ahora mismo, no lo está. Y para ello, deben utilizarse de forma sistemática datos, índices y herramientas homologables que permitan la comparabilidad. Es más relevante que nunca fomentar un liderazgo humanista e inclusivo, y la sostenibilidad debe ser vista con una visión 360, que pase por reinventar la economía, el empleo y la formación, el territorio (ciudades, mundo rural e infraestructuras) y revisar el papel clave de la cultura y los medios de comunicación.

Merecemos una sociedad que trabaje por el bienestar de las personas. Esto solo se alcanzará integrando objetivos medioambientales y sociales en las decisiones que determinan el rumbo de la ciudadanía, de las empresas y de las administraciones.

Debemos ser capaces de funcionar con mucho menos petróleo, desarrollando resiliencia alimentaria y de lo realmente básico como la sanidad, lo cual es técnicamente posible cambiando hábitos y algunos aspectos de nuestra vida.

Momentos como este son una enorme oportunidad de transformación y suponen también una gran responsabilidad. Debemos trabajar sin miedo para crear el mundo que queremos, para nosotros, y también para las generaciones que nos van a suceder.     

 

Existe una gran incertidumbre sobre la evolución del cambio climático y su impacto económico en el futuro, pero sí hay certeza sobre las graves consecuencias del cambio climático para la vida en el planeta en el largo plazo si no se actúa para contenerlo, como muestran algunos estudios disponibles.

Los expertos coinciden en señalar la Revolución Industrial como el punto de inflexión en el que las emisiones de gases de efecto invernadero arrojadas a la atmósfera empezaron a dispararse. Hay que recordar que la Revolución Industrial nació de otras muchas pequeñas revoluciones: la agrícola, la tecnológica, la demográfica, de medios de transporte, finanzas… que dieron lugar a un nuevo modelo de producción y consumo.