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Perder el Sur fijos en el Norte

La gran oposición catalana a la sentencia del procés y la injustificable violencia de radicales acaparan la atención nacional. Normal. La preocupación se agrava por el Gobierno en funciones y la repetición electoral el 10N que el PSOE de Sánchez debió evitar. Y porque el PP de Casado y Cs de Rivera usan esto para ganar votos, el uno, y frenar su debacle, el otro. Hacen del “constitucionalismo” arma arrojadiza. Etiqueta de la que excluyen a cuantos no sean ellos y el neofranquista Vox. Esa ultraderecha que da una paliza a un joven en Barcelona y en la plaza del Pumajero, corazón de la Sevilla más izquierdista, amedrenta con bates y puños americanos al son del Cara al sol.

Debimos evitar llegar aquí. Muchos vimos –porque era fácil sin ser Nostradamus- que esa recogida de firmas por militantes del PP contra la reforma del Estatut catalán en 2006 nos saldría cara. Recurrirlo al Constitucional y que lo anulara fueron graves afrentas. Además, descaradas, ya que el Estatuto andaluz de 2007 copió el texto catalán y no sólo no fue recurrido, sino que sigue vigente bajo el Gobierno de PP+Cs con el puntal de Vox. Pero entonces Rajoy quería desbancar a Zapatero del Gobierno, la crisis-estafa financiera del 2008 aún no era ni “desaceleración” y ETA anunció tregua. Los que tanto presumen de amor a España con banderas en las ventanas no dudaron en sembrar los vientos de esta tempestad. Y Convergencia -de cuyo nombre nadie quiere acordarse-, para tapar la corrupción de los Pujol que lo hermanaban con la derecha de la Caja B y Bárcenas, se envolvió en la estelada.

Los españoles de la democracia maduramos oyendo, frente a ETA, que toda aspiración era legítima y posible desde vías no violentas, democráticas. Incluida la independencia. Los que repetimos el mantra con convicción y sin cinismo defendemos, en coherencia, que la aspiración genuina de independencia representada por Esquerra, CUP, Ómnium Cultural, Asamblea Nacional Catalana, etc. ha de tener cauce. Pero dentro del margen de la ley y la Constitución, susceptibles de ser cambiados, contando con los apoyos necesarios. Si los republicanos españoles llevamos cuarenta años en esta monarquía, no es por entusiasmo con la realeza, sino por la hondura de nuestros principios democráticos.

Que el encaje territorial no eclipse el desafío global

Ahora ya estamos aquí. Los demócratas tenemos que reaccionar y construir. Porque esta península, por más que mire al norte, es sur de Europa, cola del mundo desarrollado, primera línea de cambio climático y de la mayor brecha de desigualdad del planeta. La degeneración acelerada del hiper-capitalismo extractivo redobla sus zarpazos. Y nuestros líderes bajan los brazos ante:

  • Trump con la imposición de aranceles, del 10% sobre aeronaves, pero además a España, como uno de los cuatro países productores de Airbus (junto a Alemania, Francia y Reino Unido), del 25% sobre nuestras exportaciones de aceite de oliva (300 millones de dólares), aceitunas (140 millones de dólares), queso (100 millones de dólares), jamón y porcinos, conservas… Castigo que distorsiona la competencia con productores como Grecia, Portugal e Italia.
  • Johnson al frente del demencial Brexit cuyo preacuerdo con la Unión Europea el Parlamento británico pone en cuarentena mientras la UE le da el visto bueno con confianza ciega en el negociador Michel Barnier y dando más detalle, por descontado, de lo que afectaría a la frontera norirlandesa que a la gibraltareña.
  • Erdogan, que nos gusta considerar matón ajeno de kurdos, pero que, como él amenaza a la UE, puede, con su anexión del norte sirio, causar una emergencia humanitaria de refugiados que triplique el millón de llegadas por el Egeo del 2015-2016.

Enormes retos globales requieren la mayor lucidez como se acaba de ver en el Foro Internacional de Desarrollo Alternativo CAF-México.

España es el tercer país UE con más trabajadores pobres (tras Grecia y Rumanía), el 18,4% de españoles (8,5 millones) vive en exclusión y el 11% sufre pobreza severa, la tasa llega al 38,2% en Andalucía, con uno de cada cuatro excluidos del país. El Mediterráneo es el epicentro de la catástrofe climática pues se calienta un 20% más rápido que la media de cuencas.

Frente a los datos innegables, ¿dónde anda la refundación ética del capitalismo que el conservador Sarkozy prometió en 2008? Pues:

  • La UE acaba de sacar de la lista de paraísos fiscales a Suiza, Emiratos Árabes, Costa Rica, Islas Marshall, Serbia, Albania y Mauricio (ya tampoco figuraban los europeos Malta, Chipre, Luxemburgo),
  • La derecha global gana elecciones con la promesa de “Bajada masiva de impuestos” que luego siempre concreta en perdonar las tasas por herencia a las élites privilegiadas,
  • Se consiente una fiscalidad ridícula a las mayores multinacionales (Netflix pagó 3.147€ en su primer ejercicio en España),

Y la doble consecuencia de bajar ingresos a las arcas del Estado:

No perdamos el Norte olvidando la conciencia Sur, trabajadores.

La gran oposición catalana a la sentencia del procés y la injustificable violencia de radicales acaparan la atención nacional. Normal. La preocupación se agrava por el Gobierno en funciones y la repetición electoral el 10N que el PSOE de Sánchez debió evitar. Y porque el PP de Casado y Cs de Rivera usan esto para ganar votos, el uno, y frenar su debacle, el otro. Hacen del “constitucionalismo” arma arrojadiza. Etiqueta de la que excluyen a cuantos no sean ellos y el neofranquista Vox. Esa ultraderecha que da una paliza a un joven en Barcelona y en la plaza del Pumajero, corazón de la Sevilla más izquierdista, amedrenta con bates y puños americanos al son del Cara al sol.

Debimos evitar llegar aquí. Muchos vimos –porque era fácil sin ser Nostradamus- que esa recogida de firmas por militantes del PP contra la reforma del Estatut catalán en 2006 nos saldría cara. Recurrirlo al Constitucional y que lo anulara fueron graves afrentas. Además, descaradas, ya que el Estatuto andaluz de 2007 copió el texto catalán y no sólo no fue recurrido, sino que sigue vigente bajo el Gobierno de PP+Cs con el puntal de Vox. Pero entonces Rajoy quería desbancar a Zapatero del Gobierno, la crisis-estafa financiera del 2008 aún no era ni “desaceleración” y ETA anunció tregua. Los que tanto presumen de amor a España con banderas en las ventanas no dudaron en sembrar los vientos de esta tempestad. Y Convergencia -de cuyo nombre nadie quiere acordarse-, para tapar la corrupción de los Pujol que lo hermanaban con la derecha de la Caja B y Bárcenas, se envolvió en la estelada.