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Suerte y perdón

Leo con asombro que son 15.000 las almas que han apoyado la petición de indulto para el expresidente del Sevilla FC, José María del Nido. 15, me hubiera parecido una broma de mal gusto. 150, un extraño caso de lavado de cerebro y sectarismo. 1.500, un preocupante engaño masivo. 15.000 es ya una perversión en toda regla, una indignidad.

Me cuesta mucho creer que sea cierto. ¿De verdad hay 15.000 personas dispuestas a dejarse robar, estafar y engañar a cambio de que su equipo de fútbol gane? ¿De verdad están dispuestas a hacer la vista gorda ante el fraude continuado, la prevaricación y la malversación de caudales públicos, delitos todos ellos juzgados, demostrados y sentenciados, con tal de que su equipo siga entre los primeros de la tabla? ¿De verdad? La respuesta es sí: de verdad que estamos para que nos encierren.

Que casi todos los demás presidentes de los equipos de la liga hayan firmado también la petición, no dejando de ser un hecho lamentable, tiene su lógica interna en ese corporativismo seudo-criminal que bebe del lema de que la familia es la familia. Allá ellos con sus conciencias, que supongo que deben de tenerlas. Que un ciudadano (o ciudadana, pues ellas cada vez engrosan en mayor número el target del marketing futbolero) que a duras penas puede llegar a final de mes encuentre la felicidad en los colores de su equipo, me parece algo de lo más natural del mundo. Ocurre aquí y en Pekín. Lo que no entiendo es que esa felicidad sea capaz de ocultar, no ya una mera sombra de corrupción, sino una terrible realidad.

Se me ocurre por tanto que estamos llegando a un nivel de apertura de tragaderas, que por donde antes cabía ese sapo que tanto nos costaba tragar, ahora cabe éste, el político corrupto, la infanta olvidadiza, el periodista amarillo chillón, el ministro del opusdei y el banquero caníbal.

Hemos atravesado el espejo y ahora vivimos en un Sálvame diario en el que estamos llevando la máxima del pan y el circo a niveles de ciencia ficción. Aunque pensándolo mejor, dejemos la ciencia aparte, que para eso no hay dinero.

Sin embargo, con ser esto grave, la petición de indulto del expresidente Del Nido tiene otra componente la mar de preocupante: el número de indultos a lo largo de 2012 fue de 468. Por tipo de delito, el campeón es el tráfico de drogas (41% de indultos). Le siguen los robos (13%); las estafas, apropiaciones indebidas y falsedades (12%); las lesiones (9%); los atentados contra la autoridad (5%); los hurtos (2%); la prevaricación y otros delitos contra la Administración Pública (2%); los delitos contra el medio ambiente (2%).

Curiosamente, el número de indultados por prevaricación ha sido de 6. Una cifra muy pequeña, bien es verdad. Pero comparado con el número de condenas (¡sólo 20, pese a lo que pudiera uno figurarse, tal y como está el patio!), estamos hablando de que casi la tercera parte de los condenados en firme por quedarse con dinero público por la patilla fueron perdonados por el ejecutivo de la nación.

Si hasta uno es capaz de hacer este simple cálculo, un cráneo privilegiado de la talla de don José María, habrá pensado también que, con un poco de suerte, por qué no, le puede caer un buen premio gordo. Total, a Fabra, le cayeron en su día unos pocos y a nadie en Castellón pareció extrañarle: volvían a colocarlo en la presidencia de la Diputación una y otra vez. A este tipo de personajes la fortuna les sonríe con una frecuencia muy por encima de la media.

Algo que, por otra parte, a mí personalmente no me provoca la menor envidia. Sí me provoca cierta tristeza, he de reconocerlo, estar seguro de que gran parte de esos 15.000 firmantes no saben qué están firmando. Pongo la mano en el fuego por ello. Achicharrado que estoy.

Leo con asombro que son 15.000 las almas que han apoyado la petición de indulto para el expresidente del Sevilla FC, José María del Nido. 15, me hubiera parecido una broma de mal gusto. 150, un extraño caso de lavado de cerebro y sectarismo. 1.500, un preocupante engaño masivo. 15.000 es ya una perversión en toda regla, una indignidad.

Me cuesta mucho creer que sea cierto. ¿De verdad hay 15.000 personas dispuestas a dejarse robar, estafar y engañar a cambio de que su equipo de fútbol gane? ¿De verdad están dispuestas a hacer la vista gorda ante el fraude continuado, la prevaricación y la malversación de caudales públicos, delitos todos ellos juzgados, demostrados y sentenciados, con tal de que su equipo siga entre los primeros de la tabla? ¿De verdad? La respuesta es sí: de verdad que estamos para que nos encierren.