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Redoble de tambores
No sé si cuando lean esto habrán terminado de redoblar los tambores pero no puedo esperar ante la incertidumbre. Tengo que responder a una carta, tal vez póstuma, que me ha dirigido el presidente que, por cierto, se parece a otras que llevamos escribiendo muchos demócratas pero sin tanto eco. Es normal, no somos presidente. No es educado dejarla sin respuesta.
El lawfare, la amenaza de juristocracia, en la mente de todos y en las tripas de la carta, no es nuevo. Es un hecho continuo aunque selectivo desde hace tiempo; algunos creen que es nuevo porque les afecta a ellos ahora pero es una patología crónica de la democracia. Entre los factores que lo hacen posible y fortalecen está la tiranía mediática que, curiosamente, solo es posible en libertad.
El momento no es nunca casual y el actual no es cualquiera. Los resultados de las elecciones vascas demuestran que puede haber otra sintonía, melodía, en nuestra manera de convivir; los posibles resultados en Catalunya también pueden alterar la cosmovisión derechista de los problemas y conflictos añejos, como la aprobación de la ley de amnistía. Un nuevo paradigma impugna la España rancia. El reconocimiento del Estado de Palestina añadiría una gota más a unos perfiles de España que no interesan a la intrasustancia del poder que, aunque oculto, no deja de manifestarse a través de apariencias formales democráticas, ancladas, sin embargo, en el régimen del 75 sin ni siquiera dar la posibilidad que avancemos más allá del 78. Usted tiene mucho que ver con esto y no se lo perdonan.
Si se va habrá triunfado el golpismo y unas malas artes que llevamos denunciando y observamos algunos sin que parezca que usted lo notara
A la vileza y maldad de la estrategia de desgaste de la carcunda, usted no puede sucumbir, aunque le entiendo, señor presidente. Usted es el presidente, y costó mucho que lo fuera; esto va más allá de usted y de su partido, no sucumba, aunque aproveche, también será una gran oportunidad de hacer en su organización algo parecido a lo que quiere hacer con España. Si se va habrá triunfado el golpismo y unas malas artes que llevamos denunciando y observamos algunos sin que parezca que usted lo notara.
Rodríguez Zapatero ha salido en su defensa y la de su causa y de la dignidad de su partido, por algunos de sus miembros inmerecida; ha resaltado sus logros indudables y sus méritos en la concordia catalana y vasca, también su osadía al salirse de la partitura internacional con la crisis palestina. Esperemos que nada de eso esté en peligro con su decisión, la que sea. Usted es tan libre como todos nosotros pero con más responsabilidad, y le hemos dado toda nuestra confianza no sin, también, un alto coste.
No cometa el error de creer que todos los que lo apoyamos ahora lo vamos a votar. Eso es otra cosa, dependerá de su programa y de su acción, lo de ahora es otra cosa
Su carta, como una gran marea baja, ha dejado a la vista la chatarra, la miseria política y humana de la derecha ultra y del Estado profundo cada día más visible y más osado, también todo lo que está pendiente. La España amorcillada nos había hecho creer que todo estaba ya hecho pero no, la democracia siempre está en construcción y en peligro. Lo que se consiguió en la Transición fue heroico a veces y meritorio, pero no basta. Estaba controlada, tutelada, jibarizada y ahora aflora. Créame, no es cosa de partido, ni del suyo, es de los demócratas. Y no cometa el error de creer que todos los que lo apoyamos ahora lo vamos a votar. Eso es otra cosa, dependerá de su programa y de su acción, lo de ahora es otra cosa.
No se vaya, sea responsable. Pero no se quede de cualquier forma. Hay mucho que hacer y mayoría suficiente para hacerlo. Si se queda tendrá que pasar a la acción y explicar por qué se quería ir, más allá de sus nobles sentimientos; si se va, tendrá que explicarse más aún que si se queda y, cosa que no deseo, su lugar en la historia quizá quede bastante desaliñado.
Que le vaya muy bien y en todo caso, gracias, señor presidente.
No sé si cuando lean esto habrán terminado de redoblar los tambores pero no puedo esperar ante la incertidumbre. Tengo que responder a una carta, tal vez póstuma, que me ha dirigido el presidente que, por cierto, se parece a otras que llevamos escribiendo muchos demócratas pero sin tanto eco. Es normal, no somos presidente. No es educado dejarla sin respuesta.
El lawfare, la amenaza de juristocracia, en la mente de todos y en las tripas de la carta, no es nuevo. Es un hecho continuo aunque selectivo desde hace tiempo; algunos creen que es nuevo porque les afecta a ellos ahora pero es una patología crónica de la democracia. Entre los factores que lo hacen posible y fortalecen está la tiranía mediática que, curiosamente, solo es posible en libertad.