Juan Espadas ha regresado al Parlamento andaluz 12 años después de ser consejero del último Gobierno de José Antonio Griñán, poco más de un año después de ser nombrado secretario general del PSOE-A, y un mes después de su derrota en las elecciones del 19 de junio.
Espadas ha empezado a ejercer como líder de la oposición a Juan Manuel Moreno desde el minuto uno, con cuatro ejes clave que suponen un cambio drástico respecto al papel que jugaron los socialistas en la pasada legislatura: uno, asumir el papel de oposición y ejercerlo de forma desacomplejada; dos, asumir los errores del pasado -gobernaron casi cuatro décadas-, pero rebelarse ante la estrategia del PP de convertir cada sesión de control al Gobierno en una “sesión de control a la oposición”; tres, defender y hacer suya la acción del Gobierno de Pedro Sánchez en Andalucía; y cuatro: ignorar la existencia de Vox.
El primer paso ya es un cambio de registro respecto a su antecesora. La ex presidenta andaluza, Susana Díaz, nunca llegó a digerir el papel de opositor ni a ejercerlo de forma eficiente (en palabras del propio Espadas) ni hizo valer las políticas del Ejecutivo central en respuesta a las duras críticas que le lanzaba diariamente PP, Ciudadanos y Vox y la propia Junta. El nuevo PSOE andaluz ha pasado de cero a cien, porque su líder actual ha citado de forma recurrente las políticas de Moncloa y sus “beneficios”, de los que se ha nutrido la Administración de Moreno “sin reconocerlo”.
El papel del Gobierno de Pedro Sánchez en Andalucía se ha convertido en el motivo principal del debate y del pulso entre Moreno y Espadas. Las elecciones generales tocan el próximo año.
“Claro que tiene derecho a pedir al Gobierno lo que nos corresponde, y claro que nos corresponde. Pero hay que tener voluntad política del Gobierno, la que le faltaba al de Mariano Rajoy y la que tiene Sánchez”, le ha espetado el socialista al presidente andaluz. Y en esta línea de ataque, con tono moderado, ha insistido una y otra vez: “Si hay buenas noticias son suyas, si hay un problema que lo resuelva otro. Así no vamos a avanzar, usted tiene plenas competencias en Andalucía”; “¿Usted ha venido para acometer las cosas que nosotros dejamos o exactamente para qué?”; “Yo no voy a negar nuestros errores, pero no puede convertir los errores de otro en su escapismo político”; y posiblemente la más dura: “Nunca hacer tan poco fue tan rentable electoralmente. Felicidades señor Moreno”.
Con estas ideas, Espadas trataba de explicar que muchas de las políticas que afectan directamente a los andaluces vienen cofinanciadas por el Gobierno central o por la Unión Europea, y ha demandado más inversión con fondos propios a la Junta. “¿Me puede decir cuál es su tasa de cofinanciación?”, ha preguntado. Si financia el Gobierno, la UE y los ayuntamientos, y la Junta “pone un poquito”, “para mí es como decir que usted invita, pero pagan otros”.
En la réplica, Moreno ha recuperado la crítica con la que hostigó al socialista durante la campaña: ser portavoz de Sánchez en Andalucía, haber perdido “el peso robusto” y la autonomía del PSOE andaluz. En mitad de esa crítica, metió la felicitación por el nombramiento de la ministra de Hacienda, la sevillana María Jesús Montero, que será la nueva número dos en Ferraz elegida por Sánchez.
El presidente de la Junta se mostró molesto al oír que había “hecho poco” en su primer mandato, pero los andaluces le habían premiado con una mayoría absoluta. Moreno le afeó por sugerir que los andaluces no eran lo suficientemente inteligentes para saber a quién votar y por qué.
Ha sido un pulso menos ideológico del que se vivió en el debate de investidura de 2019 entre Díaz y Moreno. El formato era el de un gestor frente a otro gestor. Espadas se ve mucho más cómodo en este papel, tirando mucho de su experiencia como consejero y como alcalde de Sevilla. Moreno ha negado que esté haciendo política de confrontación con el Gobierno de Sánchez y le ha ofrecido unirse a un “frente común” en Andalucía para llevar a Moncloa las reclamaciones y reivindicaciones legítimas del territorio. El presidente de la Junta vuelve a hablar de convocar la comisión bilateral Estado-Junta de Andalucía -una potestad que le da el Estatuto, pero que no ha usado aunque sí la ha mencionado más de una vez para quejarse del “trato privilegiado” de Sánchez con la Generalitat de Cataluña. “Le pido que se sienta con nosotros en esa comisión bilateral”, ha dicho.
Moreno y Espadas se han asimilado en sus intervenciones. Ambos se han lanzado propuestas de diálogo y de negociación, trufadas de reproches y escepticismo, pero finalmente encaminadas a entenderse. “¿Sabe lo que haría historia? Que usted y yo pactáramos el próximo Presupuesto sin que usted lo necesite y teniendo usted mayoría absoluta”, ha dicho, recuperando la oferta que ya hizo con las cuentas de 2023, que finalmente fueron tumbadas por el Parlamento andaluz con el rechazo de PSOE, Vox y Unidas Podemos. Su propuesta desató una algarabía en la bancada popular. “¿Ve por qué no pactamos el anterior Presupuesto? Su partido no le dejó”.
En su última intervención, el socialista puso sobre la mesa cinco ejes de propuestas para el Gobierno de Moreno, sumándose a las vías de diálogo abiertas previamente por Adelante Andalucía y Por Andalucía. En materia de empleo, de financiación, de medio ambiente, de reforzamiento de los servicios públicos -con especial alusión a la sanidad-, de infraestructuras hídricas, de vivienda y contra la pobreza y de derechos de las mujeres. “¿Usted va a revertir los retrocesos que sufrieron las mujeres por sus pactos con Vox?”, le preguntó.
Moreno ha negado la confrontación y ha recordado que, siendo líder de la oposición, se sumó a un acuerdo del Gobierno de Díaz con Podemos e IU para reclamar al entonces Ejecutivo de Rajoy una reforma del modelo de financiación que implicaba 4.000 millones extraordinarios para Andalucía. Una propuesta que elaboró la entonces consejera de Hacienda y hoy ministra, María Jesús Montero.
Antes del receso para comer, Espadas y sus 29 diputados habían escuchado palabras durísimas que la portavoz de Vox, Macarena Olona, había lanzado al PSOE. Durísimas. Pero el líder socialista ha ignorado conscientemente a Vox en su discurso. No ha hecho ninguna mención a la intervención de Olona ni ha respondido a sus ataques ni apenas ha hecho alusión a sus políticas, salvo para preguntar a Moreno si derogará algunas de las medidas que pactó con ellos.
El grupo ultraderechista fue el leit motiv de la labor de oposición del PSOE en la pasada legislatura, no había sesión parlamentaria en la que no mencionasen una y otra vez el nombre de Vox para dirigirse a Moreno -igual que hicieron en campaña-. Una vez que los de Olona se han quedado fuera del Gobierno, con una capacidad de influencia significativamente menor en las políticas públicas, la estrategia del PSOE ha virado 180 grados. Vox no existe, no hay que hacerle caso, parece ser el mensaje que ha querido trasladar Espadas al ningunear a los de Olona.