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Birzeit como ejemplo de control y opresión del estado de Israel
A finales del 2017 visité la universidad palestina de Birzeit. Situada en una colina cerca de Ramala destacan sus edificios de caliza blanca, construidos la mayoría con aportes de palestinos que viven fuera del país. Desde ese pequeño otero se divisa a lo lejos el mar y otros horizontes prohibidos ahora para sus antiguos habitantes. Soy profesor de la Universidad de Málaga y coordino un programa de movilidad conocido como Erasmus KA107 y estaba visitando la Universidad de Birzeit para conocer a los responsables y reunirme con dos estudiantes seleccionadas para una estancia de varios meses en la UMA.
Aparte de las dudas de rigor sobre los estudios, el coste de la vida o la residencia, las estudiantes me preguntaron si Málaga estaba cerca la costa. Ellas desde el altozano de Birzeit podían ver el mar, pero no acercarse. Cuando les indiqué que iban a ver el mar y en varios minutos andar por la playa se les iluminó el rostro. Tal vez, una vez que superen todos los obstáculos administrativos y puestos de control militar puedan por fin llegar a la Universidad de Málaga, también disfruten de otro tipo de libertades que les son vetadas por la ocupación israelí.
Ahora me llega la noticia de la denuncia de la Universidad de Birzeit contra las actuaciones del estado sionista que son otra vuelta de tuerca a la ya forzada “vida” de la comunidad palestina y de sus instituciones. Todo viajero que intente llegar a Palestina sufrirá el correspondiente filtro selectivo a la entrada y el interrogatorio final a la salida...por parte de la potencia ocupante. Nadie puede ir directamente a Palestina, un estado fuertemente militarizado controla todas las entradas y salidas y ahora además estrecha el cerco contra las personas que quieren colaborar con las universidades palestinas (así como prohibir la entrada de personas comprometidas con ciertas actuaciones como la campaña de derechos humanos de Boicot, Desinversiones y Sanciones, BDS).
Y no sólo es en el aeropuerto sino también en los checkpoints de conexión entre los dos “territorios”.
Traigo a colación una “anécdota” que muestra el desconocimiento que tenemos de la realidad del día a día de la comunidad palestina y otra evidencia más de la discriminación y el régimen de apartheid por parte del estado sionista.
El programa de movilidad que coordino con Palestina supone que desde la universidad de origen se le reserva el vuelo al estudiante, para ello hay que ver posibilidades de rutas y fechas de salida/vuelta. En un intento de colaborar y ayudar a las personas de la oficina de relaciones internacionales y con la “experiencia” de mi reciente estancia les indiqué cual sería la ruta más lógica y directa. El aeropuerto de Tel Aviv (Ben Gurión) a unos 48 kilómetros de Ramala, se conecta directamente y a través de decenas de conexiones con Málaga. También con un vuelo hacia Estambul y una línea turca lleva a cabo todo el recorrido hasta Málaga. Ese fue el trayecto que realicé para mi visita. Salida sobre las 13.00 de Málaga y llegada a Jerusalén, pasando por Estambul, hacia las 10.30 de la noche del mismo día.
Al poco rato de enviar mi propuesta por correo electrónico unos de los estudiantes corrigió mi ilusa recomendación. Los palestinos no pueden usar ese aeropuerto. Deben atravesar Cisjordania y saliendo hacia Jordania tomar los vuelos en Amman, capital del citado país. Eso significa desplazarse 277 kilómetros y sortear varios checkpoint...que a su vez pueden retenerte por cualquier motivo y sin dar explicación.
Y luego las conexiones con Málaga desde Amman que supone, (pongo un ejemplo con trayecto real) salir hacia las dos la tarde hacia Abu Dabi. Hacer noche allí... en el aeropuerto. Volar hacia Italia por la mañana y desde allí tomar otro avión a Málaga...para llegar hacia las seis de la tarde del día siguiente. Un despropósito solo reservado para los palestinos. Algo que desde la óptica occidental no tenemos en cuenta cuando viajamos a “Tierra Santa” o promovemos el turismo de raíces con Israel: Los palestinos que viven bajo ocupación no pueden hacerlo y más si hablamos de los más de dos millones que Israel encierra en la Franja de Gaza.
Como participante en un Proyecto de Innovación sobre Derechos Humanos en mi universidad suelo realizar charlas y presentaciones de sensibilización en la temática, cuando comento este tipo de circunstancias, muestro gráficas de la población palestina, fotos de cómo viven, del muro coronado de dos líneas de alambradas (no sea que alguien quiera escalarlo y pasar al otro lado), las torres de vigilancia, etc....observo cierta incredulidad entre los jóvenes estudiantes de la universidad. No creen que tal estado de segregación y racismo ocurra ni que otros jóvenes como ellas o ellos carezcan de una mínima libertad y dignidad.
Ahora el estado de Israel intenta aumentar el aislamiento prohibiendo que cualquier activista del movimiento BDS estudie, visite o conozca la realidad de la población palestina, otro paso más en su política de negación e invisibilización mediante un control que recuerda las actuaciones del estado totalitario nazi. Alguno se puede escandalizar y no estar de acuerdo con la comparación, pero creo que es hora de perder de vista lo políticamente correcto. Invito a que cada uno en la medida de sus posibilidades intente conocer la realidad de la vida e historia de la comunidad palestina. He tenido la oportunidad de visitar tanto la universidad de Birzeit como Al Quds Open University y conocer más de cerca a las personas que allí viven y trabajan. Es mi deber moral dar testimonio y denunciar al estado de Israel por las condiciones que impone y por la ilegalidad que arrastra tras las incontables condenas de la ONU y otros organismos internacionales.
Creo que como ciudadanos y como docentes debemos pedir a nuestros responsables la denuncia de esta situación y la renuncia a mantener contactos con las universidades israelíes mientras continúe este estado de “No Derechos” y de total Apartheid.
Hace años la consejería de Turismo del País Vasco sacó un lema como reclamo: “Ven y cuéntalo”. Me gustaría adoptarlo para el caso de Palestina. Visita lo que queda de Palestina y lo que se hace a su población originaria...y cuéntalo, por supuesto. Israel pone en práctica un régimen de apartheid y unas estrategias totalitarias con aires de los pogromos nazis, donde la ausencia de respeto por los Derechos Humanos es una constante en la vida de la población palestina.
A finales del 2017 visité la universidad palestina de Birzeit. Situada en una colina cerca de Ramala destacan sus edificios de caliza blanca, construidos la mayoría con aportes de palestinos que viven fuera del país. Desde ese pequeño otero se divisa a lo lejos el mar y otros horizontes prohibidos ahora para sus antiguos habitantes. Soy profesor de la Universidad de Málaga y coordino un programa de movilidad conocido como Erasmus KA107 y estaba visitando la Universidad de Birzeit para conocer a los responsables y reunirme con dos estudiantes seleccionadas para una estancia de varios meses en la UMA.
Aparte de las dudas de rigor sobre los estudios, el coste de la vida o la residencia, las estudiantes me preguntaron si Málaga estaba cerca la costa. Ellas desde el altozano de Birzeit podían ver el mar, pero no acercarse. Cuando les indiqué que iban a ver el mar y en varios minutos andar por la playa se les iluminó el rostro. Tal vez, una vez que superen todos los obstáculos administrativos y puestos de control militar puedan por fin llegar a la Universidad de Málaga, también disfruten de otro tipo de libertades que les son vetadas por la ocupación israelí.