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Paseo sin combos, gente plural y civilizada
Por fin, después de tanto tiempo enlatados. Qué paseo más glorioso, tratando de recuperar una forma nunca tenida -sin paparazzi-, huyendo de la quietud del cuerpo y de la inquietud del pensamiento, de la infodemia. España saldrá y se recuperará de la pandemia sanitaria; de la infección por coronamedia... eso será otra cosa.
Por la ribera del Betis en dirección al mar. La gente en su inmensa mayoría, respetablemente cívica, sin combos de Jalisco; mucha gente pero no IFEMA ni bocadillos de calamares de pescuezo. Estamos lejos de las asonadas mediáticas, en particular de ABC, con una portada llamando a la desobediencia, calcada del Manual de Sharpe, al que tan agradecida está la CIA.
¿Las policías? Perfectas. Lipasam, la empresa municipal de limpieza de mi ciudad, abriendo cortejo; eficaces y educados, todo un modelo de comportamiento. Mi ribera va paralela a la de Triana, enfrente la calle Betis. Nos vemos a lo lejos, de orilla a orilla, como dice la sevillana. De pronto se acaba y empieza el barrio de Los Remedios .
En ese barrio de Triana, en su Quinta Avenida (la calle Pureza) nació Antoñita Colomé. Una de las artistas más importantes que ha dado Triana y más. Era una gran actriz que triunfaba en Hollywood, en tiempos de la II República. Decía que era más roja que glóbulos ídem tenía; quizá por eso lo pasó tan mal en el franquismo.
Esto lo cuento porque en un entrevista que concedió Antoñita Colomé a Rocío Martín, en la Cadena Ser en tiempos de Ángel Casas, confesó que no quería salir de Triana. Más allá de la calle Betis le había buscado su familia un piso, creo recordar. A partir de esa linde de la calle Betis empieza Los Remedios. Es decir, Antoñita Colomé dijo: “Yo a la Triana tonta, no”. Y no.
Cuando uno sigue ribera abajo y deja de ver Triana frente al Muelle de Nueva York, desde Sevilla se vislumbra, tras el Convento de las Mercedarias, la calle Asunción. El corazón de Los Remedios.
Aunque salí a andar, a no acordarme de ná, desde allí llegaba el metálico ruido de las cacerolas de sus habitantes, con el inconfundible sonido de ollas fatalmente curtidas por décadas de pastillas de avecrem. No sé cómo va la cosa de caldito por el barrio de Salamanca; por aquí, bien. Y es que por estas latitudes sevillanas, la pastilla milagrosa es la seña de identidad de estos ricos que en muchas ocasiones no lo son tanto. En Madrid parece que son más de pizza diaria. En este barrio tonto de Triana, según la Colomé, triunfó el boicot al cava. Pero hoy a ningún dirigente de la derecha, ni la propia ni la desbordada, se le ocurriría proponer un boicot al avecrem, y eso que es una empresa catalana. Sería su ruina política.
En los barrios de trabajadores de mi ciudad, la gente es más de hueso de jamón y espinazo. Mi primo hermano, que era empresario chocolatero, se quejaba de que el Consistorio hispalense nunca hubiera reconocido sus méritos en el fluir de las tuberías y alcantarillado sevillano por su chocolate, sobre todo en Feria. Su fórmula , desconocida pero extraordinariamente evacuatoria, ha ahorrado miles de pesetas en varilleros, profesión extinguida en Sevilla por culpa de las empresas de desatasco mecánico por succión. Pero señores, señor alcalde: y al avecrem, ¿cuándo un homenaje?
El ruido de la revuelta avecrémica me puso a cavilar y eso que venía a relajarme. Un runrún capitalino, vía bulo, hablaba de una moción de censura entre PP y la extrema derecha de sus confines, con una invitación a Ciudadanos. Días antes se hablaba de Gobierno de concentración, se llamó a las puertas del rey, que no está para mucho, si acaso para demostrar su lealtad a la Constitución y a los españoles que tan prudentemente se están comportando con lo suyo.
Es perturbadora la idea (mejor que sea un bulo) de que haya moción de censura aunque deberían si lo que quieren es recurrir a la Constitución. Tiene que ser constructiva, es decir, con candidato. Entonces o Pablo Casado el Guaidó , presidente encargado, de Harvaravaca - que pasa revista a tropas embatadas- o Santiago Abascal. Y de ministros, ¿quiénes? Rosa Díez, Corcuera, Esperanza Aguirre, Alejo Vidal, Toni Cantó. Y si es de concentración ¿un directorio de Felipe González y José María Aznar? Como si fueran cónsules de la República romana.
Con el final de las luces, volvía sin una triste tarrina de caracoles. Al fondo a la izquierda ya se veía Triana. Maravillosa hasta en estos tiempos de oscuridad, pero home, la república tiene en su territorio el castillo de San Jorge, recinto de la Inquisición, y ha salido de varias pestes. Esto no es ná.
Llego casi a casa, quería relajarme pero vuelvo como si saliera de una pesadilla. Y sin caracoles, insisto.
Por fin, después de tanto tiempo enlatados. Qué paseo más glorioso, tratando de recuperar una forma nunca tenida -sin paparazzi-, huyendo de la quietud del cuerpo y de la inquietud del pensamiento, de la infodemia. España saldrá y se recuperará de la pandemia sanitaria; de la infección por coronamedia... eso será otra cosa.
Por la ribera del Betis en dirección al mar. La gente en su inmensa mayoría, respetablemente cívica, sin combos de Jalisco; mucha gente pero no IFEMA ni bocadillos de calamares de pescuezo. Estamos lejos de las asonadas mediáticas, en particular de ABC, con una portada llamando a la desobediencia, calcada del Manual de Sharpe, al que tan agradecida está la CIA.