El Brujo: “A pesar de que haya crisis, la gente quiere saber de las cosas del alma”

Rafael Álvarez, El Brujo (Lucena, Córdoba, 1950) es actor y algo más: es un juglar. Así que está aquí para contar lo que cantaron los trovadores medievales y los aedos griegos, y, de paso, para demostrar que aquellas historias son las nuestras, porque en ellas se esconden pistas para responder a las preguntas de hoy.

Resulta que El Brujo, que lleva 35 años rescatando hechizos de la historia de la literatura, se presenta en Vélez-Málaga y llena dos veces el teatro con una versión propia de La Odisea. Y eso parece demostrar que todavía hay muchos que buscan respuestas en Homero y en los chistes del juglar, ese que nos dice que Bárcenas y Urdangarín, Rajoy y Merkel, ya estaban allí, en el viaje de Ulises a Ítaca, y que La Odisea, en realidad, se está escribiendo ahora.

¿Por qué representa La Odisea hoy, casi 30 siglos después de que fuese compuesta?

Porque es una obra con un conocimiento inmenso y belleza poética, y un relato simbólico, que tiene lecciones para cualquier tiempo. Es un gran relato, referencial y arquetípico. Simboliza la ceremonia de contar una historia. Yo soy un contador de historias y mi elección dentro de las múltiples facetas del teatro es la juglaría. Y dentro de esa línea yo hago textos clásicos importantes, definitivos, grandes textos de la historia del teatro universal. Trasladarlos a la actualidad es el trabajo del juglar.

Y si fuese escrita hoy, ¿qué cantos de sirena escucharía Ulises?

La Odisea la está escribiendo Homero ahora, porque tiene una parte de atemporalidad que es su dimensión simbólica. Los cantos de sirena son siempre las llamadas a caminos que te conducen a lo que no eres. Todos queremos ser algo que no somos, porque no tenemos conciencia de lo que somos. Hoy ha salido el anuncio de los calzoncillos de Ronaldo, y todos los futbolistas quisieran ser eso.

Y muchos de quienes no son futbolistas…

Pero es porque tenemos una idea muy triste y pobre de lo que somos. Si no, no querríamos ser ese horror, porque ¡eso es un horror! [ríe]. Esas trampas están ahí de toda la vida. Siempre hemos estado divididos entre el poder, la apariencia y la búsqueda de la materialidad, e ideales más nobles. El canto de sirena es el poder, la codicia. Hoy y siempre.

Y a los corruptos, ¿quién los puso en nuestro camino?

Es que somos nosotros. Nosotros los votamos y los traemos. Todo el mundo busca sus trampas en la declaración de la renta. Cuando hay un Bárcenas es porque es un epifenómeno que representa a muchos Bárcenas. A mí un taxista me dijo: “Yo haría lo mismo, incluso yendo a la cárcel tres años. Porque luego saldría y tendría una cantidad de dinero…”. Y le dije: “Claro, así estamos como estamos”.

Dice que ahora ya no tenemos tiempo para leer La Odisea. ¿Por qué?

Porque el tiempo escasea. Yo tengo tiempo porque es mi trabajo. Pero quien trabaja en otra cosa no tiene tiempo para leerla; tiene tiempo para ver una película o leer el resumen en la Wikipedia, como mucho. La vida moderna es así. La gente va a toda pastilla a todos lados, y cuando llega a casa está cansada. Son lecturas que requieren un tiempo especial de cocción, de interiorización, de sosiego. Y aunque tengas tiempo, ya te buscarás la manera de no tenerlo, porque es como si lleváramos un cohete en el culo. Es un hábito, una tendencia.

“La información menoscaba el sentido y la orientación del conocimiento”, se dice en la nota de presentación... ¿Internet nos rebaja?

La información no es conocimiento. Es el primer estadio para llegar al conocimiento, que es sintetizar la información y aplicarla de manera provechosa a una finalidad. Es la materia prima, pero necesita un procesamiento, ser metabolizada, y cuando hay un exceso de información ocurre igual que cuando hay un exceso de comer: una mala digestión. La información excesiva, la manipulación de la información, su fragmentación: todo nos conduce más a la desorientación que a la consecución de unos objetivos para vivir mejor.

Y ahora se reduce la importancia de la filosofía en los planes de estudio…

Claro. Y la filosofía es muy importante. Es importante tener tiempo, y pensar y no vivir completamente atiborrados de cosas.

En España, el ministro de Educación es también ministro de Cultura ¿Por qué?

Eso yo lo he visto en dos etapas de gobierno del PP. Significa darle a la cultura un papel subordinado frente a la educación. El PP, a pesar de que en muchos ayuntamientos y comunidades autónomas tienen buena política cultural puntual, no tiene una conciencia de la función de la cultura y de su necesidad y sentido. Ese es el motivo por el que se le pone un IVA del 21% y al fútbol del 10%. Con esto el PP nos dice que el fútbol es muy importante para el gobierno: es muy importante no menoscabar los intereses económicos de los clubes y de quienes van al fútbol, pero no tienen ningún empacho en hacerlo con quien va a ver una obra de teatro. Es el síntoma de la idea de que la cultura es algo prescindible, un artículo más de consumo y para el ocio. Pero la cultura es algo necesario para la vida, como lo es la salubridad de las aguas o una buena atmósfera que no esté contaminada.

Cuando el político se acerca a la cultura, ¿hay que ponerse en guardia?

No tendría por qué ser así, pero si es inculto o tiene una visión de la cultura limitada e instrumentalizada, ya sabes que su política será contraria a la vida. La cultura es respirar ideas, es ver un atardecer y tener un momento de alimento espiritual con la belleza, lo mismo que visitar un museo o caminar por un parque o ver una obra de teatro. Significa plantear preguntas cuyas respuestas pueden ser útiles para la vida. No ha habido sociedad sin cultura, aunque las ha habido sin muchos aspectos de la tecnología que tenemos ahora. La cultura es vida, pero si la consideras como algo que puedes comprar en un catálogo se convierte en absolutamente prescindible.

¿Y un actor, qué papel juega en todo esto?

El actor sirve para recordarle a la gente, aparte de hacerla reír y olvidar las tensiones, que somos seres humanos y que la humanidad tiene una parte de animalidad, pero también una parte divina. Como decía Hölderlin, “en lo divino creen solamente aquellos que lo son”. A pesar de que haya crisis, la gente quiere saber de las cosas del alma. Está cansada de esta visión del mundo que no es una visión del mundo: las encuestas, los análisis y el PIB son parte de la realidad, pero no son una explicación de la totalidad, una profundización unificadora en los problemas, que es lo que calma y proporciona un sentimiento de armonía con el mundo. La gente viene buscando diversión, se ríen mucho conmigo. Pero dentro de ese cachondeo, yo meto preguntas y momentos, y a la gente eso le llena.

Durante la función, El Brujo dice: “Solo la belleza puede transformar el corazón del hombre”, y así explica por qué Atenea protege a Ulises en su regreso a Ítaca, pero también por qué es importante que él (y antes los aedos y los trovadores) cuente a los hombres esa historia tan vieja. La Odisea de El Brujo sigue siendo la epopeya que fue, pero por su versión desfilan los fantasmasde hoy: quizá porque aquellos enemigos de Ulises son inmortales y lo que pasa, aquí y ahora, ya lo contaban los viejos.