La tarde del pasado 12 de diciembre, el observatorio meteorológico del aeropuerto de Málaga, perteneciente a la red principal de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), registraba la asombrosa marca de los 29,4 grados. De golpe y porrazo se situaba como la temperatura más alta jamás registrada para un mes de diciembre en la capital malagueña, superando en casi cinco grados su anterior registro histórico del 12 de diciembre de 1998.
Al mismo tiempo, y a escasos kilómetros de la estación principal del aeropuerto, el termómetro ubicado en la estación automática del Centro Meteorológico de Málaga rozaba los 30 grados en pleno mes de diciembre, situando los 29,9 grados registrados como los más altos jamás alcanzado sobre la superficie peninsular para dicho mes.
La jornada del martes 12 suponía el punto álgido de un episodio de temperaturas anormalmente elevadas que, centrado sobre el sureste peninsular, desde el anterior fin de semana llevaba dejando registros hasta diez grados por encima de lo habitual en buena parte del litoral y el interior de toda el área levantina.
Un día de verano
El responsable de dicha situación se encontraba, una vez más, en la irrupción de una masa de aire cálida sobre la vertiente mediterránea asociada a una dorsal anticiclónica. De nuevo, las dinámicas de advección (por desplazamiento de masas de aire) entre los centros de baja presión atlánticos y los de alta, favorecían que el aire cálido en altura acumulase unas anomalías positivas tan elevadas.
Dichas anomalías no solo dejaban registros históricos en la capital malagueña, también otros puntos del litoral y prelitoral de la Costa del Sol dejaban valores propios de una tarde de verano. En Coín se llegó a igualar el registro de la capital, mientras que en Benahavís o Álora también se superaban los 28 grados según datos de la Aemet. Y no solo Málaga. También en la costa granadina o en el interior almeriense, los termómetros durante la tarde del 12 de diciembre alcanzaban o superaban la barrera de los 28 e incluso 29 grados.
Los casi cinco grados de diferencia entre el anterior récord malagueño para diciembre y el actual juegan en la misma liga que otros récords batidos durante el presente año. El más significativo y comparable es del pasado mes de abril. El 27 de dicho mes, el observatorio meteorológico de la capital cordobesa se elevó hasta los 38,8 grados, registrando la máxima más elevada para abril en toda la España peninsular y batiendo en casi cinco grados su anterior récord mensual. Casi un calco de lo vivido en el entorno de la capital de la Costa del Sol a comienzos de semana.
Más de diez grados por encima de lo normal
Más recientemente, a comienzos del pasado mes de octubre, buena parte de los termómetros de la depresión del Guadalquivir batían registros mensuales nunca antes vistos a esas alturas del año. Sevilla o Córdoba superaban los 37 grados, dejando temperaturas de nuevo más de diez grados por encima de lo habitual para esa época.
Van ya tres ocasiones en este 2023 en las que se repite el mismo patrón. Las borrascas atlánticas, situadas en las lejanías de la Península Ibérica, favorecen e intensifican la llegada de dorsales anticiclónicas hasta el sur peninsular. Todo en un contexto global donde las anomalías positivas de temperatura dominan, y por mucho, a las de carácter negativo.
Las consecuencias directas sobre la región, además de las vinculadas a las altas temperaturas, se sufren de manera especial en las reservas hídricas. El año va camino de cerrar con unos valores de precipitación entre un 50 y un 60% de lo normal, provocado por patrones de bloqueo anticiclónico como el vivido durante casi todo el mes de noviembre y el de diciembre. De no cambiar, no sería difícil pronosticar que nuevos récords por calor sigan saltando por los aires durante los próximos meses. Málaga, Córdoba o Sevilla son buena muestra de la nueva normalidad climatológica para una Andalucía que apunta a ser cada vez más seca y calurosa.