Lo peor de la sequía está por llegar: la falta de lluvia multiplicará las pérdidas en próximas cosechas en Andalucía

Ana Sola

La sequía meteorológica actual viene agravada por tres años previos muy secos que, junto con las escasas precipitaciones del año hidrológico 2016-2017, ha provocado la aparición de sequía agronómica en una parte importante del territorio andaluz.

La Unión de Pequeños Agricutores y Ganaderos de Andalucía (UPA) ha tasado en 1.050 millones de euros las pérdidas hasta el mes de octubre entre todos los sectores agrarios de la comunidad autónoma, 3.629 millones de euros en España, una cifra que podría verse incrementada de perpetuarse las condiciones meteorológicas, fundamentalmente en el sector ganadero. Pero si la situación continúa, lo peor está por llegar de cara a próximas campañas y cosechas, coindicen las organizaciones agrarias.

De momento, los cultivos con riego han sido los menos perjudicados, aunque el sistema de regulación para riego de la cuenca del Guadalquivir está en situación de emergencia por la sequía. La campaña de riego ha finalizado el 15 de noviembre con normalidad (incluso con la aprobación de desembalses de agua de en torno a 5 hm3 para atender las demandas del regadío), pero habrá que ver si llueve para poder planificar la próxima campaña, porque la ausencia de agua puede afectar de manera notable a la planificación de las siembras. 

El cultivo más afectado, el olivo

Según el balance de pérdidas de UPA, los sectores más afectados este año han sido, en primer lugar y con diferencia el olivar, con 865 millones de euros de pérdidas en la Andalucía, al ser el cultivo con mayor extensión y dado el valor del kilo de aceituna en la actualidad.

Le siguen, cereal, almendro y viñedo, con pérdidas que se sitúan en los 88 millones, 65 millones y 10 millones de euros, respectivamente. Otros sectores agrícolas y el ganadero también han padecido mermas en sus producciones y aglutinan unas pérdidas de unos 22 millones de euros en su conjunto.

Las lluvias recientes han sido beneficiosas pero insuficientes y no han supuesto cambios importantes, ya que fueron torrenciales en algunos lugares y mal distribuidas, y debido al gran déficit no se produjo escorrentía ni aportaciones a los embalses, según COAG Andalucía, por lo que todo se encuentra a la espera de lo que ocurra en los próximos meses.

Por cultivos, en lo que se refiere al cereal, los productores de herbáceos vieron reducida su cosecha en torno al 40%; y la sequía ha retrasado un poco el inicio de la siembra. La próxima campaña de cereales dependerá de las lluvias de primavera.  

En el sector del olivar, el más perjudicado este año por la sequía, en aceituna de mesa, los agricultores tuvieron que dejar en el árbol en torno al 50% de su producción, según COAG. Y el aforo para la campaña de recogida de aceituna que ha comenzado ahora, estima que la cosecha se reducirá un 16% en Andalucía (hasta el 28,5% en Jaén), una reducción que puede ser mayor viendo el desarrollo de la campaña, datos que se confirmarán cuando se finalice la campaña de recogida en unos meses.

“El 50% del partido está perdido”

De cara a la próxima campaña, como señala el responsable sectorial de aceite en COAG-A, Juan Luis Ávila, “el otoño es el que determina que las yemas vayan a flor o a madera, así que el 50% del partido está perdido. No obstante, las lluvias de marzo y abril son muy importantes. Hemos perdido yemas que no irán a puerto, pero si la primavera viene lluviosa, la flor tendrá capacidad de generar frutos y podremos tener, en el mejor de los casos, una cosecha media de aceite”.

De la misma opinión son en Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, donde aseguran que la sequía está afectando a los olivos, que acumulan ya un déficit hídrico desde hace varios años y que puede conllevar una desastrosa campaña 2018-2019.

Consecuencias para los animales

Los ganaderos se enfrentan a graves problemas de abastecimiento de agua en las fincas, teniendo que recurrir en algunos casos a la compra de cubas para abrevar al ganado. Ante la escasez de pastos, se han visto obligados a alimentar a los animales a base de concentrados, en algunos casos desde el inicio del verano, lo que supone un importante sobrecoste derivado de la compra de piensos y forrajes, que contribuye a agravar la ya de por sí mermada rentabilidad de las explotaciones. En este sentido, COAG-A destaca que otras comunidades autónomas han implementado una ayuda específica para financiar ese sobrecoste. 

También se ha visto afectada la montanera, ya que la falta de agua ha provocado que la bellota no engorde suficiente y en algunos se caiga antes de tener el desarrollo óptimo. La montanera suele ir de finales de septiembre a enero o febrero, dependiendo de la meteorología, y coincide con la fase final de la cría y engorde del cerdo ibérico, en la que se busca que el animal alcance el peso ideal de sacrificado, que está en torno a los 180 kilos. Tampoco ha habido la hierba de otoñada que complementa la alimentación de los animales. Igualmente, si viene lluvia, se revertiría la situación de cara a la próxima campaña. 

Aguacates y mangos, en riesgo

Las restricciones de agua para el regadío que comenzaron el 1 de diciembre en la Axarquía (Málaga), comarca en la que la Junta prevé activar un decreto de sequía en enero, amenazan el futuro del sector de los subtropicales, que concentra el grueso de su producción nacional en esta zona. La despensa europea de los aguacates y los mangos ha visto cómo en los últimos años, su principal fuente de abastecimiento hídrico, el pantano de La Viñuela, ha ido menguando hasta situarse actualmente a un 22,7% de su capacidad, con 37,6 hectómetros cúbicos, pese a las lluvias de esta semana.

Asimismo, la temporada de la castaña, que ha finalizado ahora en las principales zonas productoras de Andalucía, como es el Valle del Genal, la Serranía de Ronda, Yunquera, en la Sierra de las Nieves en Málaga y la Sierra de Huelva, se ha visto muy afectada por la sequía y las altas temperaturas que se han registrado durante el otoño, unas circunstancias que no han mermado la cantidad, pero sí la calidad y el tamaño. La falta de agua ha hecho que la castaña haya caído del árbol muy deshidratada, con el erizo muy seco y muy cerrado, por lo que su recolección ha sido muy costosa.

La situación de la apicultura es muy grave. La sequía ha provocado una importantísima merma de producción de miel y polen, que en algunas zonas alcanza el 60 o el 80% respeto a la campaña pasada. Además, la falta de agua está provocando que se tengan que alimentar las colmenas de forma artificial con azúcares naturales, algo que no había ocurrido antes, y si no llueve muchas de esas colmenas podrían desaparecer.

Nivel de los embalses

Las lluvias en este último año hidrológico finalizado (del 1 de octubre de 2016 al 30 de septiembre de 2017) han sido, con una cifra de 529 litros por metro cuadrado, un 18% menores en la España peninsular respecto a la media histórica (648 l./m2), según datos de la Agencia Española de Meteorología (Aemet). Pero el problema es que desde 2014 se vienen produciendo varios años con lluvias menores a lo normal, afectando al volumen de agua embalsada, estando los embalses (a 5 de diciembre) con una capacidad de solamente al 36,5% de su capacidad total, nivel más bajo en los últimos 22 años (desde 1995).

Decreto sequía

La Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del Congreso de los Diputados aprobó a finales del mes de noviembre un proyecto de ley con un conjunto de medidas para paliar las pérdidas de los agricultores como consecuencia de la sequía. El real decreto dejaba fuera entre otras comunidades a Andalucía, por lo que el 1 de diciembre la Comisión Permanente de Seguimiento de la Sequía de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) propuso solicitar al Gobierno la inclusión de la demarcación en el Real Decreto de Sequía, al nivel de reservas de agua que almacenan los embalses de la cuenca, que es del 31,2% de media en todos los embalses, y del 25,4% en el sistema de regulación general, el destinado al regadío, sistema que acumula dos meses consecutivos en situación de emergencia.

El Decreto de Sequía permitiría modificar temporalmente en situaciones excepcionales las condiciones de uso del dominio público hidráulico y prevé la posibilidad de activar fuentes alternativas de recursos, como aguas subterráneas, para atender las demandas más urgentes.

Planificación a largo plazo

El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), Andrés del Campo, ha advertido de que los cultivos de regadío pueden llegar a incrementar entre un 10% y un 20% anual su consumo de agua como consecuencia del impacto del cambio climático en su rendimiento natural, lo que exige poner en marcha medidas de prevención contra la sequía y no sólo planes de actuación una vez que las consecuencias ya se han producido.

Asegura que el aumento de las temperaturas máximas y la disminución generalizada de las lluvias están provocando que los cultivos intensifiquen su ciclo vegetativo, ya que el calor y la falta de agua aceleran su proceso de producción. En lo que llevamos de año en España ha llovido un 24,3% menos y la temperatura ha subido de media 1,4 grados. Como el reposo invernal no se produce, los cultivos están continuamente en activo, aumentando considerablemente su demanda de agua.

Por otro lado, según la FAO, en los próximos quince años la producción de regadío deberá aumentar globalmente más de un 42% y más del 70% en 2050, por lo que los regantes creen que una de las claves es avanzar en la modernización de regadíos, de hecho, en las últimas décadas la modernización ha permitido que la demanda de agua para uso agrario caiga del 80% hasta el 63%, situándose por debajo de los 15.000 hectómetros cúbicos anuales.

A día de hoy la producción de un solo agricultor regante es capaz de abastecer de alimentos básicos a una media de 155 personas cada año, lo que supone más del doble que hace apenas 40 años. En España los regadíos sólo representan el 17% de la superficie agraria útil, pero aportan el 65% de la producción final, al rendir hasta seis veces más que el secano.

Un fenómeno que se repite

El fenómeno de la sequía no es algo nuevo ni raro. Ya desde que el registro oficial de las series meteorológicas en España comenzó alrededor de 1850, España ha sufrido sequías importantes que han afectado a gran parte de la península, las más recientes en los periodos 1941-1945, 1979-1983, 1990-1995, 2005-2008 y , con duraciones que oscilan entre los 4 y los 6 años.

Y remontándonos más atrás en el tiempo, según explica la agencia Sinc, investigadores de la Universidad de Extremadura encontraron datos en viejos documentos que hablan de una sequía en 898 en Al-Andalus, que fue tan severa que sus pobladores llegaron al canibalismo, aunque seguramente también influyeran otros factores socioeconómicos o epidemias. En esos documentos han encontrado datos de importantes sequías y hambrunas asociadas en Al-Andalus entre 748-754, 812-823 y 867-879, que hicieron que la gente emigrara hacia el norte de África.

Según datos recopilados por la Confederación Hidrográfica del Júcar en su documento sobre Planes especiales de sequía, la sequía de 1991 a 1995 ocasionó que 12 millones de habitantes sufrieran restricciones en 1995 (problemas agudos en Sevilla, Cádiz y Palma de Mallorca). En la producción agrícola hubo: 200.000-300.000 millones de pesetas (entre 1.202.024.208- 1.803.036.313 euros) de disminución anual entre 1992-1995 respecto a los años anteriores y posteriores. Además de efectos ambientales no cuantificados como mortandad de ictiofauna en embalses y de avifauna en humedales de interior. Y la multiplicación de los seguros agrarios por 1,6 en 1999 respecto a los contratados en 1995 por valor de 750.000 millones de pesetas (4.507.590.782 euros) para el secano.