La devolución al Estado de las competencias autonómicas de Educación es la primera propuesta de un documento con 19 puntos que Vox entregó al PP andaluz el pasado enero para negociar la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla. Aquel documento anticipaba las exigencias de Vox para apoyar el primer Gobierno de centro derecha en Andalucía, y en él se hablaba de eliminar las leyes de igualdad y lucha contra la violencia de género; derogar la Ley de Memoria; deportar a 52.000 inmigrantes sin papeles; blindar por ley la tauromaquia y el folclore popular o crear una Consejería de Familia.
Los populares andaluces forcejearon con Vox a puerta cerrada y, una semana después, presentaron una versión alternativa de su acuerdo, que endurecía el perfil político del PP, pero del que habían desaparecido las medidas más “radicales”. Aquel primer punto del documento original de Vox, y otros que los de Moreno lograron borrar o matizar, vuelven a aparecer ahora en el programa electoral del candidato Pablo Casado.
El PP sufre una bipolaridad ideológica, o al menos de estrategia política, desde las elecciones andaluzas del 2 de diciembre. Es entonces cuando el emergente PP de Casado empieza a fagocitar al PP de Mariano Rajoy, del que Moreno es heredero directo. Esta dualidad revela contradicciones palmarias tanto en el programa como en el discurso político: Casado quiere “reforzar la presencia del Estado en todas las comunidades autónomas”, y Moreno firmó hace un año un pacto con PSOE, Podemos e IU para mejorar el autogobierno y la financiación para Andalucía en 4.000 millones de euros extra.
El presidente de la Junta es muy consciente de que gobierna en minoría una comunidad con el eje político en el centro izquierda, pilotada por el PSOE de manera ininterrumpida durante 36 años y medio. Esa “derecha sin complejos” era una temeridad para el PP en Andalucía, donde lleva cuatro décadas en la oposición. En su primera campaña electoral, en 2015, Moreno admitía que “en algunas zonas del interior, en zonas rurales, no es fácil decir que eres del PP. Estás en una situación de minoría social y de complejidad por así decirlo”. Y así fue hasta que Vox cambió el tablero político andaluz.
Memoria e inmigración
Casado lleva también en su programa la promesa de derogar la Ley de Memoria Histórica y sustituirla por una de Concordia, una propuesta que en Andalucía pertenece a Vox, y que el PP andaluz trata de amortiguar. Los populares votaron en contra de la Ley estatal de Memoria en 2007, pero los populares andaluces participaron de un mayor consenso diez años después y se abstuvieron para que la Ley andaluza de Memoria fuera aprobada sin ningún voto en contra. Ahora, los de Moreno también han aceptado derogarla y cambiarla por otra norma como peaje al apoyo de investidura que les brinda Vox aunque se comprometen “como no puede ser de otro modo, a cumplir la ley mientras esté vigente”.
En materia de educación, Casado plantea la “eliminación de las zonas de escolarización” para que los padres elijan el colegio de sus hijos, otra medida que aparece en el programa de Vox, pero no en el del PP andaluz. Esta iniciativa busca blindar a la escuela concertada y los populares andaluces comparten el fondo, pero no la forma -“eliminar zonas escolares”- por los “problemas de planificación que conlleva”. Aún así han acabado incluyéndolo en su pacto con Vox.
La propuesta de recentralizar el Estado y retirar competencias de educación a las comunidades la hizo Casado en plena campaña de las elecciones andaluzas, poniendo en un brete a su candidato a la presidencia de la Junta. Los comicios del 2 de diciembre fueron los primeros para el nuevo presidente nacional del PP y ya evidenciaron que había dos almas en el partido: Casado impuso la mitad de las listas electorales de Moreno e hizo una campaña paralela en Andalucía con propuestas que, a ratos, distorsionaban el mensaje del candidato popular.
El ejemplo de la inmigración
Un ejemplo: la caravana electoral de Moreno pasó por Almería -la segunda provincia española con más población inmigrante (18,7%)- sin apenas mencionar a los inmigrantes, porque los empresarios almerienses le habían advertido de que el tejido productivo de la provincia dependía prácticamente de ellos. 48 horas después pasó por allí la caravana de Casado alertando del “efecto llamada” y vinculando la inmigración a problemas de inseguridad y delincuencia. “O los inmigrantes respetan las costumbres de Occidente o se equivocan de país. Aquí no hay ablación de clítoris, aquí no se matan los carneros en casa y aquí no hay problema de seguridad ciudadana”, dijo en Granada.
Vox usó los mismos términos en la campaña andaluza y en su primer documento de propuestas para negociar la investidura de Moreno incluyó la “deportación de 52.000 inmigrantes ilegales”, y que el Servicio Andaluz de Salud ayudase a la Policía a identificarles. El PP andaluz sacó aquel polémico punto del acuerdo final con Vox, que quedó redactado de esta manera: “Cumplir con la legislación vigente en materia de inmigración, evitando todas aquellas decisiones que puedan favorecer un 'efecto llamada'”.
Dos estilos de política
Pablo Casado (Palencia, 1981) y Juan Manuel Moreno (Barcelona, 1970) representan dos formas distintas de entender el PP, por eso cada uno militó en un bando diferente en el congreso del pasado julio. El palentino es el heredero de José María Aznar, y el presidente andaluz es un liberal conservador (con más perfil de funcionario que de político) heredero de Rajoy y de Soraya Sáenz de Santamaría, que salieron fugazmente del destierro para asistir a su toma de posesión. Casado tiene un discurso duro y maneras agresivas de arengar a los suyos remarcando las divisiones y las diferencias con sus rivales; Moreno tiene un tono blando, más sujeto a la moderación en el cara a cara y le falta el colmillo político de su compañero.
Estas diferencias se han agudizado a la sombra del momento político actual: la campaña electoral ha radicalizado a Casado, y el rol institucional ha suavizado aún más a Moreno desde que es presidente de la Junta. Ambos comparten la extrema debilidad que afecta al PP -en retroceso en todas las encuestas de intención de votos-, pero uno está en campaña contra Ciudadanos y Vox, mientras el otro gobierna con Ciudadanos y apoyado en Vox. La aspiración de Casado es convertirse en Moreno, pero para amortiguar el golpe del avance de Vox, el candidato del PP ha optado por parecerse a Santiago Abascal.
No sólo hay medidas en el programa electoral del PP que aparecían entre las propuestas de Vox al PP andaluz; también hay planteamientos, análisis y discursos de Casado y su equipo de campaña que han metido en un lío a Moreno. Por ejemplo, su polémico plan de natalidad contra el “invierno demográfico”, que incluye blindar temporalmente la expulsión de inmigrantes embarazadas que decidan entregar a sus hijos en adopción. O sus propuestas iniciales sobre el aborto -Casado prefería la ley de 1985, de supuestos, a la vigente ley de plazos, de 2010-, que el PP andaluz recibió con estupor y más tarde respiró aliviado cuando no las vio recogidas en el programa electoral de Casado.
Impuestos y tauromaquia
En materia económica, las diferencias entre PP, Ciudadanos y Vox son casi imperceptibles. Aquí sí, es Casado quien se mira en el reflejo de Moreno, que ha adelantado una ambiciosa rebaja fiscal en Andalucía a las puertas de la campaña de las generales, aunque no entrará en vigor plenamente hasta dentro de un año. La Junta ha eliminado el impuesto de sucesiones, recortado el de donaciones y transmisión patrimonial y reducido el IRPF en todos los tramos, pero mucho más a las rentas superiores a 60.000 y 120.000 euros. Casado también quiere bajar el tipo máximo del IRPF del 40% y de sociedades del 20%, eliminar las tasas de sucesiones, donaciones y patrimonio.
Hay otros ejemplos en los que el PP andaluz sí participa de la estrategia de Casado para frenar la sangría de votos a Vox. Hace una semana se reunieron con el sector de empresarios taurinos y llevaron al Parlamento una propuesta en defensa de la tauromaquia, que fue apoyada por todos los grupos excepto Vox y Adelante Andalucía (Podemos e IU). La formación de extrema derecha se desvinculó porque le parecía una medida “pobre”, y porque en su pacto con el PP andaluz tienen firmado “apoyar por ley la tauromaquia”. El programa de Casado propone “planes autonómicos en defensa de las tradiciones taurinas”, extender las licencias de caza, ampliar la Fiesta Nacional del 12 de octubre e “impulsar actividades en torno a ella en todos los centros escolares”.