La Alhambra es el monumento más visitado de España, emblema de Andalucía y de Granada, y una de sus señas de identidad. Patrimonio de la Humanidad junto con el barrio del Albaicín, su atractivo turístico y el impacto económico que de él se deriva nadie lo pone en duda. Sin embargo, que ese impacto se note en la ciudad de Granada o la gestión del monumento se han convertido en un debate electoral recurrente, a pesar de los esfuerzos del Patronato por mantener el monumento alejado de la lucha partidista.
Una tarea que el Ayuntamiento de la ciudad, o más bien el PP que lo gobierna desde 2003, parece dispuesto a dificultar. El Patronato de la Alhambra y el Generalife depende de la Consejería de Educación y Cultura, y su directora, María del Mar Villafranca, llegó a formar parte brevemente de la Ejecutiva Federal del PSOE con Rubalcaba, por lo que identificarlos con el rival político y afirmar que perjudican a la ciudad es una táctica electoral recurrente. Aunque, eso sí, el Ayuntamiento tiene asiento en el Patronato y participa y conoce todas las decisiones que en él se toman.
Por otro lado, la idea de que se gestiona el conjunto monumental de espaldas a los intereses de Granada no es sólo cosa del PP; está lo suficientemente extendida en la ciudad como para que unos y otros hayan intentando contrarrestarla o reforzarla con cifras. La percepción de que los turistas llegan en autobuses desde Málaga o Sevilla por el acceso sur y se marchan sin hacer gasto en Granada, en tiempos de crisis y en una ciudad donde se proponen pocas alternativas para levantar la economía que no sean el turismo, puede suponer miles de votos.
El atrio y la restauración de Carlos V
El último episodio ha llegado a raíz de la presentación del proyecto definitivo de Puerta Nueva de la Alhambra, el llamado atrio de los arquitecto Álvaro de Siza y Juan Domingo de Santos, que quiere modernizar los accesos a la zona visitable del monumento y la atención a los turistas. El ambicioso proyecto tendrá un coste de 45 millones de euros y ocupará un área de 4.000 metros cuadrados. Aprobado en 2010, el espacio incluye tiendas e incluso guarderías.
El último pleno municipal, el pasado 27 de febrero, anunciaba la cola electoral que traerá el tema: PP, IU y UPyD aprobaban una moción conjunta rechazando el proyecto por su elevado coste, su impacto urbanístico y patrimonial y los posibles perjuicios que pueda causar en el comercio del centro de la ciudad al atraer las compras de los turistas. Al mismo tiempo, el concejal de Cultura, Juan García Montero (PP), amenazaba a la Junta con usar todas las competencias municipales, vía PGOU, para intentar pararlo.
En dicho pleno, el PSOE municipal criticó el 'pacto' por entender que a PP e IU “les gustaba el proyecto hasta que se convocaron autonómicas”. De hecho, los nuevos accesos estaban previstos desde 2007 y el proyecto concreto desde 2011. La exposición sobre el mismo que estos días se puede ver en la misma Alhambra ha estado un año recorriendo Europa antes de finalizar en su ciudad, y los detalles eran conocidos.
Al mismo tiempo, las obras de restauración del suelo del Palacio de Carlos V, la zona de libre acceso de la Alhambra, se han visto detenidas por la Consejería de Cultura del Ayuntamiento al considerar que no tenían todos los permisos necesarios. El problema ya ha sido solventado y los trabajos continúan, pero ha servido para aderezar la polémica del atrio durante varias semanas.
El discutido impacto económico en la ciudad
La promesa de campaña estrella en 2011 de Torres Hurtado fue 'el ascensor de la Alhambra': construir un túnel bajo el cerro de la Sabika, a la altura del Paseo de los Tristes, que conectase mediante cintas mecánicas y un ascensor directamente el centro turístico de la ciudad y el monumento de forma peatonal. El argumento principal era que “obligaría” a los turistas a pasear por la ciudad. En 2007, había prometido un funicular por la Cuesta de los Chinos en la misma zona.
Las promesas de Torres Hurtado, imposibles de cumplir sin arriesgarse a perder el Patrimonio de la Humanidad, ya que la Unesco no permite obras irreversibles en los monumentos protegidos -el atrio si cumple esta condición- reflejaba una sensación muy extendida entre el granadino medio: los turistas pasan por el monumento sin pisar la ciudad, y no se nota el impacto económico del mismo tanto como debería.
Más que guerra de cifras, hay guerra de interpretaciones. La Alhambra aumenta visitantes año tras año pese a la crisis y en 2014 alcanzó los 2,4 millones, de los cuáles, según el balance del propio Patronato, 1,77 pernoctaron en la ciudad, alrededor del 75%, una proporción que se mantiene desde años anteriores. El único estudio que no procede de la propia Alhambra, presentado por la Confederación Granadina de Empresarios (CGE) en noviembre de 2012, expresaba la misma cifra a la inversa, alrededor de 800.000 turistas que visitan el monumento anualmente no pisan la ciudad.
Por otro lado, el impacto económico lo cifró un estudio encargado por la Consejería de Educación y Cultura y realizado por la Universidad de Barcelona: 490 millones de euros anuales y 10.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos, de los cuáles 6.800 lo son en la propia ciudad de Granada. Además, el informe anual de visitas del monumento señala que una proporción idéntica a las pernoctaciones, el 75%, visitan además el centro histórico de la ciudad y el Albaicín, y un 60% la Catedral. Si es mucho o debería ser más, queda ya sujeto a la interpretación.
Vieja reivindicación del PP
Estos tópicos los resumió Torres Hurtado durante la polémica alrededor del atrio con una frase lapidaria pero que refleja la opinión más extendida en la ciudad: “los dineros de la Alhambra se van a Sevilla”. Este juego con el viejo pique entre Andalucía occidental y Andalucía oriental, la rivalidad con la capital y la identificación entre Sevilla y la Junta y la Junta y el PSOE ha sido muy explotado por el Partido Popular tradicionalmente, hasta el punto de provocar algunas concesiones tanto en la administración como en los socialistas que no se entenderían si no se percibiese como una posición que cala hondo y puede costar votos.
Lo es, por ejemplo, la creación en 2013 del tren turístico de la Alhambra, que conecta el conjunto monumental con el Albaicín y el centro de la ciudad, una decisión salomónica para compensar que se cerrase al tráfico rodado el acceso de la Cuesta de Gómerez, ya que la erosión estaba afectando negativamente a su conservación. En la misma medida, la Junta creó un bono turístico que permitía visitar con descuentos otros espacios de la ciudad bajo su gestión directa, como el céntrico Corral del Carbón o museo Casa de los Tiros.
El actual presidente de la Diputación provincial y del partido, Sebastián Pérez, no pierde oportunidad de reivindicar “que Granada tenga el peso que se merece en la Alhambra”, y lo convirtió en promesa electoral de campaña de Javier Arenas en 2012, cuando se daba por descontado un futuro gobierno 'popular' en la Junta e incluso sonaba el actual concejal de Cultura, Juan García Montero como hipotético sustituto de Villafranca al frente del Patronato. Ahora es una promesa asumida por Juan Manuel Moreno Bonilla, aunque su hipotética cristalización sea más difusa. En cualquier caso, y como ya se ha mencionado, el Ayuntamiento, como el Ministerio de Cultura, está presente en el Patronato.
En cuanto al destino final de los ingresos que genera el monumento, por ley el Patronato debe reinvertirlos en el propio funcionamiento del monumento. De los 45 millones que costará la obra del atrio, la mitad procederán del propio Patronato y el resto los pondrá la Junta de Andalucía, que espera poder financiarlos con fondos europeos al menos en parte. Las críticas de partidos como UPyD, Podemos o el PA han ido precisamente en la línea del coste, aunque desde el Patronato se recuerda que es mucho más barato que la remodelación de los accesos del Prado, que costó casi 200 millones, y que por visitas e importancia patrimonial es el monumento más parecido a la Alhambra.
Por otro lado, Torres Hurtado se ha pasado todo el mandato reivindicando que se suba el coste de la entrada en dos euros para generar una partida de gasto que se destine, desde los beneficios que genera la Alhambra, a mantener el barrio del Albaicín. María del Mar Villafranca ha respondido en reiteradas ocasiones que es imposible hacerlo sin cambiar la Ley, pero desde el PSOE, con las municipales a la vista, ya se ha pasado al ataque hace tiempo: es el Ayuntamiento quien debe hacerse cargo de un barrio con graves problemas de limpieza, accesibilidad o incluso instalaciones eléctricas, que pierde población al mismo tiempo que ésta envejece y las viviendas tradicionales son sustituidas por apartahoteles.
Único en el mundo
El pasado 19 de febrero la Alhambra presentaba al mundo los detalles de los Baños Reales del Palacio de Comares: motivos decorativos originales, de época medieval, que convierten al espacio, situado en el mismo corazón del conjunto monumental, en único en el mundo. El coste total de la restauración de este espacio superará los 1,2 millones de euros, con un plazo de ejecución de 26 meses.
Es una más de las muchas obras de este tipo que el monumento afronta constantemente, y que gestionado por un gobierno del PSOE, del PSOE e IU, del PP o quién sabe si en el futuro de Podemos, UPyD o Ciudadanos, seguirá necesitando. Las cifras sobre su impacto pueden ser interpretables y el beneficio que el patrimonio pueda aportar a la ciudad y a Andalucía, además del modelo en que este se conduzca, es debatible. Las dos campañas que va a encadenar Granada dirán si el debate se dirime en términos de agravios comparativos e intereses partidistas o de plantear a la ciudadanía un análisis serio de cómo se relaciona con un Patrimonio del que, más que propietaria, es guardiana temporal.