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Ciencia con consciencia frente al odio y la mentira
Los abajo firmantes queremos manifestar nuestro respaldo, en estos dificilísimos momentos, a científicos y divulgadores (Fernando Valladares es la figura más conocida) que han recibido toda clase de insultos y amenazas, algunas de ellas deseando su muerte, por el simple hecho de usar el mejor conocimiento científico disponible para analizar las causas, efectos y consecuencias de la terrible Dana (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha asolado la Comunidad Valenciana y también varias zonas de Aragón, Castilla La Mancha y Andalucía.
Hemos asistido estos días a un desprecio por la ciencia sin parangón en la historia reciente de nuestro país, unido a un nivel de odio y una falta de educación que nos han dejado sobrecogidos. Las redes sociales, que deberían ser una estupenda herramienta para debatir e intercambiar iniciativas y propuestas que nos acerquen a un futuro más próspero y saludable para todos, han sido utilizadas, en cambio, para propagar bulos, mentiras y descalificativos ante los que no podemos permanecer impasibles.
Hace más de 50 años que el mundo académico y científico nos alerta de los peligros del cambio climático y de la necesidad de abandonar los combustibles fósiles, pero hemos seguido quemando combustibles fósiles a tasas crecientes
Nos encontramos en una encrucijada civilizatoria. Hace más de 50 años que el mundo académico y científico nos alerta de los peligros del cambio climático y de la necesidad de abandonar los combustibles fósiles causantes del calentamiento global. A pesar de ello, hemos seguido quemando combustibles fósiles, para colmo a tasas crecientes: en los últimos 50 años hemos emitido, globalmente, más gases de efecto invernadero que los que habíamos emitido en los 200 años anteriores, desde el inicio de la Revolución Industrial.
El resultado es que hemos entrado en territorio desconocido, en lo que a clima respecta. Estamos ya en una realidad climática diferente a la que habíamos conocido hace unas décadas. Los fenómenos meteorológicos extremos, no nos cansamos de repetirlo, serán cada vez más frecuentes y más intensos. No es que antes no los hubiera. Claro que los hubo. Pero las reglas del juego han cambiado por completo en la actualidad. La recurrencia de estos fenómenos es otra, y además serán mucho más intensos e impredecibles.
En definitiva, vamos a tener lluvias torrenciales, sequías, olas de calor, etc., cada vez con mayor frecuencia e, incluso, en estaciones que no nos parecerán normales si atendemos a una realidad climática que recordamos de nuestra juventud pero que está ya solamente en nuestra memoria, habiendo desaparecido por completo.
Somos tremendamente vulnerables a estos fenómenos extremos. Colectivos vulnerables cada vez más numerosos (personas mayores, niños, personas con escasos niveles de renta) serán seriamente afectados. Hay actividades económicas que se verán comprometidas. Aprovechamientos agrícolas, ganaderos, forestales o de otra índole podrán verse interrumpidos en según qué zonas. Por no hablar de la mortalidad asociada a las altas temperaturas, la cual se ha duplicado en España en la última década, según un estudio de The Lancet Public Health. El calor mata, y España está entre los países europeos más afectados por ello.
Tendremos que adaptarnos. Y no lo estamos haciendo. No tenemos la madurez suficiente para asumir las responsabilidades que conlleva la adaptación, a nivel científico, social, económico o logístico y, desde luego, tampoco en lo político
Tendremos que adaptarnos. Y no lo estamos haciendo. Tenemos que ser así de rotundos a este respecto. No tenemos la madurez suficiente para asumir las responsabilidades que conlleva la adaptación, a nivel científico, social, económico o logístico y, desde luego, tampoco en lo político. A la vista está.
La devastadora Dana que ha azotado el levante español es fruto de una multitud de factores y circunstancias. Hay causas meteorológicas (las gotas frías propias de finales de verano), que se han visto agravadas por una serie de procesos relacionados con el cambio climático (la temperatura del Mediterráneo supera ya en verano los 30 grados centígrados durante varias semanas, aportando una enorme cantidad de energía y humedad que hace más virulenta la gota fría), así como causas hidrológicas y ecológicas (falta de la cobertura vegetal necesaria para laminar avenidas y deficiente estado de conservación de la red hidrológica), urbanísticas y de ordenación del territorio (edificaciones e infraestructuras en suelos inundables) e, incluso, de orden político o social (deficiente sistema de alerta a la población, desconocimiento de los protocolos a seguir).
En definitiva, se trata de un fenómeno complejo y multifactorial. La ciencia nos permite arrojar luz sobre estos fenómenos complejos y anticipar escenarios, así como proponer medidas con las que mitigar sus devastadores efectos.
Hoy, más que nunca, debemos alzar la voz y defender la ciencia y el método científico, basado en la observación y el empirismo, esto es, la medición a través de herramientas e instrumentos que nos permiten tener una mejor comprensión de fenómenos muy complejos en base a evidencias, huyendo de la subjetividad y los prejuicios.
Frente a los bulos, la mentira, la ira y el insulto, debemos responder con una ciencia útil para la sociedad, que llegue a las personas y nos ayude a construir un futuro mejor. Ciencia con consciencia, como decía Edgar Morin.
Sobre este blog
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