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La fiesta de la zarzuela llega al Maestranza con ‘El barberillo de Lavapiés’
“Bienvenidos a la fiesta de La Zarzuela y bienvenidos a uno de sus títulos emblemáticos”. Con estas palabras, el director y dramaturgo Alfredo Sanzol invita a no perderse el espectáculo que llegará al Teatro de la Maestranza los próximos días 18, 20 y 21 de marzoTeatro de la Maestranza, su personal adaptación del clásico El barberillo de Lavapiés. Una propuesta que pretende llegar tanto a los más fieles amantes del género como a los espectadores más reticentes, de la mano de un título tan divertido como lleno de vigencia.
Zarzuela de tres actos en verso, con música del maestro Francisco Asenjo Barbieri y libreto de Luis Mariano de Larra, hijo del célebre periodista romántico Mariano José de Larra, la obra gira en torno a un argumento pseudohistórico de intrigas políticas. Su planteamiento escénico entronca con la llamada zarzuela grande, en la que Barbieri ya era una institución, pero sin dejar de caminar hacia un nuevo tipo de obra lírica que ejercerá no poca influencia sobre las generaciones posteriores. Como cabe suponer desde el título, El barberillo de Lavapiés parodia a la más famosa ópera bufa italiana, El barbero de Sevilla, de Rossini, solo que en esta ocasión la Sevilla del XVIII es sustituida por un turbulento entorno urbano, en concreto el Madrid de Carlos III; en concreto por ese barrio de Lavapiés que era, y en cierto modo sigue siendo para muchos, sinónimo de populacho.
La visión de la vida y la comedia
“El barberillo de Lavapiés contiene la fuerza musical de una época, de alguna manera es una síntesis perfecta de formas clásicas y populares a las que Barbieri añade el genio de su creatividad”, comenta Sanzol. “Larra y Barbieri amaban la vida y eso se nota en cada una de las notas de esta función y en cada una de las palabras, así que el equipo artístico de esta producción ha intentado seguir la corriente y el influjo que hemos tenido la suerte de heredar”.
El barberillo es una historia de amor entre Paloma y Lamparilla que no se llega a consumar hasta el final de la obra por obligaciones de tipo político-conspiratorio a las que hay que atender primero para salvar España. “El tono cómico y de aventuras de la función es lo que hemos potenciado sin olvidar nunca que ambas cosas van unidas a la búsqueda de la belleza. Y sobre este asunto me gustaría poner el acento”, prosigue el director, quien añade: “Siempre he entendido la comedia y la aventura como una gran experiencia estética a través de la cual he querido sintetizar mi experiencia en la vida. La profundidad de la vida y sus difíciles conflictos necesitan de la visión de la comedia para encontrar soluciones liberadoras. El barberillo planea sobre la realidad política y social gracias a la capacidad de sus personajes para surfear las dificultades”.
Historias cruzadas
La acción arranca en el sitio de El Pardo, en el día de la Romería de San Eugenio. Medio pueblo ha acudido para divertirse y merendar. En medio de la algarabía se encuentran con sus amigos el popular Lamparilla y una costurera llamada Paloma. Al mismo tiempo y en el mismo lugar, se han dado cita un grupo de nobles conspiradores: ellos quieren derrocar a Grimaldi para que pueda subir al poder Floridablanca y así traer un nuevo Gobierno para el país. Por allí aparece don Juan de Peralta y la Marquesita del Bierzo, Estrella, pero también se acerca don Luis de Haro, que se encuentra a su prometida con otro hombre; la situación se complica porque don Luis es sobrino de Grimaldi, así que los conspiradores tratan de que no sepa el motivo de su encuentro en el lugar. En ese momento, y por casualidad, las dos historias se cruzan: de esta forma el barbero y la costurera acaban enredados en la conspiración y ayudan, sin saber muy bien lo que ocurre, a la Marquesita y a los nobles que escapan de la emboscada de don Pedro de Monforte…
Estrenada en el Teatro de la Zarzuela, el 18 de diciembre de 1874, la obra llega ahora en esta nueva versión con edición crítica de María Encina Cortizo y Ramón Sobrino y dirección musical del maestro José Miguel Pérez-Sierra, buen conocedor de El barbero de Sevilla por haberlo dirigido en varios escenarios de todo el mundo. La escenografía, que corre a cargo de Alejandro Andújar, interpreta el espacio y el vestuario de la época, y con un sistema de paneles transformará de manera rápida el decorado, un escenario por donde también pasarán las coreografías de Antonio Ruz. El elenco se completa con las voces de Borja Quiza, María Miró, Cristina Faus, Javier Tomé y David Sánchez.
“La música y la trama de El barberillo hacen que nuestras neuronas encuentren conexiones inesperadas y brillantes”, concluye Sanzol, “por eso me gustaría invitarles a disfrutar de esta función como si se hubiese escrito ayer porque eso es lo que hemos sentido todos al hacerla”.
Las entradas pueden ser adquiridas en la página web del Teatro de la Maestranza, con precios entre los 35 y los 65 euros.
“Bienvenidos a la fiesta de La Zarzuela y bienvenidos a uno de sus títulos emblemáticos”. Con estas palabras, el director y dramaturgo Alfredo Sanzol invita a no perderse el espectáculo que llegará al Teatro de la Maestranza los próximos días 18, 20 y 21 de marzoTeatro de la Maestranza, su personal adaptación del clásico El barberillo de Lavapiés. Una propuesta que pretende llegar tanto a los más fieles amantes del género como a los espectadores más reticentes, de la mano de un título tan divertido como lleno de vigencia.
Zarzuela de tres actos en verso, con música del maestro Francisco Asenjo Barbieri y libreto de Luis Mariano de Larra, hijo del célebre periodista romántico Mariano José de Larra, la obra gira en torno a un argumento pseudohistórico de intrigas políticas. Su planteamiento escénico entronca con la llamada zarzuela grande, en la que Barbieri ya era una institución, pero sin dejar de caminar hacia un nuevo tipo de obra lírica que ejercerá no poca influencia sobre las generaciones posteriores. Como cabe suponer desde el título, El barberillo de Lavapiés parodia a la más famosa ópera bufa italiana, El barbero de Sevilla, de Rossini, solo que en esta ocasión la Sevilla del XVIII es sustituida por un turbulento entorno urbano, en concreto el Madrid de Carlos III; en concreto por ese barrio de Lavapiés que era, y en cierto modo sigue siendo para muchos, sinónimo de populacho.