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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Derechos por caridad

Josu Gómez Barrutia

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La navidad ya ha empezado, los lacrimógenos videos de la televisión nos anuncian que las fiestas ya están inauguradas de manera oficial y que lo mejor del ser humano debe aflorar en este tiempo de caridad en donde cenas improvisadas dan de comer a quienes viven la dureza extrema de la crisis insolidaria y caníbal que ha devorado los pilares del bienestar social de nuestro país.

Vivimos un tiempo de ilusiones irreales, de premios gordos cantados por infantes de voces angelicales y de esperanzas en que todo va a cambiar brindando con cava la noche del 31. Pero ante todo, vivimos tiempos de dulcificación de nuestros actos ante la miseria del ser humano que nos rodea.

España ha cambiado en estos años de crisis, ya no somos un país de derechos sociales en donde la coberturas mínimas en sanidad y educación cubrían a quienes con mayor debilidad se enfrentaban a la crisis económica. Hoy, hemos vuelto a ser un país de caridad de unos y de solidaridad de otros, esas que hoy sustituyen las políticas públicas de los gobiernos para intentar tapar los agujeros de una balsa de nombre democracia que hace aguas por todas partes. Somos un país en naufragio permanente en donde cada vez más los corchos que buscan tapar las vías de hundimiento se muestran más insuficientes ante un mar cubierto de una ciudadanía ahogada.

A mi juicio nuestro país, como todos, tiene cosas que hacen que uno se sienta orgulloso de ser español, por un lado la capacidad de ser solidarios de manera permanente y al mismo tiempo la capacidad de sacrificio de quienes día a día se levantan para tirar adelante en las peores circunstancias. Pero de igual forma tenemos defectos que vinculados a nuestra propia historia hacen que nos presentemos como una ciudadanía poco combativa, conformista hasta el extremo ante las circunstancias de desmantelamiento de derechos y libertades si al menos la solidaridad o la caridad cubren nuestras mínimas necesidades.

Hoy toca ser al mismo tiempo solidarios y combativos, tender las manos para ayudar y al mismo tiempo para levantar las pancartas del rechazo ante las medidas de gobiernos e instituciones que complacidos por la solidaridad o la caridad de la ciudadanía miran a otra parte esperando que todo pase sin tomar decisiones que permitan volver a reconstruir un estado de derechos y coberturas sociales.

Sólo si somos capaces de salir de esta crisis económica construyendo un estado justo, equitativo y protector de los más débiles podremos decir que hemos logrado salir verdaderamente de la misma. Lo contrario, sólo será construir un nuevo estado fallido insensible ante la realidad de la mayoría y generador de un caldo cultivo de conflicto social que en nada ayudara a construir la España del Siglo XXI, aun cuando en navidad saquemos todos lo mejor de nosotros mismos.

La navidad ya ha empezado, los lacrimógenos videos de la televisión nos anuncian que las fiestas ya están inauguradas de manera oficial y que lo mejor del ser humano debe aflorar en este tiempo de caridad en donde cenas improvisadas dan de comer a quienes viven la dureza extrema de la crisis insolidaria y caníbal que ha devorado los pilares del bienestar social de nuestro país.

Vivimos un tiempo de ilusiones irreales, de premios gordos cantados por infantes de voces angelicales y de esperanzas en que todo va a cambiar brindando con cava la noche del 31. Pero ante todo, vivimos tiempos de dulcificación de nuestros actos ante la miseria del ser humano que nos rodea.