Ejercer el derecho al acceso a una vivienda en nuestros pueblos y ciudades es cada vez más complicado para la gran mayoría de hombres y mujeres de Andalucía. En un contexto como este, y cuando son las 18:00 horas, en los meses de verano las temperaturas en muchos municipios andaluces no bajan de los 35 grados. Unas temperaturas que, si vives en cualquiera de los barrios en los que son más que habituales los cortes de luz, el derecho a unas condiciones de vivienda digna es aún más precario. Poner aire acondicionado o un simple ventilador, mantener los alimentos o cargar el móvil, se convierten en un lujo a escasa distancia de los centros turistificados de nuestras ciudades.
Mientras las olas de calor se intensifican, las condiciones en estos entornos, donde las casas arden por estar mal aisladas, al igual que unas calles con escasas zonas verdes, sin sombra, sin árboles, sin plantas, sin agua y sin frescor, no solo impiden el acceso a los derechos de ciudadanía, también a los de meros consumidores, cuando las personas afectadas marcan el número de atención al cliente de Endesa una y otra vez sin obtener ninguna respuesta.
El calor no da tregua a quien no puede pagarse unas vacaciones en la playa, tampoco a quienes no tienen luz, agua o un techo, negándoles, en la práctica, el derecho a una vida digna.
Las respuestas en el conjunto de Andalucía a estas situaciones han sido múltiples: desde las concentraciones y manifestaciones más espontáneas e informales en muchos barrios y comunidades de vecinos de pueblos y ciudades andaluzas hasta las más organizadas, como las movilizaciones en ciudades como Sevilla, Granada y Cádiz.
No es de extrañar que un 59 % se sitúen por debajo del nivel de pobreza porque, aun con ingresos, estos se ven afectados por las condiciones del mercado laboral, altamente precarizado, con menores salarios que los hombres
Concentraciones frente a las Administraciones Públicas y las empresas eléctricas en las que destaca la participación de quienes tienen a su cargo el cuidado y el sostenimiento familiar, las mujeres que, sobre todo en las más formales, pierden liderazgo y protagonismo.
La actual crisis climática, que vemos en las cada vez más frecuentes olas de calor, afecta de manera directa a las mujeres, a las que están más empobrecidas y tienen un acceso más complejo y desigual a la vivienda, a las que soportan la mayor parte de los cuidados y siguen sufriendo las consecuencias de la desigualdad estructural de un sistema patriarcal.
Unas mujeres que, según el INE en las Encuestas de Condiciones de Vida, 2021, cuando encabezan la familia (ellas representan el 81,35% de las familias monoparentales) viven de alquiler, dedicando más de un 40% de sus rentas al pago de la vivienda, especialmente cuando tienen menores a su cargo.
Por ello, no es de extrañar que un 59 % se sitúen por debajo del nivel de pobreza porque, aun con ingresos, estos se ven afectados por las condiciones del mercado laboral, altamente precarizado, con menores salarios que los hombres y la dificultad de tener que conciliar el empleo con los cuidados.
Consideramos imprescindible apoyar estas luchas organizadas desde lo colectivo, apoyadas por un feminismo proderechos e interseccional para hacer frente a los nuevos retos sociales y medioambientales
Sin una sociedad feminista, estas desigualdades auspiciadas por las problemáticas medioambientales seguirán afectando de manera más evidente a las mujeres.
Reivindicar y apoyar la lucha de estas mujeres en los barrios y darles un altavoz, un reconocimiento, es un elemento fundamental para el Área de Feminismos de la APDHA. Consideramos imprescindible apoyar estas luchas organizadas desde lo colectivo, apoyadas por un feminismo pro-derechos e interseccional para hacer frente a los nuevos retos sociales y medioambientales.
Las propuestas feministas de la APDHA ponen el foco en la mejora estructural de la vida en su conjunto: reivindicamos el acceso universal a viviendas sostenibles; la erradicación de las violencias machistas acompañada de una mejora de las condiciones de vida en los barrios que habitamos, convirtiéndolos en entornos dignificantes, esto es, dotado con servicios públicos de calidad y sostenibles. Además, abogamos por el derecho al acceso gratuito y público de los recursos naturales básicos para la vida, como son el agua y la energía. En definitiva, luchamos por la eliminación de las desigualdades y discriminaciones que empobrecen y violentan al conjunto de nuestra sociedad.
Ejercer el derecho al acceso a una vivienda en nuestros pueblos y ciudades es cada vez más complicado para la gran mayoría de hombres y mujeres de Andalucía. En un contexto como este, y cuando son las 18:00 horas, en los meses de verano las temperaturas en muchos municipios andaluces no bajan de los 35 grados. Unas temperaturas que, si vives en cualquiera de los barrios en los que son más que habituales los cortes de luz, el derecho a unas condiciones de vivienda digna es aún más precario. Poner aire acondicionado o un simple ventilador, mantener los alimentos o cargar el móvil, se convierten en un lujo a escasa distancia de los centros turistificados de nuestras ciudades.
Mientras las olas de calor se intensifican, las condiciones en estos entornos, donde las casas arden por estar mal aisladas, al igual que unas calles con escasas zonas verdes, sin sombra, sin árboles, sin plantas, sin agua y sin frescor, no solo impiden el acceso a los derechos de ciudadanía, también a los de meros consumidores, cuando las personas afectadas marcan el número de atención al cliente de Endesa una y otra vez sin obtener ninguna respuesta.