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La educación y la bestia
Aunque la exhibición en toda su plenitud del rostro de la Bestia parezca reciente lo cierto es que ya hace un tiempo que es posible sentir su amenaza y su crueldad en todo el ámbito de influencia de esta Bella que pretende secuestrar, como en el cuento al que hace referencia el título.
La Educación Pública parece destinada a ser una de las primeras piezas que la derecha pretende ofrecer a cambio de los apoyos necesarios para investir presidentas y presidentes autonómicos. A diferencia del cuento, la avidez con la que la Bestia pretende en este caso secuestrar a esta Bella no se basa en un frustrado enamoramiento, ni la pretende por su inmensa y objetiva belleza. En este caso, lo que la Bestia pretende es minimizar el valor de esta conquista secuestrada, conquista a la que parece odiar con todas sus fuerzas. Nada de amor se vislumbra en esta Bestia respecto a la Educación Pública. Todo lo contrario.
En Murcia, al igual que en versión corta del cuento de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont, la Bestia ha conseguido secuestrar a Bella, la Educación Pública, obtenida como rehén, en este caso, para que el presidente de la región pueda seguir siéndolo. Este mismo panorama parece cernirse sobre Madrid en caso de que Ayuso gane las elecciones y, si me apuran, también en Andalucía, donde ya se firmó el acuerdo para la implantación del veto parental con un timorato Consejero de Ciudadanos, un partido que cada vez pinta menos en todo esto.
De esta forma, cabe la posibilidad de que veamos al frente de varias Consejerías de Educación a integrantes de un partido que niega la violencia de género, que manifiesta públicamente su homofobia, que es capaz de poner en la diana de la xenofobia a niños huérfanos y que, en los casos más cercanos al ámbito educativo, niega la vacuna, como la consejera de Murcia; y que tiene emprendida una cruzada para eliminar de un plumazo el derecho de la infancia conveniado universalmente, derecho que los menores tienen por el hecho de ser menores. El convenio de la infancia de la ONU es el convenio que más países ha reunido, y la Bestia quiere eliminarlo de un plumazo. No obstante, su objetivo llega más lejos: lo que la Bestia odia es una Educación Pública que, como Bella que es, sea uno de los mayores instrumentos que posee la democracia para combatir cualquiera de las desigualdades; odia que sea el mayor motor de cualquier ascensor social, odia que sea el lugar donde más se protege la diferencia, ya sea de género, de lugar de origen, de color de piel o de preferencias sexuales. Cabe recordar que, siendo ese veto una violación de los derechos de las personas, es también una actuación contraria al ordenamiento jurídico del estado; va en contra de lo establecido en la Constitución y de las leyes que la regulan.
Lo que la Bestia persigue es la consagración de la desigualdad como base de las relaciones sociales, perpetuando de esa manera la diferencias de clases. La desigualdad es el ADN de la Bestia, su “patria”, el lugar donde más a gusto se encuentra.
Lo que la Bestia persigue con ahínco es la consagración de la desigualdad como base de las relaciones sociales, perpetuando de esa manera la diferencias de clases. La desigualdad es el ADN de la Bestia, su “patria”, el lugar donde más a gusto se encuentra. De esta forma, entramos en un proceso que recuerda más a la versión del cuento más larga, la de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, en la que se incidía más en la crítica social que supone la sumisión de las mujeres ante el poder de las clases más poderosas, aquellas representadas por Bella caen en manos de lo peor de la sociedad, la Bestia, que decide cuáles deben ser los esposos de esas mujeres y las convierten en un objeto de intercambio, tal y como vemos ahora que está ocurriendo con la educación pública.
Efectivamente, la biografía de la Bestia es lo que ha forjado su apariencia de monstruo, y lo que pretende ahora ya lo ha perseguido antaño. Al modelo social de desigualdad que persigue la Bestia, se llega señalando y persiguiendo al diferente, deshumanizando a los adversarios para que puedan ser objetos que no importe vilipendiar ni machacar, utilizando el terror y la amenaza para conseguir sus conquistas… Ya ocurrió antes. Pero todo esto, ahora, no puede hacerlo en solitario, y para eso utiliza a charlatanes que usan palabras bonitas, que gustan a todo el mundo como “libertad para elegir” o “mérito y esfuerzo”, pero que sólo encierran el engaño suficiente para conseguir que estos príncipes gobiernen en sus comunidades autónomas y puedan ir sembrando y extendiendo el odio y la desigualdad en el que la Bestia pueda revelar sin complejos su faz monstruosa. Como ocurre con los maridos en los matrimonios de conveniencia de la versión del cuento de Villeneuve, estos “charlatanes”, que aquí adquieren la forma de presidentes o consejeros autonómicos para seguir el juego al monstruo, resultan ser peores que la misma Bestia.
El escenario actual es temible. Pero contiene una paradoja que también recuerda al cuento; pese a ese secuestro y maltrato al que parece destinada, la Educación, la Bella protagonista de este relato, es una de las más potentes herramientas para combatir la crueldad de la Bestia e incluso darle un aspecto humano.
El triunfo de Bella llegará cuando la Bestia compruebe que la Educación Pública es pluralidad, diversidad, igualdad, tolerancia y, en definitiva, una libertad que va mucho más allá del “hago lo que me da la gana”. Hagámoslo posible trabajando por más Educación. Así se volatilizará mágicamente el aspecto monstruoso de la Bestia.
Colorín colorado....
Aunque la exhibición en toda su plenitud del rostro de la Bestia parezca reciente lo cierto es que ya hace un tiempo que es posible sentir su amenaza y su crueldad en todo el ámbito de influencia de esta Bella que pretende secuestrar, como en el cuento al que hace referencia el título.
La Educación Pública parece destinada a ser una de las primeras piezas que la derecha pretende ofrecer a cambio de los apoyos necesarios para investir presidentas y presidentes autonómicos. A diferencia del cuento, la avidez con la que la Bestia pretende en este caso secuestrar a esta Bella no se basa en un frustrado enamoramiento, ni la pretende por su inmensa y objetiva belleza. En este caso, lo que la Bestia pretende es minimizar el valor de esta conquista secuestrada, conquista a la que parece odiar con todas sus fuerzas. Nada de amor se vislumbra en esta Bestia respecto a la Educación Pública. Todo lo contrario.