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A rey huido, cállate pueblo
El rey Juan Carlos ha huido. Lo niegue la caverna mediática o la vicepresidenta socialista Carmen Calvo, porque “huir”, según la RAE, es “alejarse deprisa” y él ya estaba fuera de España cuando lanzaron su carta de despedida. ¿Que huir tiene connotaciones indecorosas, sobre todo para el ex jefe de Estado cuyo nombre aparece en investigaciones de las fiscalías española y suiza por cuentas millonarias, blanqueo de capitales y fraude fiscal? A ver, en su mano ha estado no irse a escondidas, es él quien prefiere llevar ya una semana en paradero desconocido.
Nada menos que el periódico monárquico ABC ha apuntado como destinos del emérito, primero el resort de lujo de un magnate azucarero en República Dominicana y, por si elección tan opulenta como lejana de los tribunales que pueden citarle no fuera ya lesiva para la Casa Real y Felipe VI, luego, según rectificación de ABC, una suite del hotel Emirate Palace de Abu Dabi (Emiratos Árabes), con precio de 11.000 euros por noche.
Todos estos detalles, cada cual más sonrojante, son guindas tras la abdicación de 2014, ya precipitada por aquel despropósito de cacería de elefantes con su amante comisionista. Pero no provocan ni el menor acto de contrición por el rey actual, Felipe VI que dice apoyar a su padre, ni crítica del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, que desautoriza las de sus socios de Unidas Podemos, ni, menos aún, de esa derecha política y mediática que se apropia ahora del pacto constitucional, como antes del himno y la bandera.
En el colmo de la desfachatez y la injusticia, la huida de Juan Carlos I se usa para criminalizar a toda la ciudadanía que crea que merece una Jefatura de Estado que no delinca y sea transparente. Si pides explicaciones, eres republicano. Si eres republicano, malo. Podemos es la diana explícita del odio visceral de la elite. Pero van contra toda esa izquierda comunista, anticapitalista e incluso de sectores socialistas que, legítimamente, ve la República como régimen lógico y moderno, preferible, pese a lo cual lleva los cuarenta años democráticos respetando la monarquía parlamentaria del pacto constitucional con mucha más lealtad de la que está demostrando el rey Juan Carlos.
El líder del PP, Pablo Casado, resucita los peores fantasmas: “El debate sobre la Monarquía es suicida para la concordia nacional”. ¿Advertencia, amenaza?
La corte no defiende al rey, sino sus intereses
Preferiría creer que Felipe VI, pese a ocultarnos un año los fondos opacos de los que su padre le nombró beneficiario y cooperar así a que el delito fiscal haya prescrito, está espantado con cómo el emérito se ha esfumado. Aunque solo fuera porque la reina, periodista, conservara el mínimo criterio profesional para compartir con él que todo esto es demoledor para la imagen de la institución. Pero tanto Casa Real como el sector socialista del Gobierno se empeñan en que la huida de Juan Carlos I es el fruto más perfecto que sus privilegiadas cabezas han podido ofrecer a España.
Puedo entender el vértigo del PSOE ante la perspectiva de que, en plena crisis sanitaria y socioeconómica por la COVID-19 se abra el melón de la forma de Estado. Además, el establishment aprieta. Ese ABC dibuja a Juan Carlos como un pobre apátrida obligado a vagar, temeroso del covid a sus 82 años, “porque el Gobierno de Sánchez ha pedido medidas contra él”.
Pero el PSOE no puede asustarse tanto como para defender lo indefendible de Juan Carlos. Sería un error para el partido y el país. Algo que el sanchismo en la oposición aprendió y parece estar olvidando es que la corte de banqueros, grandes constructoras y grupos mediáticos, Biblia socialdemócrata incluida, juega sus cartas contra las políticas de derechos sociales que quiere la mayoría.
Ese es el dilema, lo que nos jugamos bajo el sainete de Juan Carlos: ¿somos de verdad un Estado de derecho al servicio del bienestar ciudadano o una oligarquía de apariencia democrática donde la élite, casposa reaccionaria o gauche caviar, vive privilegios y evade impuestos dejando al pueblo sin servicios básicos como colegios, residencias y centros sanitarios bien protegidos frente a la COVID-19?
La izquierda siempre respetó el pacto que el rey ha traicionado
Sí, Juan Carlos I fue nombrado por Franco. Pero, más allá de su cinismo o sinceridad el 23-F, ha reinado gracias al pacto constitucional que aceptaron los supervivientes del exterminio republicano. Accedieron asustados, cierto. Pero no pastelearon como oigo, leo, interpreto de políticos o activistas de izquierda que, creo, minimizan la contribución de la gran generación artífice de la Transición. Bastante masa crítica trabajó en los 70 después de que el franquismo segara, a través del golpe, guerra, dictadura, exilio y asesinato, las mentes más comprometida y brillantes.
La Constitución no incluía que el rey cobrara comisiones ilegales, blanqueara capitales, evadiera impuestos. Ni que la restauración borbónica con Juan Carlos I calcara la de Alfonso XII en 1874, un siglo antes, con el partido Conservador de Cánovas y el Liberal de Sagasta, gobernando por turnos para los pudientes.
Es muy elocuente de cómo el poder en la sombra desprecia la Carta Magna y al pueblo soberano ver sus intentos de convertir en traidores a los traicionados.
El rey Juan Carlos ha huido. Lo niegue la caverna mediática o la vicepresidenta socialista Carmen Calvo, porque “huir”, según la RAE, es “alejarse deprisa” y él ya estaba fuera de España cuando lanzaron su carta de despedida. ¿Que huir tiene connotaciones indecorosas, sobre todo para el ex jefe de Estado cuyo nombre aparece en investigaciones de las fiscalías española y suiza por cuentas millonarias, blanqueo de capitales y fraude fiscal? A ver, en su mano ha estado no irse a escondidas, es él quien prefiere llevar ya una semana en paradero desconocido.
Nada menos que el periódico monárquico ABC ha apuntado como destinos del emérito, primero el resort de lujo de un magnate azucarero en República Dominicana y, por si elección tan opulenta como lejana de los tribunales que pueden citarle no fuera ya lesiva para la Casa Real y Felipe VI, luego, según rectificación de ABC, una suite del hotel Emirate Palace de Abu Dabi (Emiratos Árabes), con precio de 11.000 euros por noche.