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Opinión - Ni liderazgo ni autoridad. Por Esther Palomera

Vírgenes alcaldesas y la Macarena presidenta

La amenaza que se cierne sobre nosotros este curso es la reforma de la ley electoral para nombrar alcalde al que, sin ganar, alcance el 40 por ciento de votos. La medida, que impulsa el PP para frenar pactos de partidos hasta ahora pequeños que podrían acabar ¡al fin! con el podrido bipartidismo, es rechazada, por todas las demás formaciones, aunque por el PSOE con la boca pequeña.

A ellos también les interesa. Por algo la llevaban en su programa ya en 1998. Pero ahora no necesitan manchar su imagen con un pacto con el PP con tan descarados fines electorales para que salga adelante. El Gobierno de Rajoy se ha declarado dispuesto a aprobarla sólo, con su mayoría absoluta. Los socialistas pueden nadar y guardar la ropa, criticar el oportunismo de la derecha y beneficiarse de sus consecuencias.

Y eso harán si nosotros, los ciudadanos, les dejamos. En nombre, para colmo, de la “regeneración democrática”.

El Partido Socialista Francés también se está “reinventando” (“Reinventémonos” ha sido el lema de su reunión estival en La Rochelle de este año). Y el invento ha consistido en nombrar ministro de Economía a un exbanquero de la banca Rothschild, “social-liberal”, “liberal de izquierdas”, “socialdemócrata”, “liberal”, “socialista moderno”. Queda claro el perfil por el que han apostado. El de quien cambió su carrera de filósofo por la de banquero para hacer dinero. “No tengo gustos lujosos ni grandes necesidades, pero aprecio mucho mi independencia”, explicó él mismo sin empacho hace ahora dos años. Joven, con buena planta, en permanente “modo seducción” y con habilidad para dar siempre a su interlocutor lo que espera de él. “Si no le gustan mis principios, tengo otros” que decía Marx, Groucho.

Pedro Sánchez en España, Emmanuel Macron en Francia. El socialismo ha hablado. ¿Qué diremos los ciudadanos?

¿Detectamos alrededor estupor, impotencia, resignación? Quiero decir, ¿si el PP tira adelante con la imposición de su ley cerdada, ¿qué vamos a hacer nosotros, aguantarnos y que de esa forma espuria siga el PPSOE gobernando ayuntamientos donde legítimos acuerdos podrían desbancarlos? ¿Si la luz que encuentra el PSOE al final de su túnel es rejuvenecer las caras y marchitar su rosa-socialista y su alma-programa, tendremos los electores de izquierda que acompañarlos al infierno?

En paralelo las fuerzas de izquierda y fundamentalmente Podemos que parece avanzar e IU que parece retroceder, ¿serán capaces de no tirarse los trastos a la cabeza como es nuestra tradición y ayudar a la población a parar los atropellos?

Hagan lo que hagan los partidos, quienes han tenido la responsabilidad de la actual quiebra económica, institucional y social -cada cual en su cuota, PP y PSOE los que más- y los nuevos con todo aún por demostrar, los ciudadanos tenemos que tener claro que impedir el pisoteo de nuestros derechos electorales es nuestra responsabilidad.

Abogados, jueces, fiscales, catedráticos capaces de parar con la ley en la mano esta atrocidad; filósofos, investigadores, intelectuales, demócratas con solidez teórica para sembrar argumentos, periodistas que hagan de altavoces y divulgadores, trabajadores de todos los campos y profesiones, estudiantes, jubilados, cuantos nos sentimos estafados por esta falsa crisis que no cesa de precarizarnos, iniciada por los timos de las elites financieras internacionales, engordada por la corrupción y la financiación ilegal de los partidos, por el secuestro de las ideologías de éstos y los mass media por los préstamos que deben a los bancos, ¿vamos juntos a frenarlo? ¿O contemplaremos trémulos pero paralizados el avanzar de las estaciones hacia mayo y, con ellas, de los nuevos abusos?

Nuestra paciencia tiene que tener final. Llevo tiempo pensando, “seguro que esto es lo último”, “por esto no pasamos”, “lo de los ERE es muy fuerte”, “lo de la Gürtel, financiación B al descaro”, “Los SMS de Rajoy apoyando a Bárcenas, bochornosos”, “Los 30 años de Pujol defraudando consentidos por el Estado, de traca”, “La Corona saqueando las arcas autonómicas, vía yerno ni te cuento”, “Todo esto mientras emigran jóvenes profesionales (médicos, arquitectos, periodistas, geógrafos, filólogos, sociólogos...), eso no se va a soportar”, “Y disparando pelotas de goma a quienes a pesar de todo arriesgan su vida por llegar, eso no, al menos nos quedará humanidad!

Pero aquí seguimos tragando sapos. No sé si lo que nos falta es que por Decreto Ley, como le gusta a don Mariano gobernar, nos ponga de alcaldesa, presidenta regional o mano milagrosa en Moncloa -a lo Macron en el Elíseo- a la Virgen Macarena -no por su carrera religiosa y deportiva (con hitos hoy en el baloncesto como ayer en el atletismo) sino por su innegable carisma y liderazgo social. La medida encajaría en un Ejecutivo cuyo ministro del Interior ha concedido la medalla de oro al mérito policial a la Virgen María Santísima del Amor y la ministra de Empleo encomienda los éxitos de sus decisiones a la Virgen del Rocío. Ahora que recapitulo, una Virgen al frente de cada consistorio y, sin primarias, la de Sevilla para coordinarlo todo... En plan anillos de Frodo.

Quizá la Macarena de mandataria impuesta fuera guinda capaz de hacernos reaccionar. Y tal vez no estemos lejos de poder comprobarlo. Aunque, por dignidad, antes de llegar a eso deberíamos salir a la calle, manifestar con toda contundencia, gritando al límite de decibelios que permita la nueva Ley Mordaza de supuesta seguridad ciudadana, que no vamos a permitir la cacicada de que elijan ellos los alcaldes que nos convienen a nosotros. “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo” como en sus buenos tiempos.

Digo lo de la manifestación porque lo de una huelga general, señalándonos en las empresas y descontando salario eso ya ni lo planteamos, ¿no?

La amenaza que se cierne sobre nosotros este curso es la reforma de la ley electoral para nombrar alcalde al que, sin ganar, alcance el 40 por ciento de votos. La medida, que impulsa el PP para frenar pactos de partidos hasta ahora pequeños que podrían acabar ¡al fin! con el podrido bipartidismo, es rechazada, por todas las demás formaciones, aunque por el PSOE con la boca pequeña.

A ellos también les interesa. Por algo la llevaban en su programa ya en 1998. Pero ahora no necesitan manchar su imagen con un pacto con el PP con tan descarados fines electorales para que salga adelante. El Gobierno de Rajoy se ha declarado dispuesto a aprobarla sólo, con su mayoría absoluta. Los socialistas pueden nadar y guardar la ropa, criticar el oportunismo de la derecha y beneficiarse de sus consecuencias.