Difundir sin consentimiento imágenes sexuales como forma de amenazar o perjudicar a la persona que aparece en ellas es un delito que “está creciendo” como forma de ciberviolencia de índole sexual en el consumo de pornografía online en España, según denuncia la nueva edición del estudio de la empresa tecnológica Quantika14. Se trata del mal llamado 'porno vengativo' o 'de venganza', puesto que las fotos o vídeos no se tomaron con ese fin, y que “es el fenómeno que más está creciendo y que crea una mayor victimización siendo las mujeres las afectadas en casi todos los casos”.
El estudio de esta empresa de peritaje informático, que ha sido realizado por Jorge Coronado (CEO de la empresa), Marta Girón y Cristina Benítez, y editado por Israel Merino, señala que el consumo de pornografía se ha incrementado en la crisis sanitaria provocada por la Covid-19. Los portales con más visitas se mantienen igual que en la versión del estudio anterior, apareciendo como líderes en España, en este orden, Pornhub, Xvideos y XXNX, que se analizan mediante el uso de los conocimientos informáticos de que disponen los profesionales de la empresa, realizando una comparativa del número de visitas entre 2020 y 2021 a través de otros estudios realizados por Quantika14.
En ese sentido, se han monitorizado durante 100 días las tendencias que se exponen en las citadas páginas webs de pornografía online más visitadas en nuestro país, mostrando el tipo de resultados encontradas cuando se buscan determinadas palabras en portales porno (como 'whatsapp robado') a fin de observar las tendencias y las búsquedas más destacadas. El objetivo último es exponer la influencia que ejerce en la sociedad la pornografía y hablar sobre su consumo, dotando de mayor relevancia al consumo por parte de menores, haciendo una revisión de cómo acceden a ese tipo de contenidos y a qué edad y cómo toman contacto con esos portales.
En algunos casos se incluyen datos personales sobre la víctima para poder dar con ella y esto hace que sea más vulnerable
“El porno vengativo no es sólo un problema que ocurre con asiduidad en la vida cotidiana, también podemos ver que en los portales porno se muestra esta forma de ciberviolencia de índole sexual”, apunta el estudio al abordar esa cuestión, señalando que esa forma de violencia online “se nutre directamente de internet”. En algunos casos, según la empresa, “se incluyen datos personales sobre la víctima para poder dar con ella y esto hace que sea más vulnerable”, con vídeos “en los que se ejerce venganza hacia una persona a través de las relaciones sexuales”. El análisis advierte de que, tanto en portales porno como en portales web como HispaSexy, existen “numerosos comentarios dónde se pregunta por los datos personales de las chicas que aparecen en vídeos o fotos, ya sean sexuales o no”.
Tras una relación sentimental
El equipo de Quantika14 se ha dado cuenta de “un nuevo tipo de violencia de género que se suele dar en las redes, sobre todo en los momentos posteriores a una relación sentimental”, detectando “algunas situaciones en las que las exparejas llegan a publicar vídeos sexuales íntimos en páginas porno con el fin de desprestigiar a la víctima”. “Es habitual que algunas parejas decidan grabarse teniendo relaciones sexuales. El gran problema viene cuando una parte, normalmente el hombre, decide publicarlos en la red con el único fin de dañar a la otra. Además, es un delito muy gordo”, señala Jorge Coronado, quien reconoce haber tenido que peritar varios casos en los que se han difundido vídeos sexuales o fotos íntimas de mujeres: “Es un trabajo duro o delicado, pero lo hacemos lo mejor posible e intentamos acompañar a la víctima en todo el proceso”.
Por otra parte, Quantika14 lamenta que en la pornografía “se normalizan situaciones o actos violentos, degradantes y humillantes hacia las mujeres”, que “sufren traumas similares a los de las mujeres víctimas de prostitución o cualquier otro tipo de violencia sexual”. Indica la empresa que la pornografía “se nutre de los roles y estereotipos de género, además, de la relación dominación-sumisión”. “La pornografía representa a mujeres subordinadas a los hombres y cosificadas como meros objetos sexuales a disposición de satisfacer las necesidades sexuales latentes de los varones. No sólo perpetúa dichos roles y estereotipos, también propaga e inculca la cultura de la violación. De igual modo, la pornografía educa sexualmente a los niños y en general, a los más jóvenes en la violencia sexual, en la dominación sexual de las mujeres y en normalizar actitudes sexistas”, señala el estudio.
La pornografía, en numerosas ocasiones, tiende a mostrar una versión violenta de las relaciones sexuales, en la cual, a base de la repetición de patrones como la utilización de insultos, de golpes o humillaciones
En ese sentido, y dentro del top de palabras que son tendencia de búsqueda, existen varias que destacan por su referencia a la violencia dentro de las relaciones sexuales. “No es de extrañar, dado que la pornografía, en numerosas ocasiones, tiende a mostrar una versión violenta de las relaciones sexuales, en la cual, a base de la repetición de patrones como la utilización de insultos, de golpes o humillaciones, éstas conductas terminan integrándose dentro del imaginario colectivo de las personas que, con mayor o menor frecuencia, consumen pornografía. Del mismo modo, casi la totalidad de los vídeos que aparecen entre los resultados más vistos, como muestra de la realidad en la pornografía, utilizan un lenguaje violento que también termina siendo tan parte de la propia idiosincrasia de la pornografía que termina por pasar por alto”.
Dice el estudio que “vivimos en una sociedad hipersexualizada que tiende a normalizar conductas o actitudes en las relaciones de pareja basadas en la dominación-sumisión, en general, en humillar o ejercer violencia (tanto física como sexual y psicológica) hacia una persona”. “Hemos podido observar cómo los portales web de pornografía representan situaciones de violencia sexual” donde se representan “situaciones de abuso sexual en los que las chicas o mujeres son víctimas” y cómo “es ejercido, principalmente, por familiares cercanos tales como su padre, padrastro e incluso tío o hermano. Dicha violencia tiende a normalizarse por parte de las personas usuarias de dichos portales web”, denuncia el estudio, que menciona “la inmensa cantidad de contenido audiovisual que encontramos en los portales porno, en relación a situaciones dónde la mujer está borracha, desmayada e, incluso, inconsciente”.
Observa también el estudio que “son numerosos los vídeos donde se abusa de una chica joven, de la que no tenemos constancia si es menor o mayor de edad, siendo abusada por un familiar”. En su mayoría, nos encontramos ante vídeos bajo las palabras clave 'tío y sobrina', 'con mi sobrina', explican, añadiendo que “en portales porno como Xvideos, el portal con más visitas en nuestro país, nos encontramos con vídeos que representan situaciones en los que una mujer mantiene relaciones con un varón de su entorno más cercano, en la mayoría de estos vídeos, predomina la relación de dominación-sumisión entre tío-sobrina. Algunos de estos vídeos presentan un número considerable de visitas”, apunta el estudio.
¿Casos reales de abuso sexual?
También se destaca que “en los portales web de pornografía se ven reflejadas situaciones de abuso sexual que pueden llegar a normalizarse por parte de los usuarios de estos portales”. “Estos vídeos pueden tratarse de casos reales de abuso sexual, puesto que en la mayoría de los casos desconocemos de dónde provienen dichos vídeos. Por ende, con este tipo de vídeos se refleja la tendencia a dar por hecho de que las relaciones de pareja deben seguir unas pautas de dominación-sumisión, además, de pasar por alto actos de violencia sexual”.
El estudio se detiene también en el consumo de porno por parte de los menores de edad. “La pornografía es la que se encarga de educar a los menores, los cuales, asumen que lo que ven en la pantalla es lo que realmente quieren las mujeres, que su verdadero deseo es que las sometan”. Según el Informe '(Des)información sexual: pornografía y adolescencia', publicado por Save the Children y citado en el estudio, la mayoría de los jóvenes, más concretamente, adolescentes, reconocen haber visto porno alguna vez, y su edad de inicio en este tipo de contenidos se sitúa en los 12 años. No obstante, son numerosos los estudios que afirman que entre los 6-8 años de edad, los menores acceden a la pornografía y, a esa edad, no son conscientes de qué es lo que han visto, se comenta en el estudio.
Son numerosos los estudios que afirman que entre los 6-8 años los menores acceden a la pornografía y, a esa edad, no son conscientes de qué es lo que han visto
Según datos de varias encuestas, el 68,2% de adolescentes consume pornografía; concretamente, ellos el doble que ellas. Es decir, mientras que el 81,6 % de los chicos afirmaba consumir pornografía, sólo el 40,4% de las chicas lo reconocía. Los chicos han llegado a confirmar que buscan este tipo de material casi a diario. Las respuestas de las chicas expresan variaciones entre el consumo semanal o mensual. El 40% de los menores de edad usan el porno como su única herramienta para obtener información sobre sexo, recoge Quantika14.
También se indica que el 9,2% de chicos entre los 14 a los 19 años, reconoce mandar mensajes degradantes y/o humillantes a las chicas, con la finalidad de asustarlas y ofenderlas. Según datos recogidos en un estudio de Quantika 14, se observa que “la violencia de género se manifiesta y se desarrolla en diversos ámbitos y ésta se ve reflejada en los diversos instrumentos que nos otorga la red, principalmente las redes sociales. Un 98,9% de las mujeres con presencia en el espacio digital ha sufrido al menos un tipo de violencia online y nueve de cada diez víctimas de estas violencias digitales de género no denuncian, resaltan.
La ciberdelincuencia de género, asegura Quantika14, es “una manifestación del machismo, el cual, hace uso de los medios tecnológicos, mayoritariamente las redes sociales, para humillar y acosar a sus víctimas”, y “se ejerce hacia las mujeres, principalmente: menores de edad”. Ese colectivo “utiliza en gran medida las redes sociales, pues éstas ejercen una gran influencia en su desarrollo y forman parte de sus canales habituales de comunicación”. Ante este problema, el IAM puso en marcha en el año 2015 un protocolo específico que recoge las pautas que deben seguir los profesionales correspondientes ante este tipo de situaciones. Dicho protocolo fue pionero en España y Jorge Coronado, fundador de la empresa de ciberseguridad y peritaje informático Quantika 14 fue uno de los colaboradores en su elaboración.