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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Necrológicas de una sociedad imposible

Fernando Visedo, miembro del área de Marginación de la APDHA

El pasado enero marcó el calendario con dos necrológicas que apenas serán recordadas en las páginas de las hemerotecas.

Robert, de 73 años, vivió durante 6 años en las calles de Cádiz, dentro de una furgoneta con un grave problema de salud. Se negaba a abandonar a sus animales con los que mantenía el vínculo que le sostenía apegado a la vida. Hace un año fue acogido en una residencia de personas mayores tras las gestiones realizadas por un voluntariado entusiasta y generoso.

José María Sánchez Moreno, de 51 años de edad, era natural de Sevilla y pasó sus últimos días junto a su pareja en una obra de viviendas en construcción de Cádiz. A pesar de los intentos para ayudarle, de gestionar recursos para atender sus necesidades más primarias, no hemos podido evitar que muriera en estas condiciones. Y nos preguntamos ¿por qué?

Jose María alternaba momentos en los que el deseo superaba los estragos de sus propias necesidades y solicitaba la ayuda necesaria para normalizar su situación. Buscaba soluciones que le alejaran definitivamente de esa calle que de alguna forma lo envolvía para no soltarlo, por lo que cualquier desfallecimiento en el empeño provocaba su hundimiento y de nuevo la aparición de sus propios miedos.

Una vez más hemos fracasado en nuestro intento de aliviar la carga que nuestra sociedad impone a los más vulnerables, en un giro copernicano y paradójico del que nadie habla.

Una sociedad que no satisface nuestras necesidades, una sociedad que no nos protege, una sociedad que arroja y abandona a sus miembros es una sociedad imposible. Y en el seno de esta sociedad imposible aparece su propia fórmula de redención a través ciudadanos sensibles y solidarios que dedican su esfuerzo, aún sin la preparación y medios necesarios, en la atención de los que como Robert o José María requieren todo un engranaje social capaz de proveerles una vida digna.

El esfuerzo en España sigue siendo insuficiente y tenemos la sensación de ser víctimas de un experimento social de origen finisecular en el que una administración se encoge para dejar al mercado la tarea de promisión.

Advertidos de esta situación estimamos que es necesario invertir el proceso, evaluando en primer lugar la magnitud del problema, del que Cáritas nos informa reiterada y sistemáticamente, subsidiando a una administración a la que avergüenza cada trimestre, tanto por la forma como por el contenido de sus precisos informes. En segundo lugar, proyectando y programando la solución al problema asistencial de las Personas Sin Hogar. Por último y no por ello ni más ni menos importante, dotando de los recursos suficientes debidamente cuantificados anteriormente.

Nuestros vecinos más desprotegidos

Ya estamos informados de la fragilidad de las fronteras en las que está enmarcada la pobreza así como de la facilidad para ser atrapado por ella en un camino sin retorno. Los ciudadanos independientes no observamos los proyectos necesarios y suficientes que deben acompañar esos programas transformadores que nos garanticen el presente y el futuro por el que hemos trabajado a lo largo de muchas décadas. Las entrañas del sistema están diseñadas a través de complejos mecanismos inaccesibles a la comprensión del ciudadano medio, que sólo advierte las consecuencias de su funcionamiento, de su apariencia en forma de progresos pero también de errores.

Advertimos que nuestra sociedad, en los umbrales del siglo XXI y en un marco de tecnología avanzada que hace dos décadas ni soñábamos, no dispone de los recursos necesarios para la atención más primaria de sus miembros más desfavorecidos. En un escenario en el que nos acercamos cada vez más a comprender el origen del Universo, no aplicamos las medidas mínimas para atender a nuestros vecinos más desprotegidos.

Las Personas Sin Hogar representan el estado de una sociedad enferma, con elevadas tasas de desempleo, con numerosas familias desahuciadas y con personas abandonadas sin ninguna ayuda terapéutica y escasa atención sanitaria especializada.

Por todo ello reclamamos una Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar tal y como se señala en el apartado 8 del dictamen del Comité de las Regiones de la Unión Europea de junio de 2014, que integre política social y de vivienda, de salud, trabajo y educación.

Los ciudadanos constituimos desde diferentes posiciones un retén asistencial a la espera de ser reemplazados por esa administración indolente a la que cedemos en forma tributaria una parte importante de nuestro esfuerzo con la ilusión de estar construyendo una sociedad justa. Pero nuestras fuerzas son limitadas, al igual que nuestra paciencia.

QEPD Robert y José María.

El pasado enero marcó el calendario con dos necrológicas que apenas serán recordadas en las páginas de las hemerotecas.

Robert, de 73 años, vivió durante 6 años en las calles de Cádiz, dentro de una furgoneta con un grave problema de salud. Se negaba a abandonar a sus animales con los que mantenía el vínculo que le sostenía apegado a la vida. Hace un año fue acogido en una residencia de personas mayores tras las gestiones realizadas por un voluntariado entusiasta y generoso.