Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

Pedro Sánchez aterriza en modo electoral

24 de julio de 2022 21:11 h

0

A estas alturas, Pedro Sánchez, como otros que le precedieron, sabe que para ganar La Moncloa hay que ganar en Andalucía. Se pía y se cacarea en Madrid o Bruselas (peer en botija pa que retumbe que decía mi agüela, sin perdón, que es voz del pueblo) pero los huevos -para incubar votos se entiende- hay que ponerlos por aquí abajo. En Catalunya también.

Estaba tranquilo con los resultados de su antes rival Susana Díaz; perdió San Telmo -Gobierno andaluz- pero poco después ganó las elecciones generales en Andalucía y llegó a La Moncloa. Ahora es distinto. El PP del moderado Moreno Bonilla tiene la mayoría absoluta, no es un accidente. Ganar las generales en Andalucía, antes serán las municipales, no parece al alcance de Sánchez, al menos con los mimbres actuales. Están como una silla esculá, que también decía mi agÅ«ela, sin que el sillero se haya pasado aún por San Vicente (sede del PSOE andaluz) -va de santos-, para echar un nuevo culo de enea. 

El último movimiento de Pedro Sánchez en esa línea, de momento solo orgánico, es poner a una andaluza, a menudo criticada por serlo, como su número dos. La elegida es María Jesús Montero. Con su historial resistente y paciente, cuesta trabajo creer que el secretario general socialista no se oliera lo que iba a pasar en Andalucía. Recuerdo que en un pueblo de Cádiz, al principio del tripartito de Moreno Bonilla, un curtido socialista de los de antaño me dijo que con el PP de Moreno había, al menos, para dos legislaturas en la oposición. O más, dicen hoy otros dirigentes.

Esa reflexión más o menos oculta era compartida en los mentideros socialistas y quizá habría llevado a Sánchez a proteger a Montero hasta hoy, resistiéndose a las peticiones de una mayor implicación electoral de la trianera en los pasados comicios. Pero ha llegado el momento.

Sánchez es consciente de la debilidad opositora del actual PSOE andaluz, que como sostiene con acierto Juan Espadas, convalece de lo suyo desde mucho antes de que él llegara a la secretaría general. Tal vez ese mismo diagnóstico sea el de Sánchez para reinar sobre la necesidad de otras referencias para ganarse Andalucía. Y si miramos la elección de su número dos, se puede pensar que cree que Montero reúne lo necesario. Montero es la persona elegida, aparecerá mucho, será referida muchas veces, rezumará poderío. La oposición a Moreno no estará en su versión más fuerte en el Parlamento de Andalucía, sino en la sede en la que esté Montero. No habría que descartar su elevación gubernamental al rango de vicepresidenta.

Hay más y tiene que ver con el nuevo enfoque de Sánchez a partir del debate del estado de la nación. Sus propuestas más sonoras, mediáticamente, las que tienen que ver con los nuevos gravámenes a las grandes empresas energéticas y bancarias no son fruto de su ala conservadora, siempre resistente a parecer de izquierdas, sino de la más progresista de su gobierno y ahí se encuentra Montero. A muchos, a pesar del prestigio publicado de alguna ministra, les cuesta creer en el protagonismo e iniciativa de otras ministras en este golpe de timón del líder de los socialistas. Si algún rostro femenino puede representar la imagen de giro, no a la izquierda sino a su propio programa y a lo pactado en el acuerdo de coalición, no se me ocurre otro que el de María Jesús Montero, independientemente de otras virtudes.

Quedan por negociar presupuestos, un poco de financiación autonómica y amagar, al menos, con una reforma tributaria integral (no la fontanería fiscal de hasta el momento) y otras medidas sociales y legislativas pendientes. El Gobierno necesita urgentemente credibilidad para convencer a sus destinatarios, las descreídas clases medias y trabajadoras, y no parece que ese crédito pueda recaer, pongamos que en Nadia Calviño. O Margarita Robles aunque solo se tratare de imagen.

Las próximas elecciones generales, aún por decidir su fecha, pero no muy lejanas, ya han comenzado a correr y créanme que serán muy de mujeres. El PSOE necesitaba una y sin perder otra, es decir, dos, de ahí Pilar Alegría como portavoz. Tal vez en la línea de salida para otras misiones.

Mientras, se acercan las elecciones municipales y las autonómicas del régimen común, entre otras las de Madrid y Castilla y León. Operarán como una especie de reválida para el PP y como unas elecciones intermedias para el PSOE. Si fracasa el PSOE, Pedro Sánchez será un pato cojo. Para evitarlo Sánchez necesitará algo más que un cambio de caras, mucho más. Serán necesarios silleros, varilleros, fontaneros, carpinteros, terapeutas pero, más que nada, cirujanos. 

A estas alturas, Pedro Sánchez, como otros que le precedieron, sabe que para ganar La Moncloa hay que ganar en Andalucía. Se pía y se cacarea en Madrid o Bruselas (peer en botija pa que retumbe que decía mi agüela, sin perdón, que es voz del pueblo) pero los huevos -para incubar votos se entiende- hay que ponerlos por aquí abajo. En Catalunya también.

Estaba tranquilo con los resultados de su antes rival Susana Díaz; perdió San Telmo -Gobierno andaluz- pero poco después ganó las elecciones generales en Andalucía y llegó a La Moncloa. Ahora es distinto. El PP del moderado Moreno Bonilla tiene la mayoría absoluta, no es un accidente. Ganar las generales en Andalucía, antes serán las municipales, no parece al alcance de Sánchez, al menos con los mimbres actuales. Están como una silla esculá, que también decía mi agÅ«ela, sin que el sillero se haya pasado aún por San Vicente (sede del PSOE andaluz) -va de santos-, para echar un nuevo culo de enea.