La ciencia ha dado un paso más para poder tratar los linfomas. Un grupo de investigadores del centro de Genómica e Investigación Oncológica (GENYO) del Parque Tecnológico de la Salud (PTS) de Granada, liderados por el carcinólogo Pedro Medina Vico, ha conseguido encontrar genes que son básicos para la mutación de este tipo de cáncer en su variante difusa de células B. De esta forma, al identificarlos junto con mutaciones que han pasado desapercibidas para la comunidad científica hasta ahora, el tratamiento contra esta enfermedad es posible mejorarlo al poder focalizarse en este aspecto.
El trabajo, publicado en la revista médica Blood y desarrollado desde 2014, ha sido posible gracias a un doctorando que realizó una tesis en la que parte de la investigación se basaba en la actividad del gen BCL7A. Entonces, se pudo comprobar que dicho gen era capaz de frenar el linfoma, uno de los tipos de cáncer de sangre más común de nuestros tiempos. Partiendo de dicho hallazgo, se ha desarrollado esta investigación que abre la puerta a mejorar los tratamientos contra esta enfermedad. Según explica Pedro Medina Vico, el citado gen es clave porque “los linfomas acumulan mutaciones en BCL7A para evitar que este funcione adecuadamente y frene su desarrollo”.
Es decir, este cáncer trata de desactivar a la parte del genoma que es capaz de detenerle y por eso el trabajo se ha centrado en entender cómo sucede para poder atajar el problema. “Cuando observamos que BCL7A acumulaba mutaciones en sitios de corte y empalme, y que estas mutaciones habían pasado desapercibidas para el resto de la comunidad científica, pensamos que otros genes podían haber seguido la misma suerte”, explica Medina Vico. Las secuencias de corte y empalme son esenciales para que se creen nuevos productos genéticos que en este caso permitan frenar el crecimiento del cáncer. La investigación ha descubierto que las mutaciones que se acumulan en esas zonas afectan al cuadro clínico del paciente por lo que conviene incidir en ellas.
De forma didáctica, Pedro Medina Vico explica que “las secuencias de corte y empalme forman parte de las llamadas secuencias no codificantes de proteínas”, cuya importancia es muy elevada. Lo es porque en otras investigaciones se ha descubierto que algunas de esas secuencias generaban tumores que desaparecían si dejaban de tener actividad. De modo que, si se eliminan o se frenan, las posibilidades de curación aumentan. Un hallazgo que es muy importante porque mejora las posibilidades de recibir un tratamiento personalizado en función del genoma del linfoma que sufra la persona.
Un arduo trabajo
Más allá de la investigación como tal, este trabajo también ha servido para poner de relieve el esfuerzo de la comunidad científica. “Ha sido una satisfacción muy grande, porque nos ha costado mucho esfuerzo, y ha tenido como primer autor al alumno de doctorado Álvaro Andradres. Para mí es toda una satisfacción ver como Álvaro, que fue ya un alumno mío en el grado de Bioquímica de la Universidad de Granada, llega a mi laboratorio sin conocer nada sobre investigación, y acaba publicando un artículo en la mejor revista científica de su área”. Un esfuerzo titánico que les ha llevado a investigar en esta línea desde 2014 en colaboración de otros científicos del CIMA de Navarra y del CNIC y CNIO de Madrid.
A diferencia de otras investigaciones relacionadas con los linfomas, el hallazgo de estos científicos granadinos ha sido novedoso porque han descubierto que muchos genes importantes para el desarrollo de linfomas acumulan mutaciones en los sitios de corte y empalme y por lo tanto no deberían ser ignoradas. Algo que sí estaba ocurriendo hasta la fecha, en parte porque el ADN sigue siendo un gran desconocido en un amplio porcentaje hasta el punto de que estas secuencias son conocidas por parte de la comunidad científica como “el lado oscuro del genoma”.
No obstante, esta investigación abre un campo muy relevante hacia un mejor tratamiento del linfoma. “Este trabajo puede tener aplicaciones directas para la clínica ya que hemos descubierto que las mutaciones en los sitios de corte y de empalme del gen CD79B tienen un impacto funcional”, asegura Pedro Medina Vico. “Lo que ayuda a los médicos a determinar el tratamiento de los pacientes y a elegir fármacos específicos (como el ibrutinib) para tratar a los pacientes de forma más efectiva”. Un punto de partida para pensar que en el futuro quizá sea posible curar el linfoma. “Los tumores fáciles de curar ya se han curado, ahora nos queda trabajar con los más complicados. Este trabajo además tiene la importancia de que se ha desarrollado sobre uno de los linfomas de peor pronóstico, el linfoma difuso de células B grandes, y nos permite conocer más sobre cómo se generan”.
Frágil financiación
Además de la tarea investigatoria, la frágil situación de la ciencia en España hace que estos científicos tengan que buscar financiación habitualmente para poder seguir con sus trabajos. Algo que le ha sucedido también al equipo de Medina Vico. “Desgraciadamente ocupo gran parte de mi tiempo buscando financiación. Un tiempo que podría ocupar de forma más productiva investigando. Hemos recibido la mayor parte del dinero que financia mi laboratorio a través de la Junta de Andalucía o de entidades privadas como la Asociación Española contra el Cáncer”. Por el contrario, el apoyo del Gobierno central ha sido “muy escaso” hasta el punto de que “si hubiera dependido este trabajo de la financiación que nos ha otorgado el Gobierno de España, este proyecto, que ha sido publicado en la mejor revista del mundo en su campo, jamás hubiera visto la luz”.
“La sociedad española debería ”obligar“ a sus políticos a invertir en ciencia al menos el 3% de su PIB, como lo hacen los países a los que queremos emular como Alemania, Suiza, o Suecia, y no el 1.25% como lo hace España”, argumenta Medina Vico. “Tenemos que cambiar la mentalidad y hay que entender que los países son ricos porque invierten en ciencia”. Un convencimiento que forma parte de la motivación científica para continuar las investigaciones. En este caso, el siguiente paso será continuar con el trabajo ya iniciado. “Estamos tratando de desentrañar más sobre este tipo de mutaciones y sobre el gen BCL7A. Todo dependerá si contamos con la financiación adecuada. De momento estamos esperando la resolución de un proyecto que hemos solicitado al Gobierno de España, esperemos contar con su apoyo”. Un problema que, afirma, no tendría en países como Estados Unidos.