La apuesta pendiente por la innovación: el caso de Andalucía

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La reordenación geopolítica que acompaña al conflicto en Ucrania está provocando una regresión profunda en el proceso de globalización. Una fractura que empezó a hacerse visible ya en la pandemia y que fuerza ahora a la Unión Europea a apuntalar todo su tejido industrial, no solo para ser económicamente independiente, sino para no quedar rezagada en la intensa carrera que libran los Estados Unidos y China por el liderazgo tecnológico mundial.

Las consecuencias de esa fragmentación son aún más evidentes para una región periférica como Andalucía, que necesita poner toda su economía en línea con un nuevo plan industrial a escala europea que mira hacia nuevas tecnologías limpias y desarrollar proyectos innovadores que la hagan atractiva para la inversión.

Bruselas tiene establecido para el conjunto de la UE un objetivo de inversión en I+D equivalente al 3% del PIB para el año 2027. Es una meta que se fue postergando desde que se adoptó la estrategia de Lisboa con el cambio de milenio. Actualmente, ronda el 2,3%, por lo que el gasto en actividades innovadoras debería incrementarse en un tercio para responder a esa ambición.

El reto añadido es la disparidad que hay entre países y regiones. España va muy rezagada con tan solo el 1,4%, como refleja un informe elaborado por PwC para la Corporación Tecnológica de Andalucía (CTA). Esa intensidad de gasto se reduce a la mitad de la media europea en la inversión en I+D andaluza. En el 1,1% está tres décimas por debajo de la media española.

La intensidad en I+D equivale a 181 euros por habitante en el caso andaluz, frente a los 329 euros de media española. Andalucía se encuentra entre las 5 que menos gasta per cápita. Se explica en parte por su elevada población

Los países de la UE más punteros en inversión en I+D son Suecia, Austria, Alemania y Dinamarca, que superan ya ese objetivo del 3%. Se codean con Japón, el polo mundial por excelencia en innovación. Bélgica y Finlandia están cerca. Son todas economías consideradas competitivas y que cuentan con niveles mayores de renta.

La tabla de referencia refleja que Andalucía en concreto tiene un “amplío margen de mejora” para poder alcanzar a sus pares europeos. “Es un factor clave para el crecimiento y la competitividad a largo plazo -insisten los relatores- la innovación y el conocimiento permiten mejorar los procesos productivos y el desarrollo de nuevos productos y servicios”.

La intensidad en I+D equivale a 181 euros por habitante en el caso andaluz, frente a los 329 euros de media española. La tabla la lidera el País Vasco, con 675 euros, junto a los 607 euros de Madrid y los 541 euros de Navarra. Andalucía se encuentra entre las cinco que menos gasta per cápita, de acuerdo con datos del INE y Eurostat. Se explica en parte por su elevada población.

En términos cuantitativos, de acuerdo con el cálculo de PwC, Andalucía debería elevar el gasto en I+D en unos 1.800 millones de euros para llegar al nivel actual de la UE

En términos cuantitativos, de acuerdo con el cálculo de PwC, Andalucía debería elevar el gasto en I+D en unos 1.800 millones de euros para llegar al nivel actual de la UE y esa cifra se eleva a 2.800 millones en los próximos años para alcanzar una intensidad del 3%. Pero no es solo un problema de cuánto se invierte, sino de cómo se ejecuta.

Bruselas establece que el gasto en I+D debe ser liderado por el sector privado en una proporción dos a uno. En el caso de las empresas andaluzas equivale a nueve de cada diez euros. Pero la intensidad de gasto es casi cuatro veces inferior que en el conjunto de la UE. Solo el 2,9% invierten en I+D y destinan el 2,2% de su facturación.

El estudio revela, de hecho, que solo el 8% de los fondos empleados por las empresas para financiar la I+D privada provienen del sector público. El informe pone de relieve la importancia de elevar el apoyo desde la Administración. “Casi la mitad de los fondos presupuestados se quedan sin ejecutar”, señala. En el caso de la Junta Andalucía, “los números son igualmente malos”. 

El riesgo de desindustrialización y de desinversión es real, especialmente en las regiones menos desarrolladas.

En este sentido, el informe pone de relieve las distintas fórmulas impulsadas por la CTA para estimular la inversión en I+D por parte de las empresas andaluzas, para captar fondos y socios con los que financiar sus proyectos. Las compañías que participan en este clúster multisectorial generan 47.270 empleos en Andalucía y facturan 11.137 millones de euros. El 41% son pymes y el 71% tienen su sede en la región.

El resto es lograr que el tejido productivo andaluz sea más dinámico y menos dependiente del turismo o la industria agroalimentaria. Hay ejemplos recientes que demuestran ese potencial, como la implantación en Málaga de grandes firmas tecnológicas o el megaproyecto estratégico de la naviera danesa Maersk para impulsar la producción de combustibles verdes.

El riesgo de desindustrialización y de desinversión es real, especialmente en las regiones menos desarrolladas. Y no será algo temporal, porque su impacto negativo afectará a toda la cadena de valor, pondrá en peligro la seguridad del suministro, mermará la capacidad exportadora, a las pymes en múltiples sectores y la creación de empleo.

La innovación, por tanto, es mucho más que una apuesta por la transformación digital y ecológica. Es una cuestión de supervivencia después de ver cómo las dependencias que tiene la economía europea pueden ser utilizadas en su contra. Con este propósito, Bruselas busca fomentar la inversión con una mayor flexibilidad en el uso de fondos públicos.

 

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