Madrugar, desayunar, vestirse, llevar a los hijos al colegio (quienes los tengan) y acudir al puesto de trabajo. Esa es la liturgia de millones de españoles cada día. También es la que siguen cerca de 30 empleados de Neol Biosolutions, una empresa de biotecnología que pertenece a Neuron Bio, con sede en el Parque Tecnológico de Salud (PTS) de Granada. Con una diferencia sustancial, ni perciben ningún sueldo ni reciben carga de trabajo desde al menos el mes de mayo. Una de las representantes de los trabajadores que no pertenecen a ningún sindicato y actúan como independientes, Raquel Vázquez, afirma que muchos de ellos están en una “situación límite” porque el salario que deben de cobrar de Neol es el único con el que cuentan en sus casas.
Neol es una empresa de biotecnología cuya actividad se centra en el desarrollo I+D+i. En la misma trabajan doctores, tecnólogos, técnicos de laboratorio, personal auxiliar y de administración. Todos ellos están “de brazos cruzados”, como explican los representantes de los trabajadores, desde hace casi cinco meses. Aunque a su juicio la situación ha de remontarse algún tiempo atrás para comprender qué está pasando hoy con la corporación biotecnológica.
Filial de Neuron Bio, la actividad de Neol se plasma oficialmente en 2012 con su constitución como empresa independiente. Sin embargo, su trabajo lleva desarrollándose desde hace casi una década. Por lo que alguno de los trabajadores que padecen la situación actual acumulan la misma antigüedad lo que también les impide poder tomar la decisión de irse de la empresa sin más. No en vano, los representantes de los trabajadores ponen su mirada en 2015. En aquella fecha algunas nóminas empezaron a retrasarse y se negó el pago de una paga extra. Además, alguno de los empleados vio como la parte del sueldo que percibían por “objetivos” cambiaba. Ahora los objetivos los marcaba su actividad diaria y no los alcanzados por la propia empresa.
El acuerdo con Repsol, clave
En 2010, hace siete años, Neuron Bio alcanza un acuerdo de colaboración con Repsol que afectará no solo a la empresa matriz sino a su filial Neol al cabo de los años. Dicho acuerdo propone impulsar diferentes proyectos entre ambas empresas e incluye un plan específico para empezar a desarrollar tecnologías aplicadas a los combustibles lo que alude directamente al trabajo de la filial biotecnológica. De hecho la propia Neuron recoge en su historial de hitos una inversión específica de Repsol en 2012 en Neol para comprar parte de la participación de la empresa en el momento en que se convierte en una firma independiente.
Durante los dos años siguientes, Repsol, Neuron y Neol inician varias líneas de trabajo que acaban abruptamente en 2014 cuando Neuron recompra a Repsol la participación que la multinacional energética había obtenido durante la fundación de Neol. Un año después, la empresa empieza a operar en el Mercado Alternativo Bursátil donde ya estaba desde 2010 Neuron. Ese movimiento estratégico resulta clave porque unido al descenso en la inversión privada de los socios, al parecer la corporación comienza a acumular deudas, siendo la más importante la contraída con Repsol en dicha recompra que aún hoy debe saldarse. Algo, que a grandes rasgos y a juicio de los trabajadores, ha acabado afectando a su trabajo y a sus nóminas.
Sin negociación ni diálogo
Los empleados de Neol se quejan no solo de que les falte carga de trabajo ni de que no hayan percibido sueldo alguno desde mayo, sino que se sienten desamparados por parte de los directivos tanto de Neuron como de Neol. Afirman que apenas han recibido información sobre la viabilidad económica de la empresa como tal. Con ese escenario, no es hasta el pasado 12 de junio cuando el presidente de Neuron, Fernando Valdivieso, se reúne con ellos para explicarles la situación.
En aquella reunión la empresa informa a sus trabajadores de que para salvarla habían estado intentando ampliaciones de capital que ya no podían llevar a cabo y que desde el 25 de mayo había entrado en preconcurso de acreedores para poder negociar las deudas con los acreedores. Deudas que van desde los 4,5 millones de euros que se deben a Repsol a los cerca de 1,3 millones a la constructora San José, propietaria del edificio que alberga tanto a Neuron como a Neol. Por su parte los trabajadores ofrecen la posibilidad de que se presente un expediente de regulación de empleo (ERE) y según explican, el presidente se lo niega aduciendo que desconoce en qué consiste.
Concurso de acreedores y futuro incierto
Con el paso de las semanas, la situación no ha variado desde aquella reunión de junio. Los empleados de Neol siguen acudiendo a su trabajo en un principio para acabar proyectos que aún quedaban y posteriormente para no hacer nada. Pero en ningún caso reciben sueldo alguno e incluso son testigos de cómo el personal de limpieza o de prevención interna y externa se va de la empresa. Al tiempo que Neol tiene que empezar a trasladar material biológico sensible desde una nave que ya no puede mantener en alquiler hasta las instalaciones que tiene en el PTS y que no cumplen con las condiciones necesarias para albergarlo.
Este medio ha tratado de ponerse en contacto con la dirección de Neuron y de Neol y la respuesta ha sido escueta. En varias ocasiones se han remitido a la existencia de un preconcurso de acreedores que finalizó el pasado 26 de septiembre dando lugar a un concurso que debía haber empezado a solucionar algunos problemas. Sin embargo, transcurridos unos días, los empleados siguen señalando que nada ha cambiado. Añaden que tampoco se les aclaró nada en una reunión posterior con la empresa en la que solo les avanzaron la posibilidad de que hubiera algún inversor interesado.
Por la parte pública, desde la Fundación del PTS, su gerente, el exalcalde de Granada Jesús Quero, deja claro que están del lado de los trabajadores pero que “al ser una empresa privada, no podemos hacer mucho más”. El propio Quero, que formó parte del consejo de administración de Neuron desde 2011 hasta 2013, afirma que se reunió con los trabajadores y que les trasladó que no podía entender “la situación tan kafkiana que viven” pero que la clave, según su visión, es que “si falta capital social (inversores), poco se puede hacer”.